―Hola.―saludé a todos.
―Andrea, niña.―Adrián intentó alzarme pero no pudo. Gracias a Dios.
― Hola Adrián.
―Recuerden que hoy vamos a comer mantecado.―Paola mencionó.
―No se me olvida para nada.―Mara se acurrucó bajo el brazo de Lucas.
―Derek―canturreo una rubia.
― Ah, hola Sandra.-la chica se paró al lado.
―Ay ya llegó está, vámonos chicos.―Paola se volvió y nos empujó.
―Paola búscate un dulce para endulzarte la vida. Estás muy amargada.―habló la tal Sandra.
―Sandra, no tengo que buscar nada, solo que no voy gastar mis insultos en ti. Vámonos chicos después se nos pega lo de imbécil ¡No es para ti Derek!―gritó al final.
―Wow.―lo único que pude decir.
Pasaron todas las clases llego la hora de almuerzo. Al fin, tomamos nuestros almuerzos y nos sentamos solo las chicas.
―Mañana es la fiesta en mi casa ¿irán?―habló Cristina sentándose a mi lado.
―Si.―dijimos a coro.
―Perfecto.
―Y hoy iremos a comer mantecado.―Mara tomó un poco se jugo.
―Si de eso no me olvido.―contesto Cristina.
Terminamos de almorzar y fuimos a nuestros respectivos salones. Las clases pasaron súper rápido hasta los maestros se querían ir. Bueno era viernes quién no quiere irse temprano. Adrián, Cristina y yo nos encontramos a fuera con los demás.
―Llegamos.―Cristina estaba en la espalda.
―Nos vamos las chicas en el asiento y los chicos en las faldas si no se tendrán que ir caminando.―Mara habló con la mano en la puerta.
Primero se sentó Kim y John, después Mara y Lucas. Cristina y Adrián y por último Paola y yo. Derek no fue, no tengo ni la más mínima de idea de por qué.
―Parecemos salchichas.―habló Pao.
―Jajaja.―risas y chistes charros de parte de Adrián y Lucas.
***
―Tu duermes aquí y yo acá.―le dije a Mara.
Ella se quedaría el fin de semana con nosotros porque sus padres se fueron de fin de semana y no quería que se quedara sola y cómo mañana vamos a la fiesta mejor llegaré acompañada.
―Está bien después de que no ronques.―Mara se tiró a mi cama.
―Andrea, yo quiero dormir con ustedes.―apareció Dalilah con un su peluche.
―Ay si ven Dalilah.―Mara dio unas palmadas en la cama. Sin pensarlo Dalilah corrió.
―No.
―Andrea, por favor, yo me voy a portar bien.―me hizo una carita de perrito mojado.
―Sólo un rato.
― ¡Sí!
Luego de que Dalilah hablará hasta cansarse la cargué y la llevé a su cuarto, le di las buenas noches a mi familia y cuando entre a la habitación Mara estaba entre dormida y despierta.
― ¡Ya llegué!
―Mjm.
―Es enserio. Levántate o te hecho agua fría.