doce

790 63 68
                                    

     Louis mantenía a Harry cosido a él a medida que avanzaban entre desconocidos. Louis estaba más que acostumbrado a moverse por antros de ese tipo pero Harry, que la última vez que hubo estado en un club tan lleno de gente fue dos años atrás, tenía el presentimiento de que si Louis se separaba de él se hundiría en un mar de extraños que se convertirían en la marea de una noche de tormenta.

     Aún no había llegado la media noche, pero el cuarenta por ciento de la muchedumbre ya estaba alcoholizada y descontrolada, y ese era un gran porcentaje. ¿Qué pasaría a las dos de la mañana? Harry tuvo que apartarse para evitar que un joven no mucho mayor que él le vomitara encima. Qué asco.

     ―Ugh.

     ¿En qué clase de lugar lo había metido Louis?

     Se movía con tanta parsimonia como cuando estaba en casa.   

     ―¿Sueles venir con frecuencia a este lugar? ―preguntó Harry.

     Louis tuvo que hacer un esfuerzo por escucharle. Nicki Minaj le estaba reventando los tímpanos.

     ―Una vez cada dos meses o cada tres, no mucho―contestó.

     ―¡Por fin! ―interrumpió una fragorosa voz cerca de ellos―¡Señores y señoras, Luisa Tomlinson está en la casa!

     ―¿Luisa? ―Harry arrugó el entrecejo.

     Louis puso los ojos en blanco, pero sonrió. Agarró al chico rubio que se desplazaba hacia ellos tropezando con sus propios pies y le dio una palmada en la espalda.

     ―Harry, este es mi compañero de apartamento, Niall.

     Harry casi se atragantó.

     ¿Iba a tener que pasar la noche en el apartamento de ese borracho con cara de ángel caído del cielo? ¡Socorro!

     ―Niall Horan―el chico le tendió la mano. Su sonrisa era tan estúpida que Harry no supo si reír o llorar.

     ―Harry Styles―cuando fue a darle la mano, Niall dejó caer la suya inconscientemente.

     ―Whoops―dijo. Luego rió―. Mi mano acaba de morir, pero que sepas que estuvo encantada de conocerte por unos segundos, Harry. Eres toda una princesa. Ah, y Lucrecia―señaló a Louis―, feliz cumpleaños. No tengo ningún regalo para ti más que mi amor incondicional.

     ―Ya me vale con eso―respondió Louis.

     ―Genial. Seguidme. Tengo una mesa reservada para nosotros.

     ―¿Dónde están los demás? ―preguntó el cumpleañero mientras avanzaban.

     ―Algunos nos esperan en la mesa. El resto aún no ha llegado.

     Alguien empujó a Harry y éste se hizo a un lado y se separó de Louis por obligación. Louis lo atrapó por la muñeca extendiendo el brazo y colándolo a través de varios cuerpos. Lo cogió en el momento en que un hombre de ojos oscuros clavaba la mirada en él, una mirada fría y pretenciosa.

     Nadie tenía derecho a mirar a Harry de esa manera. Nadie.

     Lo atrajo de nuevo hacia él y le pegó los labios al oído, el aliento de Louis era caliente.

     ―No te alejes mucho―le susurró―. Hay muchos depredadores sueltos en este lugar.

     La expresión en el rostro del joven era pura turbación. Miró a su alrededor, y los vio; vio a hombres acercándose lentamente a otros hombres, a chicos recién salidos de la adolescencia, a mujeres. En sus intenciones se leía claramente lo que querían, y las respuestas de sus víctimas no eran las que esperaban. Una chica a la que un hombre le había puesto la mano en el trasero lo empujó por los hombros y le gritó un par de insultos por encima de la música. Harry se estremeció y seguidamente notó un apretón tranquilizador en la mano.

Mariposas Perdidas | Louis & HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora