Dos personas.
Dos mundos opuestos.
Una relación falsa.
Una noche de fiesta ha bastado para dar un giro impredecible en la vida de Nicole Carson y Maximiliano Dimitriou, una estudiante universitaria y un magnate hotelero.
Uno nunca se ha enamorado y...
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El viaje de la universidad al restaurante es, al parecer, el más largo que estoy vivido a mis veinticuatro años. No sé como es que Maximiliano y yo podemos compartir el mismo espacio sin que uno de los se desate. Literalmente.
De seguro, el inocente de Roberto puede notar la tensión entre nosotros. Si es posible, hasta Ethan y William lo notan, y eso que ninguno de los dos va en el mismo auto.
Lo peor de todo es ¿por qué carajos seguimos fingiendo demencia?
No sabría como responder a eso. Sé que Maximiliano no se avergüenza de mi pasado, no me va a rechazar como Mac, ni tampoco demuestra no sentir nada por mí. Todo lo que expresa es pieza clave para identificar que está enamorando mí tanto como yo lo estoy de él.
Lo que sí sé, es que prefiero quedarme callada a preguntar acerca de qué clase de acertijo complicado es nuestra relación.
Detesto no ser tan valiente cuando se trata de confesar sentimientos. Quizá por eso he llegado a esta edad sin antes haber estado en una relación amorosa. Siempre decido el camino seguro, que tomar el camino lleno de piedras y baches.
Maximiliano, al igual que el último viaje juntos, tiene su mano alrededor de mi muslo. Aún cuando mi pierna no es delgada, sino gruesa, sus dedos casi cierran enteramente mi piel como si fuera una liga decorativa.
Por poco y se me escapa un jadeo cuando aprieta sus dedos.
Lo observo de golpe, a punto de reñirle que pare, pero no digo nada tras él tomar la palabra antes que yo.
—Te tengo dos sorpresas.
—¿Dos?
—Uh-huh. Te voy a decir la primera —sus dedos aligeran el agarre. No me asombraría si me dejara algunas marcas con eso de que soy sensible de la piel—. Nos vamos a Londres el próximo lunes.
¡Londres! ¡La próxima semana!
¿Por dónde empiezo a expresar lo emocionante que suena viajar? Es la primera vez que saldría del país y, mejor aún, lo haré con un hombre que inició siendo un desconocido y terminó siendo el que se robó mi corazón.
Seguro es para asistir a un evento benéfico, pero eso no quita que podemos turistear, ¿verdad? Puedo empezar a crear el itinerario de los lugares que me gustaría visitar, empezando por el London Eye o el Buckingham Palace.
Voy a perder la cabeza con tan ardua y precisa planificación.
—¿Y a qué se debe tan grato viaje? —sinceramente, no puedo creer lo neutral que me escucho cuando por dentro muero de la emoción.
—Tengo unos pendientes por allá y pensé que sería genial que vinieras conmigo.
Sus palabras suenen como si me estuviera invitado a salir. Por supuesto, una salida que incluye un viaje a otro continente.
