Especial Jo y Fritz

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Fritz tocaba el piano sin saber que Jo estaba justo detrás de él oyendo atentamente la melodía.

—No te había visto. —El alemán dejó las teclas y se giró a Jo, ella se sentó cerca.

—Continúa, por favor —suplicó—. Me recuerda a mi hermana Beth.

Fritz sonrió y continuó tocando, Jo le escuchaba hasta que sacó su teléfono y frunció el ceño brutalmente.

—¿Todo bien, Josephine? —preguntó Fritz observando a la joven.

—Jo —corrigió ella—. Y sí, va todo bien, es solo que... da igual.

Fritz se levantó del taburete y se sentó al lado de Jo, ella suspiró y lo dejó salir.

—¿Sabes lo que es Wattpad? —preguntó, Fritz asintió—. No tengo muchos seguidores y pocas personas leen mis historias, pero había una persona que sí lo hacía. Una que siempre me apoyaba. Ahora es un hater.

A Fritz se le formó un nudo en la garganta.

—¿Un hater? ¿Por qué? —preguntó él nervioso.

Jo se levantó y comenzó a pasearse por la habitación.

—Un hater porque solo me dice que he empeorado, que ya no soy la de antes —suspiraba ella—. Si solo supiera lo que estoy pasando.

Fritz tragó saliva.

—Desde que gané un concurso de literatura, me dicen lo que tengo que hacer y mi sueño es triunfar como escritora, ósea, tengo que obedecer... —continuó Jo—. Y cuando pensé que ese perfil me apoyaría más que nunca... solo dice cosas malas de mí.

—Tal vez a ese perfil le gustaba como escribías antes porque escribías tú misma, no lo que te obligaban otros —apuntó Fritz, Jo paró en seco y se giró a él confundida.

—¿Tú crees? —preguntó ella.

Fritz asintió.

—Además deberías escribir como tú quieres, no como te ordenan —añadió, Jo se encogió de hombros.

—Pero ya me lo han dicho —respondió—. Eso no atrae a la gente.

—A mí sí, quiero decir al perfil ese que no sabemos quién puede ser de Wattpad. —Fritz notó como se le subían los colores, Jo frunció el ceño.

—¿Tú? ¿Eres mi hater?

—Yo prefiero llamarlo crítico...

—¿Y por qué eres así? —preguntó Jo—. ¿Por qué me tratas así? ¡Estoy escribiendo para ganar dinero a mi hermana! En Wattpad subo algunas cosas de las que me publican y tú solo dices que he perdido el talento.

—Entiendo lo que es tener una hermana enferma. —Jo miró a Fritz con los ojos lagrimosos—. Estoy aquí porque tengo que cuidar a mis sobrinos, son huérfanos de padre y si ella no mejora...

Fritz apretó los puños, a Jo no le hizo falta que acabara.

—Lo siento...

—Yo también.

Se regalaron ambos una sonrisa, pero no fue suficiente. Jo empezó a pegarse en la palma de la mano con el móvil.

—¿De verdad piensas que estoy empeorando? —preguntó ella con tristeza, Fritz se sintió estúpido, pero ya no podía echarse atrás.

—No —respondió él—. Pienso que te estás escondiendo en algo que no eres con la máscara de la presión social.

Jo asintió con tristeza.

—Lo he pensado y... —La chica se dejó caer en un sofá, luego miró a Fritz—. Creo que lo dejo.

Fritz no daba crédito a lo que oía, había observado el talento de Jo no podía dejar que se hundiera por el tiempo difícil que pasaba.

—No lo hagas, Jo —suplicó él.

Jo apretó una almohada contra su cara, frustrada.

—Créeme que quiero —dijo ella—. Pero no puedo por el dinero y porque... ya todos saben que me gusta y los decepcionaré.

—A mí desde luego —murmuró Fritz de forma de que Jo no la oyera—. Escúchame —añadió, después para ella, ella levantó la mirada—. Escribir es tu pasión, pero ahora no lo haces por pasión, sino por obligación y todos odiamos las obligaciones.

—Si así no lo veo... creo que lo mejor es dejarlo. —Los ojos de Jo estaban llenos de lágrimas—. No me veo como siempre había imaginado. Yo...

La mano que Fritz le apoyó en el hombro arrancó a Jo una sonrisa.

—Son tantas cosas —confesó ella—. Mi mejor amigo se ha ido con mi hermana a Europa y a mí me dijo que iría conmigo, luego lo de Beth y yo...

—¿Por qué no lloras?

—No quiero hacerlo —dijo Jo con un sollozo.

—Te hará sentir mejor.

—¡Mi hermana está con mis padres muriéndose y yo solo hui de casa por miedo a Laurie! ¡Que no ha servido de nada porque ahora está en Europa con Amy! —Las lágrimas de Jo empezaron a descender—. ¡Mi pasión se estás volviendo una tortura y ya casi no tengo ganas de vivir! ¡No, si Beth no lo hace!

—Jo, por favor...

—Por eso estoy triste, Fritz, por eso no quiero llorar, no quiero que todos lo sepan, pero necesito ayuda. —Jo hipó varias veces antes de relajarse—. Pero ya no sé dónde encontrarla.

Fritz envolvió las manos de Jo en las suyas y notó que estaban frías y temblaban. Ella le observó con la cara roja y los ojos hinchados del llanto. Fritz no podía dejar que viviera sola esa batalla.

—Me tienes a mí.

Y con una sonrisa, Jo se lanzó a abrazarlo.

Mujercitas de Luisa May Alcott (Contemporáneo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora