Bajo sus pies el mundo lucia diminuto. Nueva York estaba teñido de naranja mientras el sol se escondía en el horizonte; bajo él el mundo se encontraba en un frenesí. Con cuidado movió en pequeños círculos la copa en sus manos, el oscuro liquido creo un pequeño remolino, tomo un sorbo saboreando el amargo y abrazador sabor que bajaba por su garganta, con una calada del cigarrillo en su mano izquierda observo su reflejo en el ventanal, ojos azules devolvieron la mirada mientras el humo ocultaba parcialmente su rostro. Con un ultimo vistazo a los edificios de Nueva York se giró, la vista dentro de su oficina era aun mejor.
En el sillón que tomaba gran parte de una de las paredes de su oficina ya hacia su omega, piernas cruzadas, sus manos descansaban cuidadosamente entrelazadas en su regazo, ojos verdes le devolvieron la mirada y una sonrisa se poso sobre llenos labios rosados, una sonrisa casi burlesca. El cabello de su omega creaba un halo alrededor de su cara, bucles rizados descansaban sobre sus hombros de manera suave.
Por este omega Louis mataría a cualquier persona, incluyendo a él mismo.