Narra Lionel

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La vida era complicada, nadie de hecho tiene la vida comprada y pensar que por ser bueno, te va a ir bien es ser ingenuo. Aun así no podía tener maldad con la gente. Y como en ese entonces no entendía eso, también vivía preguntándome el porqué de algunas cosas. Cuando cumplí 12 años, yo estaba muy deprimido. No como para ponerlo de Nick en el Messenger como los tontos, sino deprimido de verdad. Mi papa había vuelto a aparecer. Yo salía del colegio y lo vi en la esquina entre la gente y me invadió el terror. Corrí en dirección opuesta pero me siguió hasta que en una cuadra me alcanzo y me acorralo. Si bien ahora media 1,57 cm me sentía como un enano otra vez. Yo no era un cobarde pero él me intimidaba. Se acerco y vi que tenía un cuchillo. Mis ojos iban de sus manos a su cara y en lo único que pensé en ese momento fue en mama. Mama sonriendo, mama llorando, mama mientras la golpeaba. Y apareció la bronca. Esa sensación de impotencia, enojo, dolor, todo junto. Sentía que iba a llorar pero no le iba a mostrar debilidad, así que me abalance sobre el intentando sacarle el cuchillo, pero me inmovilizo con su mano izquierda mientras sostenía el cuchillo con la derecha sobre mi cuello.

-Siempre fuiste un bastardo. Desde que apareciste solo fuiste un chico débil, tonto. Y arruinaste mi vida. Tienes la culpa de que mi vida sea un infierno. Tu, tu hermano, tu mama. Todos. Pero esto no se va a quedar así. Vas a sufrir, te lo prometo. Tú y todos los que amas. Uno por uno- Hablaba carrasposamente. Este era el mismo tipo que convivía conmigo. Los padres ¿no solían querer lo mejor para sus hijos? Estaba demente. Acerco un poco más el cuchillo a mi cuello y sentía que casi no podía tragar de la manera en que lo presionaba.

-Y aquí estamos. Debería matarte, pero no. Primero te prometo que vas a sufrir Lionel. Ve a casa y saluda a tu mama de mi parte- y diciéndome eso me arrojo al suelo, tal y como lo hizo 7 años antes. No recuerdo que tan rápido llegue a mi casa, es como un borrón ahora en mi memoria. Desearía olvidar todo eso, pero algo me retiene algunas partes. Son imágenes que me acompañaran de por vida.

Mama recién había llegado del trabajo y me vio entrar con el mayor miedo de mi vida y no tuve otra cosa que hacer que contarle. La reacción de mama fue inmediata. Llamo al abuelo Juan y luego a la policía y estuvo hablando con ellos largo y tendido. Al final colgó y me pregunto si conocía algo llamado programa de protección y no me gusto nada el término. No era ningún tonto. Eso sonaba a reubicación.

La Historia que nunca ocurrióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora