Biblioteca Naegami

Rosas sin olor - Parte 1

Lo sentimos, pero por el momento no le necesitamos - exclamaba el hombre de manera desinteresada mientras tecleaba en su computadora.

¿Puedo saber el motivo? - hablan algo exasperado el joven.

El imponente entrevistador detuvo sus acciones para mirarlo tratando de encontrar la mentira correcta o eso pensaba togami - lamento decirlo pero no cumples con las capacidades necesarias para el puesto.

Togami no cambio su expresión seria en ningún motivo, pero los papeles que estaban en sus manos sufrieron las consecuencias de todo el enojo contenido en el joven - ¿que no cumplo con las capacidades necesarias? Sabe con quién habla, siquiera leyó al menos el puto papel en sus manos.

Disculpe, pero no le permitiré que - togami se levantó de su asiento golpeando la mesa con sus manos.

¡NO!, ¡usted me escuchará a mí! - reclamo autoritario - me gradué con honores y antes de tiempo en una de las mejores escuelas que existen, cuento con las recomendaciones de todos mis profesores e incluso premios por mis conocimientos, creo que demuestro una inteligencia superior a la del resto - sonrió arrogante - y usted me dice que no tengo lo necesario, a mí me parece que es otro detalle el que sucede, le exijo que me lo diga

El hombre suspiro derrotado, vaya que el rubio tenía un carácter bastante fuerte para ser un simple beta, ¿que si leyó su curriculum?, claro que lo hizo y fue uno de los más impresionantes que había visto en su vida ese chico bien podría convertir a esa pequeña empresa en una líder mundial, pero había un solo detalle, un problema que el joven tenía para lograr ser el mejor y que la sociedad no pasaría por alto sin importar cuan bueno fuera.

seré claro usted, jamás lograr ocupar un cargo así en ninguna empresa o en cualquier lugar, no importa cuánto lo deseo o lo duro que trabaje el éxito no es para los de su clase

Aquello fue una puñalada para togami, en el fondo sentía que ya lo sabía pero escucharlo era aún peor de lo que imagino pues nunca es fácil escuchar como alguien te limitaba solo por una característica que parecía ser absurda, que sobre pusieran el estatus por el talento o el conocimiento y todos sus esfuerzos no fueran suficientes.

No eres un alpha togami byakuya, si quiere mi opinión solo confórmese con ser un oficinista - el rubio guardó silencio y con toda la dignidad y el orgullo que tenia decidió finalizar con aquella escena - es todo lo que puedes aspirar, no importa lo que pienses o lo que yo diga, así son las cosas y nada lo cambiara, acéptelo de una vez.

¿Eso es lo que usted piensa? Pues le diré que está muy equivocado, yo les demostrare de lo que soy capaz - finalizó el rubio antes de irse por aquella puerta, las ganas de llorar se volvían cada vez más intensas, realmente se sentía un total fracaso, ya eran varios lugares en donde solicitaba trabajo y lo único que recibía era rechazos con falsas excusas que le decían a cualquiera e incluso promesas de llamadas que sabía jamás pasaría.

En el transcurso de su camino a casa decidió que lo mejor era tratar de tranquilizarse, pues no quería molestar a su familia con sus problemas o que le vieran con pena, a lo lejos diviso una pequeña cafetería que logro llamar su atención, su ambiente parecía tranquilo y el lugar se encontraba decorando en diversos tonos verdes y cafés, cualquiera que fuera el motivo de sus ganas por entra a aquel lugar no le importaba solo quería tomar un café amargo mientras se dejaba hundir en desesperación.

Quizás si debía hacer lo que le decían y conformarse con lo único que podía conseguir, de todos modos ¿qué caso tenía seguir tras algo que era imposible y una total perdida de su tiempo? al menos así podría tener una vida tranquila con lo indispensable, el realmente no quería desperdiciar sus mejores años en constantes derrotas ni mucho menos en sentirse insatisfecho con su vida, pero no había nada que le ayudará, no había nada que el pudiera hacer.

Dejo que su cabeza golpeara la mesa y no se levantó cundo el mesero llegó para pedir su orden, con palabras secas ordenó un café oscuro tan amargo como su ser, al poco rato la persona llegó con su pedido sorprendiéndolo al encontrar su café combinado con un poco de crema y acompañado de un pequeño postre.

Yo solo ordene un café - miro al mesero algo descolocado, esos ojos verdes le veía con dulzura y mostraba un sonrisa tranquila que le relajo al menos un poco.

Lo sé, pero un budín no viene mal y el café es mejor acompañado con poco de crema.

Sabe, no me gusta el budín - trato de retar togami, no teniendo las ganas de mostrar amabilidad aún si la persona en frente no se mereciera su trato, pero a veces la frustración trata de salir de la peor forma.

Debería darle un oportunidad, es bueno después de una dura tempestad - sonrió comprensivo ante el atractivo desconocido que se tensaba ante sus palabras, desde lejos podía notar su desánimo y no había necesidad de ser un genio para saber que no había tenido un buen día, después de todo la tristeza siempre es pasajera - y sonría, ningún mal es eterno a menos que usted así lo decida.

Aquellas palabras fueron inesperadas, "ningún mal es estreno", sentía un calorcito en su pecho pues una simple frase era lo que necesitaba para no rendirse, una suave voz que le dijera que todo estaría bien, alguien que le diera un poco de esperanza en medio de tanto desesperación.

Una ligera sonrisa apareció en su rostro - gracias

No es nada, el postre va por la casa - mientras se retiraba togami pudo percibir un ligero aroma casi imperceptible, en su mente retumbo una única palabra "omega" - ¿será que?, no, seguro solo fue mi imaginación.

Debía ser un mentira ya que aquel aroma solo duro un instante, debía ser el olor de las bebidas que quedó impregnado en el uniforme del castaño, claramente el chico era un beta como el, aun así ese aroma quedó grabado en su memoria, chocolate caliente, una fragancia dulce, cálida y encantadora como la actitud del mesero que lo atendió.