Dear P.
Sinceramente... esto es raro de escribir porque es algo que siempre he guardado, como ya sabes, no me gusta expresar mis sentimientos.Recuerdo a la perfección aquellos días en los que no sabía que existías. Parece que sucedieron hace una semana como máximo, pero no, ya pasó más de un año.
Con esta carta simplemente te quería dedicar mis más honestas palabras, porque realmente todo esto sale desde lo más profundo de mi corazón.
Seguramente recuerdes... aquellos días en los que tu inexistencia no me perjudicaba y, ¿sabes qué? Tu ausencia a día de hoy, me destrozaría de arriba a abajo. Te volviste indispensable para mi, te volviste mi vida.
Todo... todo pasó muy rápido. Tú llegaste así sin más para mi, cuando en realidad siempre estuviste ahí. Siempre estuvisteis ahí, pero no me quise dar cuenta hasta que perdí todo.
Comencemos a recordar todo por el inicio...
Yo... Era alguien... Se podría decir que normal. Tu... Siempre fuiste alguien especial debajo de alguien común.
Me veías, te ignoraba. Y así durante mucho tiempo.
Pasaban los días, los meses, y te tuve más cerca que nunca. Te seguía ignorando.
Decidí dejar de ignorarte, y te empecé a escuchar de lejos. Tus palabras... Tus palabras eran únicas, tu voz era única. Tú eras único. Y lo sigues siendo.
Escuché tus palabras desde lejos durante mucho tiempo, y un día decidí acercarme.
Teniendote cerca, me di cuenta de que eras más increíble que desde lejos. Eras excepcional. No me miraste, pero no lo necesité. El hecho de tenerte cerca era suficiente para mi.
Pasaron unos días, y tuvimos nuestro primer choque de miradas. Fue... especial. Te miré con mucha admiración, realmente te admiraba. Tú... me miraste con un pequeño brillo en los ojos que pude percibir. Me decían "look at me". Era algo como... "Mírame durante toda la vida con esa misma admiración". Y así lo hice. A partir de ahí te miré con un brillo enorme en los ojos.
Después de aquel incidente... seguí mirándote y escuchandote de lejos. Cada vez tus palabras se hacían más especiales para mi. Eran claras y limpias. Hermosas, espléndidas.
Un día nos quedamos a solas, bueno, a solas no. Había gente alrededor, pero al estar contigo... sentía que estaba en otro mundo. Sentía que solo éramos tu y yo.
En aquel momento, te hablé. Ninguno de los dos decía mucho, pero para mi, tu compañía ya era más que suficiente.
Empezamos a pasar más tiempo juntos, nos empezamos a conocer.
Yo seguía siendo muy tímida en aquel entonces como para hablar mucho sobre mi, asi que simplemente dejaba que me iluminases con tus únicas palabras.