Camino bajo el frío, mis huesos me calan, pero no me importa. Me siento traicionado, mi abuelo nos abandonó casi cuatro meses cuando dijo que sólo sería uno y estoy seguro de que ni siquiera estaba en Europa, él no nos escuchó y trató a Kennedy como una delincuente. Camino por un buen rato, las calles cada vez están más solitarias. Después de unas horas caminando me encuentro frente a la casa de Pierce, es pequeña de un solo piso. Toco la vieja puerta de madera de manera insistente.
—¡Tengo un arma! —Grita Pierce desde dentro—. Será mejor que se vaya.
—Pierce soy yo.
—¿Ethan? —Escucho los cerrojos de su puerta correrse. Pierce se asoma, tiene los ojos rojos por el sueño y un arma en la mano derecha—. ¿Qué haces aquí a estas horas? —Me mira mejor y se percata de que no traigo mi carro y tengo la nariz rota—. ¡Te asaltaron! —Niego con la cabeza.
—¿Quién es, Stuart? —Una voz de mujer se escucha muy cerca.
—Mi jefe, mamá —Pierce se hace a un lado y me deja pasar. Su casa es bastante pequeña, paso mi vista por todo el lugar en uno de los sofás hay cobijas creo que ese sofá es la cama de Pierce. Él carraspea, volteo a verlo y por primera vez en mi vida lo veo sonrojarse—. ¿Tu abuelo te echó? —Aunque parece pregunta es una afirmación.
—Sí algo así... —ahora que lo pienso mejor, yo solo me eché—, supongo que los encontró y también los echó ¿no? —Pierce se rasca la cabeza, su pijama es una camiseta con un agujero y un short cubierto de pintura.
—No del todo, nos dijo que fuéramos a casa, que necesitaba hablar con ustedes ¿Crees que me despida? —Agrega con preocupación.
—No creo, ustedes no hicieron nada malo —intento tranquilizarlo.
—¿Y entonces...? —Empieza, pero se calla en cuanto una mujer de cabello pelirrojo como él y ojos caobas se asoma. Para ser la madre de Pierce se ve muy joven. Pierce tiene dos años más que yo. Me levanto de inmediato y ella me mira con un ligero rubor en sus mejillas.
—Buenas noches —dice con voz tímida, apenas me percato de la hora, son las dos de la mañana.
—Señora —debo de tener un aspecto horrible—, perdón por aparecerme así, creo que es mejor irme...
—¡Oh no, no! Stuart no seas grosero con tu jefe y ofrécele algo —Pierce se levanta de inmediato y va a la cocina mientras su mamá se sienta y me mira fijamente—. ¿Tenemos que llamar a la policía? —Señala mi nariz y niego sonriente.
—No, esto fue un accidente —recuerdo con amargura—, muchas gracias señora...
—¡Ah que bruta! Me llamo Rose –me sonríe maternalmente.
—Mucho gusto, soy Ethan McLean —ella se ruboriza más y asiente.
—Ya lo sabía, Stuart habla mucho de usted y cuando Kennedy venía por acá siempre lo mencionaba con cariño. Incluso una vez ella me mostró una foto de ustedes, tenía mucha ilusión de que volviera cuando terminara la universidad —me muestro sorprendido. Mi Kennedy siempre tan preciosa—. Estamos muy agradecidos por la oportunidad que le dieron a mi muchacho —esta vez soy yo quien se ruboriza—. Gracias a este trabajo pronto podremos mudarnos a un mejor sitio.
Me siento azorado. Veo con detenimiento esta casa y la abrupta realidad me golpea. Toda mi vida conviví con personas de mi estatus social, siempre estuve en mansiones, siempre iba en auto o en taxi, si teníamos flojera de manejar. Siempre cenando en lugares caros, asistiendo a buenas escuelas, a conciertos, operas y lo único que hice para merecer todo eso fue haber nacido como McLean. La vida sin mi abuelo va a ser tremendamente difícil.
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Por favor, regresa y quédate
RomanceDurante 10 años han vivido juntos, han sido los mejores amigos, cómplices en todo o eso es lo que ambos creían... Cuando Ethan regresa de la universidad siendo un abogado consumado y sobre todo frustrado, descubre que aquella muchacha que era su mej...