Nuestra querida muerte.

La despedida de un familiar está agobiando mi pecho. Tanta gente junta en un mismo lugar llorando por aquel pobre y desafortunado fallecido. Preguntándose cual fue su última triste sensación. La adrenalina de las emociones escapando drásticamente de un cuerpo sin energías. Antes de llorar, pensar que a todos nosotros nos llegará. Puede que sea el próximo. El próximo desafortunado.

Mi corazón estrujandose sin dejarme respirar. Tan asfixiante y atroz. Mi cuerpo aún caliente por la gloriosa vida, temblando del miedo de saber que esto es algo tan natural. Tan normal.
Querer cerrar los ojos y olvidar el final de la existencia. De una existencia que puede ser tanto corta como larga.

Que deprimente que es analizar nuestra querida muerte. Una vida que tiene un ciclo, que se irá repitiendo una, otra y otra vez. Inevitablemente de nuestros sentimientos. Inevitablemente de nuestras lagrimas.

Me levanto de esta pequeña silla. Paso a través de estas personas, algunas que conozco, otras que no relaciono conmigo. Y, por tan solo un momento, respiro lo mismo que hay cerca de este cajón decorado con unas delicadas flores bancas. Gracias a eso, comprendo que no hay ninguna conexión entre ese frío cuerpo y este ser.

Me pongo en blanco, mis ojos no saben hacia qué dirección ir. ¿Por qué no puedo lidiar con saber que ya no queda más de él, más que un cuerpo sin vida?. Quizás un triste departamento, unos tristes animales y unos tristes familiares. Pero falta el. Falta su presencia. Solo hay un inútil cadáver que de apoco se va desintegrando junto con miles de otros.

Parece una dulce sintonía, la sincronización de los cuerpos para provocar llantos. Para provocar dolor. Esto pasa gracias al desafortunado amor. Al desafortunado cariño. ¿Por qué querer a alguien que se va a terminar yendo?.
El tiempo es una guillotina que va bajando lentamente, acercándose cada vez más a que se salpique otra penosa muerte. Aquel que baja esa guillotina es la cruel realidad, que no se detiene a escuchar quejas o excusas para retrasar lo que debe ocurrir. El cerrar tus puños y saber que vas a tener que guardarte tanta impotencia. Tantos sentimientos.

Es increíble  como es que el ser
humano es tan débil e inepto. Detesto el querer a otra persona y tener que sufrir por su pérdida.

Puede que nos desespere, puede que nos deprima. Puede que estemos calculando el tiempo cada segundo que pasa. Viendo el reloj y de tanto estarlo observándolo aprendernos cosas del mismo que antes ignorabamos.
La vida pasa rápida, es corta. Pero la muerte y falta de existencia es eterna.
Tan tristemente larga que quema mi cuerpo. Lo desintegra y lo hace desaparecer.

Un cadáver mezclándose con la tierra, cremandose o descomponiendoce de manera natural.
Si quiera esa parte de tu persona queda.

Así que, tan solo nos queda esperar nuestra despedida. Tan solo nos queda esperar nuestra querida muerte.