Dos personas.
Dos mundos opuestos.
Una relación falsa.
Una noche de fiesta ha bastado para dar un giro impredecible en la vida de Nicole Carson y Maximiliano Dimitriou, una estudiante universitaria y un magnate hotelero.
Uno nunca se ha enamorado y...
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Narrando Nicole Carson.
En unas cuantas horas va a ser oficial.
Voy a convertirme oficialmente en licenciada Nicole Carson.
Me ha costado desveladas, trabajar en un lugar desagradable y lágrimas, muchas lágrimas. Lo he logrado, o más bien, lo hemos logrado, porque no me puedo olvidar que Becca también ha cumplido su sueño de convertirse en una profesionista.
Esta mañana la he encontrado llorando. Era una combinación de tristeza y felicidad, al saber que sus padres estarían orgullosos de ella. Pese a que no quería que nadie la encontrara, mi madre y yo lo hicimos. Ambas la abrazamos y la dejamos chillar hasta que se tranquilizara.
Los Carson sabemos que nunca vamos a poder remplazar a la familia de Rebecca, el cariño de sangre nunca será igual al cariño de una familia adoptiva, pero cada integrante de la casa ha aportado un granito de arena para llenar aquel vacío que Becca suplir.
De limpiarse las lágrimas y mocos, salta a estar furiosa. Todo por culpa de su novio que cada vez me hace dudar más en sí de verdad quiere a mi amiga o la tiene atada a su lado como un trofeo para completar su soberbia.
—¿Cuándo se supone que será mi turno de conocer a un hombre que dé la maldita vida por mí? —parlotea mientras va y viene al baño terminando de arreglarse para la graduación.
—¿No planeas decirme por qué estás enojada con Jacob? —Seguro ya no quiere compartirlo porque mi respuesta será la que no quiere escuchar.
—Terminamos hace unos días —explica, colocándose los aretes—. Para arreglar las cosas, se supone que vendría a mi graduación y ahora resulta que no vendrá. ¡Le di una oportunidad más y el señorito la desperdició!
—Me vas a odiar por esto, pero es lo más sano para ambos. En especial para ti.
—¡Lo sé! —se tapa la cara, conteniendo las lágrimas que se empiezan a acumular—. No entiendo por qué me aferro tanto a él si es un idiota.
Me levanto a consolar a mi amiga. No puede estar así cuando es el día más especial de su vida, se supone que debe ser lo opuesto.
—Becca, respira profundo —lo hago junto con ella—. Hoy puede llorar por lo que se le dé la gana, menos por un hombre.
Ella asiente, usando como abanicos sus manos para desviar las gotas que tiene contenidas en los ojos.
—Tienes razón. Voy a disfrutar mi día —esboza una sonrisa, al mismo tiempo que acomoda los tirantes de mi vestido de tul color rosa—. Queda con tu personalidad este vestido.
—Lo malo es que voy a morir de frío —mi cuerpo entero tiembla, al imaginar lo helado que está afuera.
Hace unos días ha nevado en las montañas, lo que logra disminuir la temperatura aún más en la ciudad. Hasta las uñas te queman con lo helado que se pone.
