R I L E Y
Viernes.
7: 00 a.m.
Un psicópata no tiene culpa ni remordimiento por sus acciones. Siempre logra esconderse bajo un rostro amigable, una persona común y corriente. Han demostrado que no tienen problema para empatizar con la felicidad de los demás, pero si con el sufrimiento y el miedo.
—Lo sabemos David—confiesa Beret. Sus dos manos están sobre la mesa y se inclina un poco al sospechoso.
—¿Qué le hizo a su hija?—empiezo a interrogar. Mientras tardaba en responder, aprovecho para observarlo. Se ve muy mal desde la última vez que lo interrogué. Tiene un aspecto de indigente borracho con problemas mentales. Su mirada emana odio. Sus manos gruesas y un poco arrugadas me hace pensar en todo lo malo que hizo con ellas.
—Nada—contesta nervioso.
Beret y yo nos miramos con complicidad, sabiendo que mentía.
—Sabe, en estos pocos años que he tenido de experiencia, de todos los psicópatas que he entrevistado usted es el más patético.
David no muestra ningún indicio de ofensa o miedo. Solo mira el humo de la taza de café que tiene al frente. Como si estuviera recordando cuál fue el error que cometió para que lo atraparan. Si tan solo supiera que su propio hijo fue el que lo delato.
—No voy a decir nada hasta que mi abogado venga—exclama David con nerviosismo. Sus manos esta juntas, a veces se tambalea de un lado al otro y se traba al hablar. Síntomas de una persona nerviosa, y si es así, es porque oculta algo.
—Su abogado renunció al caso—anuncio con autoridad.
David abre mucho los ojos, y golpea la mesa con sus dos manos esposadas.
—¡Pero como se atreve!—grita furioso.
—Si confiesa todos sus crímenes, puede que le resten unos años de cárcel y que el juez no sea tan duro con la condena.
Beret levanta su radio y empieza a ordenar —Rude, nos puedes pasar el paquete que recibimos esta mañana. Junto a la cinta de grabacion. Estamos en la sala de interrogación.
Las manos de David empiezan a temblar. Su rostro se puso pálido. Sus manos inquitas pasan desde su rostro hasta su cabello. Su pierna tiembla y empieza a murmura palabras incomprensibles. Logré escuchar algo como No tuve la culpa
Me da asco y tristeza con solo verlo. Asco porque sé las atrocidades que hizo y tristeza porque me recuerda a las treinta víctimas que este hombre violó y mató con sus propias manos. Mientras más lo observo, más emociones invaden mi cabeza. Quiero golpearlo en la cara y decirle lo poco que vale, que es una basura. Quiero justicia en nombre de todas las niñas que mato.
—Vamos a refrescarte la memoria imbécil—exclamó cuando Rude abre la puerta y me entrega el paquete en el que contenía fotos de sus víctimas y el libro en el que escribió a detalles de todas sus aventuras, como lo llama él.
Le quito la cinta, tratando de no dañar la envoltura, ya que es evidencia importante. Mis manos se volvieron pesadas y un nudo en mi garganta aparece al ver la primera imágen. Tengo que ser fuerte como mi padre. Yo elegí estar aquí, por la justicia y para meter presos a estas basuras.
"Abril de 1999. La pequeña Dasy"
David estaba ido. Dejo de mostrar sus señales de nerviosismo, estaba sereno, ni una lágrima salía de sus ojos. Justo cuando lo miraba el maldito esbozo una sonrisa.
—No voy a decir nada, yo no soy dueño de ese paquete —su sonrisa se amplió y la manera en la que lo dijo me dio tanta rabia que quería pegarle tanto hasta deformarle el rostro. Estaba fingiendo todo el tiempo, su papel de víctima era toda una mentira para Despistarnos.

ESTÁS LEYENDO
15 SEGUNDOS
Misterio / Suspenso¿Qué haces en 15 segundos? Nada, tal vez respirar lentamente una vez, o mirar por el rabillo del ojo a alguien que cruza por tu lado pero sin el tiempo suficiente para identificarlo correctamente Eso pude creer hasta esa mañana, la mañana en la que...