Arquera vs maga

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–¡Malditas hormigas!– masculló la mujer-rata, obviando que era ella quien las había conducido hasta ese túnel y provocado.

Usó su poder para reforzar los hechizos, esperando que se cansaran y se marcharan. Pero si algo son las hormigas es persistentes.

Al principio, se había mostrado confiada, pero poco a poco dicha confianza había ido desmoronándose, junto a los hechizos de protección. Intentó hacer estallar uno de ellos, dañando así a las hormigas de alrededor. No obstante, lejos de amedrentarlas, siguieron atacando la roca con la misma intensidad.

Poseía gran número de artefactos que contenían diferentes tipos de magia, y que usaban para ocultar su rastro o crear los hechizos de protección. Sin embargo, se le estaban agotando y las hormigas seguían allí, en la única entrada, en la única salida.

El pánico se había apoderado de ella, olvidándose de la dríada que se iba desangrando poco a poco. Fue cuando un pequeño agujero se abrió que empezó a temblar, temblor que se volvió incontrolable cuando apareció la pata de una hormiga.

Sin ser capaz de controlarse, lanzó con desesperación un hechizo eléctrico contra la pata, hechizo que se propagó por toda la hormiga. Provocó que convulsionara y perdiera el equilibrio, pero que también dañó lo que quedaba de los hechizos protectores.

Respiró aliviada, algo más confiada, creyendo que había conseguido repelerlas, que podía enfrentarlas. No obstante, no tardó otra hormiga en coger el relevo de la primera, que aún estaba recuperándose.

El agujero empezó a agrandarse y grietas surgieron por la piedra que bloqueaba la entrada, hasta que colapsó.

Aterrada, la mujer-rata retrocedió un par de pasos. Por suerte para ella, la entrada era demasiado pequeña para aquellas hormigas, pero éstas no tardaron en iniciar el trabajo de agrandarla. Si en algo eran expertas, era en ello.



Detección de Vida era incapaz de atravesar la piedra y hechizos, por lo que no sabían que podía haber detrás de la pared que golpeaban las hormigas. Lo que sí sabían era que, para seguir adelante, debían deshacerse de ellas. Si no, acabarían atrapadas entre dos frentes.

Goldmi prefería no despilfarrar maná, pues sus reservas, aunque no críticas, estaban bajas. Así que se bajó de la lince y empezó a disparar las flechas normales que aún le quedaban, apuntando a los ojos de las hormigas, mientras que la lince avanzó hacia ellas.

Varios de los enormes insectos se volvieron hacia ellas, atacándolas, aunque sólo podían hacerlo de dos en dos. Goldmi se ocupaba de cegar y confundir a las hormigas, mientras que su hermana atacaba con ferocidad, aniquilando una hormiga tras otra.

La elfa reservaba maná y energía para lidiar con las que iban llegando desde atrás. Al principio, era fácil, pues venían poco a poco, pero pronto empezaron a aumentar en número.

Mientras, las que se enfrentaban a la lince habían ido disminuyendo, así que decidieron que podían intentar abrirse camino. La arquera avanzó, creando varios Abismos de Viento por el camino para retener y dañar a las que llegaban. Luego se volvió, atacando con flechas primero a las hormigas, pero luego uniéndose en el cuerpo a cuerpo a su hermana.

Reservaba el maná para invocar un par de Tornados y ganar más tiempo mientras avanzaban, mientras usaba su energía para rematar a una hormiga que había caído al suelo, al ser sus patas seccionadas por las mandíbulas de su hermana.

Vieron entonces como otra hormiga también caía al suelo, atacada por algún tipo de hechizo, y otra ocupaba su lugar. Cuando acabaron con otras dos, ésta ya había abierto un boquete e intentaba ampliarlo.

Mientras, tres de las trampas de viento habían sido activadas por las hormigas que llegaban, y sólo quedaban dos más para retenerlas. Fue entonces cuando las dos hermanas se miraron.

–¿Vamos?– sugirió la elfa.

–Ve tú primero– exhortó la lince.

Ésta llamó la atención de las hormigas, mientras la elfa usaba de nuevo las dos habilidades de Camuflar para infiltrarse entre las hormigas y llegar al agujero.

Lo primero que vio fue a la mujer-rata, que parecía aterrada, y que se quedó totalmente paralizada cuando percibió una figura entrando por el agujero. A pesar de Camuflar, había luz en el interior de aquella pequeña cueva, y sumando el contraste y el movimiento de la elfa, era suficiente para ser descubierta.

Goldmi miró un instante hacia la mujer, pero pronto sus ojos se dirigieron hacia la figura que yacía acostada, y a la que estaban extrayendo su sangre.

Su mirada volvió hacia la mujer-rata, que dio un paso hacia atrás. No sólo el Camuflaje se había dispersado, sino que la mirada de la elfa estaba llena de ira.

La arquera dio un paso hacia delante, arco en mano, acabando de entrar por el agujero, y esquivando a la hormiga que quería alcanzarla desde atrás. Las flechas surgieron del arco en dirección a la maga, que reaccionó a tiempo para alzar un escudo.

–Una maga. Es más eficiente cuerpo a cuerpo– musitó para sí Goldmi, recordando el conocimiento del juego, los consejos de Eldi y, sobre todo, de Gjaki. Si alguien era experta en el uno contra uno, esa era Gjaki.

Disparó tres Flecha Lentas, no sólo porque fueran más poderosas, sino porque eran lentas. A continuación, guardó el arco y se abalanzó contra su enemiga con Arremeter, empuñando espada y daga, al mismo tiempo que llegaban la flechas.

El escudo paro el golpe, en incluso aguantó MultiEstocada, pero sólo la primera vez. Aunque aterrada, la maga reaccionó con Mar de Rayos, un ataque eléctrico a corta distancia. Para enfrentarse a él, la elfa confió en Ataque Serpenteante y Barrera Ciclónica. El primero esquiva, bloquea y ataca. El segundo es capaz de bloquear o debilitar unos pocos ataques.

Goldmi apretó los dientes para soportar los restos de la electricidad que la habían alcanzado. Eran como pequeños calambres, pues tan sólo llegaron poco y debilitados. A su vez, clavó la espada profundamente en el hombro de la mujer-rata.

–¡Aaaaargh!– gritó ésta, consiguiendo dar un paso atrás y desclavar la espada, pero sangrando abundantemente.

Miró hacia la dríada, pensando en usarla como rehén, pero un Golpe de viento le hizo perder el equilibrio. Inmediatamente, una sombra se abalanzó hacia ella, agarrándole el cuello con sus poderosas mandíbulas y destrozándole los huesos.

En cuanto su hermana había desaparecido por la abertura, la lince había esquivado a las hormigas para llegar a él, entrando en el momento preciso para rematar a la maga.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora