Morado

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Morado era el color de las flores que Stan le regaló en su cumpleaños.
Morado era el color del atardecer que habían visto en su primera cita.
Morado era el color de la botella de licor tirada sobre la cama de Stan.

Wendy siempre había sido una chica decidida. Desde pequeña sabía lo que quería para ella, y no iba a dejar que las cosas fueran de otra manera. A los nueve años, había fijado su atención en el pequeño Stan Marsh. No era el chico más inteligente, ni el más guapo, pero tenía algo que hacía que no pudiera apartar la mirada sobre él.
Los años pasaron, y por fin, Wendy consiguió hacer de Stan su novio. ¡No podía estar más feliz! Marsh la hacía tan feliz.

Wendy siempre hablaba con Bebe sobre sus sentimientos. Era su mejor amiga, después de todo. Y al principio eran conversaciones inocentes sobre sus citas, sobre los bonitos momentos que compartía con Stan. Luego, con el transcurso de los meses, tomaron un rumbo algo más sombrío:

"Anoche tuve que salir a buscarlo en plena madrugada."

"Llegó tarde a nuestra cita: estaba tan bebido que ni siquiera se aguantaba de pie."

"Quedamos para pasar la tarde juntos y acabó bebiéndose el whisky de su padre. Tuve que meterle los dedos en la garganta para ayudarle a vomitar."

Wendy estaba al borde del colapso. Odiaba todo lo que estaba pasando. Odiaba ver a la persona que más quería arruinarse la vida delante de sus ojos. La impotencia, el dolor y la desesperación se apoderaban de su anteriormente esperanzado corazón. Cambió las risas y los besos con Stan por tardes llorando y duchas de agua fría para sentirse viva de nuevo. Sí, amaba a Stan Marsh. ¿Pero hasta qué punto estaba dispuesta a llegar por él? ¿Cuánto tiempo iba a pasar hasta que Stan parara? Porque nadie podía hacerle parar. Tenía que ser él el que entendiera lo que estaba pasando.

Bárbara odiaba verla así. Y se lo decía. Y a Wendy le dolía como una puñalada directa al corazón.
"Yo puedo hacerte mucho más feliz de lo que él te ha hecho nunca. ¡Wendy, yo te amo!" le había gritado Bárbara un día. A Wendy se le hizo un nudo en la garganta. ¿Era solo eso? ¿Bárbara la había escuchado todo ese tiempo porque estaba enamorada de ella? ¿Toda su amistad había sido solo una forma retorcida que Bárbara había ideado para estar cerca de Wendy?

No, obviamente no era así. Bárbara sentía aprecio por Wendy mucho más allá de estar enamorada de ella. Wendy simplemente no fue capaz de verlo.

Los días pasaron. La situación con Stan no mejoraba. Y para colmo, ya ni siquiera hablaba con Bárbara. Y le dolía. Porque toda su vida se había desmoronado en cuestión de unos meses.

La situación explotó el día que Kyle le llamó. La llamada que Wendy nunca en su vida podría olvidar:

"Wendy, ¡Stan está en mi casa! Joder es... Es jodidamente tarde y de repente ha llegado y ha empezado a aporrear la puerta, y cuando he abierto se ha desmayado. Pete está vigilandole y haciendo lo que puede porque despierte. Hemos llamado a una ambulancia porque... Pete ha dicho que tiene pinta de ser un coma etílico, Wendy."

Wendy colgó. Ya no podía evitar llorar. Salió a por su abrigo y fue corriendo hasta la casa de Kyle. El viento frío golpeaba contra sus húmedas mejillas. Gritaba. Gritaba de impotencia porque sabía que nada que ella pudiera hacer cambiaría la situación.

Ingresaron a Stan de urgencia. Le pusieron oxígeno porque sus pulmones estaban al borde del colapso. Kyle y Pete se quedaron toda la noche con Wendy en la sala de espera.
Cuando Stan recuperó la consciencia a la mañana siguiente, sus padres decidieron que la mejor opción era internarlo en un centro de rehabilitación. Wendy les dió la idea. A Stan no le hizo gracia —"¡No tengo ningún puto problema!" Les había gritado—. A Wendy le dolió verle así de desconsolado, pero sabía que algún día, podría agradecérselo.

Wendy empezó a juntarse más con Kyle. Kyle era un buen chico; y Wendy tenía cierta envidia de su relación con Pete. El gótico no era del tipo de dar afectó en público, pero Wendy podía notar solo por cómo se miraban que se querían. Y por lo que Kyle le había contado, Pete era un chico dulce, a su manera. Kyle le había contado anécdotas suyas y sí, Pete tenía una forma peculiar de amar, pero en palabras textuales de Kyle; sabe cómo hacerme sentir bien.

Stan mejoró en el centro. Ya podía salir en hora de visita, así que Wendy fue a verle. Lo necesitaba. Necesitaba ver que estaba bien.
Los padres de Stan entraron primero a buscarle. El corazón de Wendy latía desbocado; cuando le vió salir por la puerta, sintió la felicidad inundarle el cuerpo. Fue corriendo hacía él; se fundieron en un abrazo largo, cómo si fueran dos almas destinadas que se reencuentran en su siguiente vida.

"Cuando me den el alta iremos a la playa... Cómo en nuestra primera cita, ¿Te acuerdas?" Murmuró Stan, mientras la sostenía con fuerza. Wendy se acordaba. Wendy se acordaba de todo lo que Stan le había contado durante todos esos años, cada tontería, cada detalle.
Y estaba feliz de volver a tener al Stan del cuál se enamoró.

Morado era el color de la pulsera que Stan le regaló a los once años, la cuál no se había quitado nunca.

Morado;; stendy ((#3🌈))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora