La vendedora de velas

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                                                                                    LONDRES 1913

Mis pies están congelados, ya no siento mis dedos. Los guantes que cubrían mis manos no son  suficientes. El aire helado se escurre entre mi ropa harapienta haciéndome temblar violentamente.

Al caminar en medio de la tormenta de nieve por la acera congelada, observo las estrafalarias casas en mis costados. Las decoraciones navideñas resaltan frente a la acumulación de nieve en los alrededores.  Al ir avanzando con dolor por mis pies helados, mis manos inertes sosteniendo las cajas de velas y la ventisca que apelmaza mi cabello y no me permite respirar, noto a las familias cenando juntas. Me paro frente a una casa de tres pisos completamente blanca, decorada de manera sobrecargada con luces y adornos rojos, dorados, verdes. Comienzo a buscar desesperadamente un lugar para protegerme de la tormenta, tal vez alguien me vea y por pena compre alguna unidad de velas. Necesito volver cuanto antes donde están mis hermanas para no morir de frío, pero no puedo volver sin un poco de dinero para comer. Me acurruco en un callejón oscuro para calentar mis manos con la cera caliente. Estoy de espaldas a la húmeda pared, al menos así estoy un poco mas protegida de la nieve. Enciendo el palillo de madera rozándolo con la caja y trato de mantener la llama viva unos segundos mas. Podría buscar hierbas o madera para crear una fogata, pero todo esta mojado por la tormenta. La primer cerilla se apaga casi llegando a tocar mis dedos, observo como se va desintegrando en mi piel sin dolor, porque ya no siento nada. Prosigo prendiendo otra mas, y mi rostro se ve iluminado en un charco de agua junto a mi: la piel se me caía a tiras, los labios estaban quebrados y los sentía como piedra, mis pestañas largas y espesas se veían blancas por la nieve.Estuve treinta minutos encendiendo velas, pero mi cuerpo ya no resistía tanto frío. Sentía que iba a morir.

Trato de pararme a duras penas para tocar la puerta de alguna mansión, necesitaba que me socorrieran. Pero mientras me arrastraba por los majestuosos pórticos tocando las perillas para que alguien abriera, solo sentía como mis ojos se nublaban y dejaba de temblar. Al llegar a la ultima casa de la calle, atiné a gritar auxilio con mi ultimo aliento. Pude ver que me observaban dentro de la mansión, me veían, pero no hicieron nada. Me dejaron morir.

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⏰ Última actualización: Mar 21, 2020 ⏰

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La niña con cabellos de oro y su madre asesinada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora