Sunshine of April

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La tensión se podía palpar en aquella casa alejada de la ciudad. Todos los jóvenes que se encontraban dentro se miraban entre si con curiosidad, a excepción de algunos que miraban el suelo de la cabaña. Nadie sabia porque estaba ahí, nadie sabía verdaderamente quienes eran ¿Alguien verdaderamente lo sabe?
Los minutos pasaban lentos para la mayoria, pero la espera merecía la pena, eso si que lo sabían.
La puerta abriéndose sobresaltó a todos y con curiosidad miraron quien era la misteriosa persona que los había citado.
Una señora de unos 70 años los miraba con una mezcla de orgullo y de estar ideando algo. La mujer era regordeta y llevaba el pelo recogido en un moño elegante, descansando en el puente de su nariz, se encontraban unas gafas redondas, que le daban un aspecto tierno.
-Me alegro de que estéis aquí, ciertamente estoy muy sorprendida de que hayáis acudido todos, pero yo sabía que podía confiar en vosotros -hizo una pequeña pausa para contemplar sus curiosas caras- bueno, si no os habéis dado cuenta ya, aquí estáis todos los jóvenes especiales del pueblo. Cada uno tenéis una habilidad oculta, o no tan oculta, ¿verdad, señorita Anderson?- miró directamente a una chica rubia, que se encontraba justo a su derecha, y en seguida todas las miradas se dirigieron a ella- Vamos querida haznos una demostración de lo que sabes.
La joven miró directamente a los ojos de la señora, con cierto temor en ellos, de repente chasqueó los dedos y todas las velas que alumbraban la cabaña se apagaron, no se podía ver nada, pues era de madrugada. Entre todas las exclamaciones de asombro, la chica volvió a hacer el mismo gesto, devolviendo así la luz a las velas, dejando al descubierto las sorprendidas cara de los jovenes.
-Como veis, ella ya ha despertado su poder...
-¿Cómo sabemos que esto no es una broma? Y, ¿Quien es usted? Aún no se ha presentado correctamente- preguntó un joven de pelo castaño y con unas gafas que le daban un aspecto intelectual.
-Oh si, es cierto señor Richard, tan perspicaz como su abuelo...si señor...-respondió la mujer, dejándolo asombrado- Mi nombre es Sunshine of April, pero prefiero que me llameis Miss Sun.
Una leve carcajada sonó en toda la sala, no era un nombre muy común, el ambiente de la sala se relajó un poco.
-Y como se llamaba su madre, ¿Hot of July?-preguntó un chico de pelo castaño, que estaba sentado en el suelo, en una posición bastante chulesca. No era la primera vez que hablaba, cuando estaban esperando a la anciana, estuvo lanzando puyas y bromeando con todo el mundo.
-Señorito James no se comporte asi, me consta que su padre, que en paz descanse, no lo educó así- Nadie llegaría a saber cuanto sabía esa mujer de todos ellos...
Una chica pelirroja de aspecto nervioso, paseaba su mirada inquietamente por toda la sala, deteniéndose de vez en cuando en James. Miss Sun la observó atentamente y solo tardó un par de segundos en reconocerla.
-Oh Theresa, querida, no te había visto, tu ya descubriste tu poder, ¿verdad?-la joven asintió con la cabeza, pero aun asi, no hizo ningún gesto para hacer algo- no seas timida, vamos, estoy segura que sera algo excepcional- Miss Sun la animó con una sonrisa en su cara.
Theresa se sonrojó, después se quedó mirando un cuadro y se concentró en el, de repente comenzó a arder y todos los jóvenes gritaron asustados por miedo a que la cabaña de madera se consumiese en llamas con ellos dentro. Una chica de pelo rizado que se encontraba en la otra punta de la sala, casi por instinto, sopló en dirección al cuadro y este se empapó como si le hubiesen echado un cubo de agua fría.
-Y aquí tenemos a la primera pareja, me alegro mucho- exclamó Miss Sun.
La gente estaba asombrada por todo aquello, y extrañados por las palabras de la anciana.
-Ahora que empezáis a creerme creo que es hora de que os explique todo en condiciones...

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