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Querido padre,

Me alegra escuchar que mi hermana, la Princesa Zenith, se encuentra mejor. Todavía pido que me perdones, padre. No cuide de mi hermana como debí y ahora pagaré por mi grave descuido. Juro por el sol de Obelia que no intente hacerle algún daño a nuestra querida Princesa, yo entiendo perfectamente que mi error no tiene perdón pero al menos quiero declarar mi inocencia por última vez. 

¿Sabes, padre? Desde que pude empezar a entender las pláticas de las personas me di cuenta que en verdad yo no debí haber nacido. Recuerdo las maravillosas historias que la señorita Lilian me contaba sobre mi madre, la Emperatriz Diana y por más que lo he pensado, nunca logré comprender el porque ella decidió dar a luz a una hija tan inservible como yo. Sin embargo, mi madre fue mi pequeña luz para seguir adelante pensando que algún día yo lograría capturar el corazón de las personas justo como ella lo hizo...nunca pensé que mis ilusiones y esperanzas en verdad estaban vacías. 

Mi memoria más preciada fue el día en que nos conocimos en el jardín. Aquella noche me había escapado del Palacio Rubí y al no conocer muy bien los alrededores terminé perdiéndome. Tenía miedo y estaba arrepentida de haberme escapado pero por alguna extraña razón me tranquilicé cuando te vi. La señorita Lilian no solía contarme mucho sobre ti y siempre trataba de evitar temas donde tu fueras lo principal. La única manera en que te reconocí fue por tu apariencia que memoricé de un libro sobre la política del imperio. No compartimos palabras aquel día pero pensé que habernos encontrado significaba que yo había encontrado mi destino. Que tonta fui. 

Mi destino nunca estuvo conectado al tuyo ni al de nadie. Mi destino siempre fue estar sola. No se como no lo comprendí desde hace mucho. De esta manera no hubiera molestado a nadie y la señorita Lilian tampoco hubiese muerto, pero ahora voy a pagar mi condena. No te preocupes, padre, no te odio ni te culpo de nada. Es entendible que eligieras a la Princesa Zenith pues ella en verdad es encantadora y perfecta y yo jamás le llegaría siquiera a los talones. No soy más que polvo al lado de la Princesa. También quiero que sepas que siempre voy a estar a tu lado en los buenos y malos tiempos. 

Por favor perdoname, padre, por haber matado a la mujer que más amaste en tu vida y por casi volver a cometer el mismo pecado contra tu preciada hija, la Princesa. He sido una hija rebelde y malcriada que no merece el título de "Princesa" ni de pertenecer a la familia imperial. Como muestra de arrepentimiento y lealtad aceptaré mi condena a muerte. 

Todavía deseo tu amor y desearía renacer para conseguir solo un poco de él pero terminaría matando a tu ser más querido otra vez así que espero desaparecer y jamás volver para que tu puedas ser feliz con tu familia, padre. Ya no estaré mas contigo en carne y hueso pero mi alma siempre te estará cuidando y amando en espera de aquel día en que nosotros dos podamos descansar eternamente. Fuiste mi pequeña luz en esta vida. Te amo mucho, padre.

Adiós, Su Majestad. 


-Athanasia de Alger Obelia

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⏰ Última actualización: Dec 18, 2020 ⏰

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