Miedo I

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En este one-shot se habla sobre una experiencia algo parecida a la muerte por lo que si sois sensibles al leer este contenido porfavor no lo hagais. No es exactamente la muerte pero si algo que puede tomarse como tal. Si quereis seguir adelante. 

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GRACIAS POR LEER



Cualquier muggle siempre ha pensado que el mundo de la magia se extinguió hace mucho. Que un mundo diferente, extraño, loco, sin sentido no podía durar mucho. En cambio, los que conocen de verdad la historia de la magia saben que cuando ellos se extingan no será por unos simples muggles, sino por una lucha entre magos. Hay muchos magos y brujas alrededor del mundo, escondidos entre los muggles, haciendo creer a todos que ellos son gente no mágica. Sin embargo, quién hubiera pensado que el hijo menor de la familia Hernández, una de esas familias que vivían en un adosado a las afueras de una ciudad remota, recibiría una carta el día de su decimoprimer cumpleaños. En el momento en el que la primera campanada resonó por todas las paredes del adosado una lechuza, una blanca con los ojos parecidos al mar, dejó la carta entrar en la casa. El cumpleañero estaba despierto, era su dia, y le extrañó mucho que una carta llegara a esas horas ya que ningún cartero trabajaba a esas horas. Cogio la carta y se la guardo en el bolsillo para leerla cuando se hubiera ido a la cama. Abrió todos sus regalos y a la 01:22 de la madrugada se metió en la cama. Al acomodarse en la cama abrió la carta.

Nadie de la familia nunca había tenido sangre mágica, pero daba igual ya que cada 100 años un hijo/a de la familia muggle recibiría una mínima parte de sangre mágica

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Nadie de la familia nunca había tenido sangre mágica, pero daba igual ya que cada 100 años un hijo/a de la familia muggle recibiría una mínima parte de sangre mágica. Desde que recibieron la carta descubrieron miles de cosas sobre el mundo mágico.

Una semana atrás habían ido a Londres y después de seguir todos los, complicados, pasos descritos en la carta habían conseguido todos los libros necesarios. En cambio, en la carta no ponía como llegar al andén 9 ¾ . Cuando la familia se dio cuenta del número raro que tenía el andén pensó que era una broma pero desde que habían recibido la carta se habían dado cuenta de que para ellos puede ser la cosa más rara del mundo y que en el mundo mago sea la más normal. Agoney asegurar a sus padres que estaría bien y que no pasaba nada si le dejaban solo. Realmente no supo cómo pero los convenció para dejarle solo.

Anduvo por la estación durante un tiempo hasta que se atrevió a preguntar a una familia. No supo porque pero se decidió y después de que la madre, Susana, lo ayudara se sintió uno más en menos de media hora. Todo paso rápido, sin saber cómo, de manera desconocida. Solo sabía que acababa de atravesar una pared y que ahora mismo se encontraba enfrente de un ferrocarril, diferente. La estación estaba lleno de algo diferente, que le hacía sentirse seguro en casa. Algo que supo que se llamaba Magia. Agoney se juntó con el joven de la familia Raoul. Un chico adorable, bajito y con una de las sonrisas más bonitas que jamas habia visto. Los dos chicos se adentraron en el tren en busca de un vagón. Después de recorrer todo el ferrocarril por fin encontraron dos sitios, uno al lado del otro.

Estuvieron hablando durante más de tres horas hasta que Agoney empezó a quedarse dormido. Raoul acariciaba su cabeza y hablaba suave porque había notado que lo relajaba. Agoney se quedó dormido y Raoul pudo contemplar una de las imagenes mas bonitas que jamas podria ver. Tenía una de las personas mas maravillosas que había conocido a sus brazos y uno de los paisajes mas asombrosos del mundo. Se había empezado a preocupar ya que en el exterior todo era oscuro y eso significaba que llegaría pronto. Raoul tambien comenzo a dormirse pensando que algún compañero le avisaria al llegar. Mientras que los dos estaban medio dormidos Raoul escucho un sonido proveniente del vagón continuo y tenía claro que como cotilla que era iría a mirar. Apoyo la cabeza de Ago en la ventana y se fue hacia el vago. Entró en el vagón y descubrió a unos estudiantes de último año discutiendo, decidió no meterse y volver a su vagón.

Entró al vagón y toda su felicidad empezó a desaparecer a medida que se adentraba más en el vagón. Todo el vagón estaba en absoluto silencio, uno de esos silencios que generan miedo. Él tenía miedo, miedo a lo desconocido. Miró con temor hacia el lugar en el que debería de estar Ago pero en su lugar encontró a mucha gente rodeando a alguien, un alguien que Raoul deseaba que no fuese su Agoney. Trago saliva con ese pensamiento y se acercó. En medio del silencio, se oyeron unos pasos. Lentos, constantes, martillando los oídos de los pasajeros como el sonido de piedras lanzadas por un niño cayendo al agua, sus pasos. Se acercó lentamente, con miedo, deseando que el centro de ese corro no fuera su amigo. Vio un cuerpo tumbado al que no podía ver la cara pero si las manos y en ese momento un sonido que era capaz de erizar el vello de cualquiera salio desde su garganta. Un grito de miedo, de dolor envolvió la oscura atmósfera. El profesor que envolvía el cuerpo de Ago se levantó y mediante un conjuro también a Agoney, dejándolo flotando detrás de él. Mientras que el profesor agarró a Raoul por un brazo y lo llevó a una pequeña habitación.

Raoul se sentó todavía pensado en lo que había ocurrido, sin articular palabra. Se presentó y después de hacerle preguntas durante diez minutos tuvo la valentía de preguntar, lleno de miedo.

¿Que le ha pasado? - el chico de los ojos brillantes miel perdió su brillo, enseñando unos ojos miel llenos de miedo.

Está petrificado, sin felicidad. Pero no, no esta muerto.

¿Entonces podrá recuperarse? - sus ojos demostraron algo de esperanza.

No, no se conoce el hechizo para deshacerlo.


Esa palabra, dos simples letras que forman una palabra, una palabra que tanto genera. Esa palabra, esa maldita palabra le generó mucho miedo.

Raoul se levantó de ese asiento y salió de allí, no sabía a dónde, pero necesitaba soledad. Antes de llegar a salir escucho como el profesor susurraba un se acabó. Salió corriendo y se sentó en un rincón, apartado de todos. Las lágrimas empezaron a salir de sus ojos miel, continuaron recorriendo toda su cara hasta desaparecer por la barbilla. Susurro un te amo al aire, pensando que quizás esas dos palabras que no había sido capaz de decir podría salvar a Agoney.

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⏰ Last updated: Mar 21, 2020 ⏰

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