CATORCE

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Los poco días que pasaron a solas, Jimin aprendió a amar con locura al pelinegro, le encantaba que se desvelara por él, que lo cuidara con demasiada delicadeza. En tan poco tiempo, se había dado cuenta de cuan encantador podía llegar a ser y la admiración fue mermándolo, aunque creyó que YoonGi lo había llevado a su casa con dobles intenciones, el ojiverde jamás sobrepaso los límites, entonces supo que él lo amaba realmente, que lo quería sinceramente. Aunque su suposición estaba tan lejos si quiera de ser verdad.

A pesar de sentir temor por sus propios sentimientos Jimin al fin entendía lo que significaba ser amado o eso es lo que quería creer. La simple sonrisa de YoonGi resplandecía sus días, y se sorprendía del porque esas simplicidades le iluminaban el día. No obstante, sus constantes alucinaciones aún lo perseguían, esa mirada frívola de su hermano aún permanecía con él y su mente cada vez se perturbaba un poco más. Cada día su inestabilidad se propagaba mas por su inestable cabeza.

—¿Por qué no te vas? —Jimin cubrió sus oídos para no escuchar la risita burlona del fantasma de su hermano —Déjame en paz.

—No puedes ser feliz, Jimin —Nuevamente esa mirada le escarapela absolutamente todo el cuerpo —No te lo permitiré jamás.

—¡¡Vete!! ¡Vete!

Sin darse cuenta despertó a YoonGi a la mitad de la noche. Mientras que él se revuelve en la cama con desesperación el pelinegro lo único que atina a hacer es abrazarlo con fuerza y acariciar su cabeza como si se tratara de un cachorro abandonado a mitad de una noche de nevada. YoonGi siente como su hombro se humedece y unos brazos lo rodean por la cintura y lo aprietan tan fuerte que incluso siente algo de dolor.

—Tranquilo, aquí estoy —Se separó un poco y no tardó en besar las lágrimas del más pequeño —No dejaré que nada te pase. Lo prometo.

—Dile que se vaya por favor, dile que no quiero verlo —Jimin parecía un pequeño niño quejándose del monstruo que se esconde debajo de su cama.

—¡¡Vete!! ¡¡No dejaré que toques a mi bebé!! —YoonGi le sigue la corriente.

Jimin trató de calmar sus hipidos para poder ver de forma más clara aquel rostro tan perfecto que tenía frente a él y concentrarse únicamente en él. Únicamente en esas facciones tan bien talladas, entonces no pudo contener sus propios impulsos y se acercó a darle un pequeño y casto beso, necesitaba percibir esos labios para sentir que aún estaba vivo, para saber que aún seguía respirando y sobre todo para olvidar aquel figura demacrada de su hermano.

YoonGi sintió tanta ternura que le devolvió el beso con suavidad, quería darle un poco de tranquilidad en medio de tanta desesperación, sus manos se posicionaron rápidamente en las mejillas del menor y sus dedos empezaron a dibujar círculos imaginarios sobre su piel para brindarle un poco de seguridad. En aquel momento Jimin pudo al fin dejar de ver el frío perfil de su hermano y se concentró en las cálidas caricias que recibía.

Quiso sentir un poco más por lo que sus besos se volvieron más atrevidos en un cerrar y abrir de ojos. Empujó a YoonGi con delicadeza y lo recostó en la cama para luego treparse sobre él, los jadeos no se hicieron esperar y Jimin creía que enloquecería con todo el calor y el deseo que empezaba a experimentar. No tardo en frotarse sobre YoonGi, mientras tanto dejaba pequeños besos húmedos a lo largo del cuello y la clavícula del pelinegro. Sus pequeñas manos empezaron a inspeccionar la ardiente y blanquecina piel del mayor sin ninguna reserva.

—Ji... Jimin espera —YoonGi trato de detenerlo —¿Estás seguro de lo que estas a punto de hacer? Después no habrá marcha atrás —Su respiración pesada le dificultaba para hablar.

ROTO - YOONMIN +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora