Don't forget me •OS Kookmin•

Unica parte.

El sonido constante de esa máquina que media los latidos de mi corazón, era lo único que me acompaña.

Agujas clavadas en mi mano.

Mi piel cada día perdiendo su color.

Lo único que me hacía estar con vida era su recuerdo en mi memoria.
Habían pasado días, semanas, meses desde que se fue de mi lado. Para estar con la persona que él amaba.

Nunca supo que yo sufría por ese amor, porque mi amor era en silencio y nunca lo supo.

De vez en cuando mi madre llegaba para abrazarme y llenarme de mimos. Venía con una sonrisa fingida y los ojos rojos de llorar por horas. Me mostraba en mi computadora los vídeos de cuando bailaba contemporáneo. Trataba de sonreír pero siempre me dolía al hacer el mínimo movimiento con mi cuerpo.

Mi enfermedad era una extraña y nueva. Los doctores indicaban que mi cuerpo al tiempo que pasaba, dolores y punzadas acabarían con mi organismo. Dejaría de caminar, dejaría de moverme y estaría postrado en una cama como de un cuerpo sin vida se tratase.

Sufrí demasiado porque estuve solo con mi madre en esta enfermedad. Nunca me pude comunicar con él desde que se fue.

El había progresado en su vida.

Yo estaba estancado, contando los días que me quedaban por respirar.

El doctor informaba que en cualquier momento mis órganos dejarían de funcionar, por lo que no calculaban un tiempo aproximado de vida.

Pero si no era eso, tenía una opción para poder dejar de sufrir.

La eutanasia.

Algo en que mi madre se negaba a aceptar.

Ella tenía esperanzas de que aquel muchacho que yo amaba con todo mi corazón, llegaría para abrazarme y dar más brillo en mi vida.

Pero yo no era así.

Perdí la esperanza desde que se fue de mi vida. Perdí la esperanza desde que llegué a ese hospital por mis estudios y determinar las complicaciones que tenía. Perdí las esperanzas cuando los doctores no encontraban un tratamiento o cura. Perdí las esperanzas desde que dejé de bailar y quedé postrado en una cama.

Lágrimas bajaban por mi rostro, era lo único que podía demostrar ahora.
Mi madre me observaba con lástima, algo que generaba a la gente cada vez que me veía.

Park Jimin moriría en una cama, enfermo, sin esperanzas.

Sin nadie que lo acompañe.

Habían pasado días desde que mi madre no volvió a verme. Me encontraba con tres enfermeras, estaban arreglando mi cama, esa donde había pasado 6 meses de agonía y desespero.

Las enfermeras trataban de sacarme plática pero de mi no salía nada.

Tal vez no entendían que si hablaba, la garganta me quemaría, la voz se me quebraría.
Y terminaría peor de lo que ya estaba.

El doctor que llevaba el control de mi enfermedad también había llegado.
Solo para checar como estaba mi cuerpo. Llena de llagas sin sanar. Dolían como el infierno.
Sabía que dentro de mí también estaba lleno de llagas.

El doctor me dijo las mismas noticias de siempre.
Aun tenía esperanzas de encontrar algún tratamiento que me ayudara.

Pero yo solamente observaba y asentía. Moverme un poco dolía.