6 - PROTECTORES

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Kael

Lo reconozco. Después de haber probado sus labios, me he vuelto adicto a ella. ¿Cómo puede haberme enganchado de esa manera? Por desgracia, me ha dejado bien claro que no quiere nada conmigo y no le culpo. Según ella, yo soy el motivo por el que su hermana se fue de casa y le utilizaron. Mientras tenga ese pensamiento en su mente, me va a guardar rencor, por lo que prefiero esperar a que las cosas se calmen para volver a intentarlo. Aunque debo reconocer que me encantaría tenerle ahora mismo en mis brazos.

Lo primero es lo primero, Kael, y la princesa está en peligro. Debo hablar con el resto, avisarles de lo que hemos visto y pedirles ayuda. Sé que prometí a la reina que cuidaría de la princesa, pero creo que esto me viene demasiado grande. Yo sólo no voy a poder.

Entro al salón donde están todos reunidos. En cuanto me ve, Nicolae se acerca a mí.

—¿Estás bien, Kael? Te veo muy apurado.

—Sí, yo... —reconozco con nerviosismo. Todo esto me resulta muy difícil.

—Espera. ¿Por qué no te sientas y te tomas una copa? —me sugiere cogiéndome del brazo y acercándome a un asiento —. Te sentará bien.

Asiento sin mediar palabra. Tiene razón. Necesito calmarme.

Me tiende una copa de whisky y, cuando pego un trago, me quedo mirándolo asombrado.

—¿Éste es el whisky de Drogo? —pregunto. Nicolae asiente. —Había escuchado a la reina hablar de él, pero nunca imaginé que sería tan delicioso.

Mi comentario arranca varias risillas, lo que ayuda a que me relaje un poco.

—Cuéntanos, Kael —me pide Viktor mirándome fijamente. Debo reconocer que impone sólo con su presencia. —¿Algún problema con el cuerpo de Cris?

Sacudo la cabeza inmediatamente negando.

—No se trata de eso —respondo —. Es más bien la princesa.

—¿Christen? ¿Le ha pasado algo a mi nieta? —pregunta Rose asustada.

—Tranquila. Está en su habitación, pero ha pasado algo...

—¿Qué? —exige Camile. 

Doy un brinco en el asiento al escuchar el grito de la temible jefa del consejo. Ya le había visto alguna vez antes, pero debo reconocer que no pasa desapercibida para nadie. Toda ella es autoridad.

—Había un grupo bastante numeroso de demonios en el lago. Iban buscándola.

Toda la sala se convierte en un murmullo, lo que me pone nervioso, por lo que decido hablar.

—Escuchen todos —digo poniéndome en pie —. Su majestad me había hablado mucho de ustedes, por lo que es como si ya les conociera. Del mismo modo, comprendo que ustedes no han oído hablar de mí, por lo que entiendo que desconfíen.

—¿A dónde quieres ir a parar? —pregunta Viktor entre molesto e intrigado.

—Quiero ir a parar a que la reina me encomendó la protección de la princesa. Sé que ella confiaba en mí, pero eso no se extiende a ustedes. Además, me da la impresión de que esto se sale de mis capacidades. Comprenderé que sean ustedes los que quieran encargarse de semejante labor, ya que yo soy un completo desconocido, pero quiero que sepan que soy fiel a su majestad y que haré todo lo posible para cumplir sus órdenes. Me encantaría que me permitieran seguir siendo su escudero, pero para eso necesito ayuda.

Toda la sala se sume en un absoluto silencio. Sé que están analizando lo que les he contado y decidiendo si soy digno de asumir semejante responsabilidad y no les culpo. Incluso yo me siento incapaz. Pero no debo dejarme llevar por el orgullo. Es por eso que he solicitado ayuda. Era lo único que podía hacer ante esta situación.

DC XII:LA REINA DEL MUNDO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora