Sueños de Amor y Redención

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Valeria era una chica problemática. En su instituto, nadie le hablaba porque le caía mal a todo el mundo y no la soportaban. Un día, mientras estaba entretenida en su teléfono, chocó con alguien. El chico la miró sorprendido, pero ella lo apartó bruscamente.

Después de la pequeña pelea, Valeria salió del instituto enojada. Al llegar a casa, tiró la puerta de un portazo y se dejó caer en el sofá de su sala, comenzando a reír sarcásticamente. Pensaba en su cabeza que el chico le pagaría por lo que había pasado en el instituto, ya que no le había gustado para nada la situación.Después de la pelea en el instituto y al llegar a casa, Valeria decidió ir a la discoteca para despejarse.

Después de maquillarse, Valeria salió de su casa, cogió las llaves de su coche y se dirigió a una discoteca cercana. Al llegar a la barra, pidió un Ron Cola. Se aburrió rápidamente de estar parada y se sentó, sin percatarse de quién estaba sentado a su lado.

El chico a su lado le sonrió y se disculpó por lo sucedido esa mañana, explicando que estaba distraído y no se dio cuenta de lo que hacía. Valeria, seria, le respondió que la próxima vez mirara por dónde iba, o no respondería de sus acciones. El chico, impresionado por su carácter fuerte, se presentó como NamJoon, pero le dijo que podía llamarlo Nam.

NamJoon le preguntó si tenía novio, a lo que Valeria respondió que no era su problema. NamJoon, intrigado por su actitud, se acercó despacio y le confesó que quería besarla. Sin previo aviso, la besó. Valeria correspondió el beso, pero luego se arrepintió y se apartó. NamJoon se rió sarcásticamente, comentando que besaba bien. Valeria se levantó y se fue corriendo.

Pasaron días y hasta meses sin que Valeria fuera al instituto. Como era de esperarse, nadie notó su ausencia, y eso le encantaba, ya que ni los profesores se preocupaban por sus ausencias. Una tarde, mientras estaba sentada viendo una película de terror, sonó el timbre de su casa. Asustada, se levantó rápidamente, abrió la puerta y delante de ella estaba Suga.

Suga era su mejor amigo desde la infancia; juntos se habían escapado del orfanato y desde ese día no se separaban, haciendo todo juntos. De hecho, cuando eran pequeños, él era su amor platónico y siempre bromeaban sobre el tema.

Suga la saludó y le despeinó el cabello, preguntándole cómo estaba. Valeria le respondió que bien, aunque nerviosa, ya que temía decirle que había faltado al instituto durante los últimos seis meses. Suga, molesto, le dijo que sabía que había faltado y le preguntó por qué le mentía. Valeria se disculpó, explicando que se sentía mal porque no le caía bien a nadie y se sentía muy sola en el instituto.

Suga la consoló, recordándole que cuando consiguiera un trabajo mejor, podrían vivir juntos. Valeria asintió tristemente. Suga se quedó con ella hasta la noche, y sin darse cuenta, Valeria se quedó dormida en su pecho. Él la llevó a su cuarto y la arropó, mientras ella, entre balbuceos, le pedía que no se fuera. Suga se soltó de su mano y se disculpó antes de irse, dejándola sola.

De pronto, Valeria recordó el beso que se dio con Nam aquella noche en la discoteca y lo suaves que eran sus labios. Un sentimiento extraño recorrió todo su cuerpo, pero finalmente se quedó dormida. Esa noche soñó con Nam, sabiendo que significaba algo, aunque no sabía qué era.

Al día siguiente, Valeria tuvo que ir al instituto, ya que Suga casi la obligó a salir de la casa. Pero antes, claro, tomó un baño.

En el instituto, Valeria se encontró primero con Nam, pero él no estaba solo. Al ver quién lo acompañaba, sus ojos se volvieron cristalinos sin saber por qué. Nam la saludó efusivamente, pero Valeria, con voz quebradiza, apenas pudo responder. Nam le presentó a su novia, Hyuna. Al ver la escena, Valeria corrió al baño a llorar, preguntándose si estaba enamorada de Nam.

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