Paisaje de óleo sobre tela

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Graham se encontraba sentado sobre un tronco, lo que quedaba aferrado a la tierra mediante sus raíces evidenciando que alguna vez allí hubl un enorme árbol que fue talado.

Se había fugado a medio camino de llegar a la escuela, así que se devolvió a casa y cerca del medio día llevó su atril, sus pinceles, sus oleos, su cámara instantánea, un pequeño lienzo y se instaló en un parquecito cerca del río.

La vista era hermosa y muy natural, llevaba todo bastante avanzado, comenzó pintando el pasto y los árboles, pero ahora necesitaba el azul, quería que aquel cuadro captara el río y su color justo en aquella hora, la forma en que los rallos del sol le daban vida reflejando en él el color del cielo, buscó en su bolso y rebuscó, pero no podía encontrar los tonos que sabía que necesitaría, se sintió torpe y buscó una vez más; al convencerse de su olvido, intentó también convencerse de que su trabajo no quedaría tan mal si modificaba un poco el color, quizás de alguna forma podría lograr aquel azul mezclando otros, pero necesitaba ver justo aquel lugar, mas cuando levantó la cabeza, la silueta de alguien le impedía ver.

No era nada grave, solo podía imaginar como era ese pequeño recuadro velado, pero era muy mañoso y el que ese aspecto no fuera como debía lo dejaba intranquilo, se supone que a aquella hora no debería haber nadie rondando por ahí.

Le daba vergüenza y miedo enfrentar a la persona que obstaculizaba su vista, tomó aire  y suspiró varias veces antes de decidirse, se acercó a paso lento y con una sonrisa nerviosa se dirigió al hombre.

-Disculpa, no quiero importunarte, pero... - entonces el otro, un joven como de su edad alzó sus ojos inmensamente azules, era hermoso, pero su semblante era notoriamente triste, la mirada era oscura, pero un brillo de lágrimas contenidas luchando por no caer de la línea de agua lo matizaba todo, ahora no sabía muy bien qué decir, de pronto el otro alzó su mano y pareció acariciar su mejilla.

- Tienes una mancha de pintura en la cara. – dijo mientras seguía observando el progresivo arrebolamiento de sus pómulos, a veces eran como la tarde y otras como la aurora, su piel era tan blanca, que supuso que era del tipo que brillaba al estar desnuda debajo del agua en un cálido día de verano, bastante lejos del bronceado alegre que gustaban de presumir las jovencitas que lo acosaban, quitó su pulgar dejando su punta coloreada y su huella digital impresa sobre la piel del otro.

Graham quiso limpiarse con la manga de suéter, pero recordó que lo iba a ensuciar.

- Yo... solo estaba... verás... - balbuceó mientras su ojos se perdían en el hermoso rostro de nariz hermosa y labios de ensueño que tenía en frente, apuntó a su atril en busca de que su interlocutor descifrara todo, de pronto una hoja cayó sobre el flequillo del rubio de chaqueta mezclilla y chiporro, Graham se apresuró en intentar sacarla a la vez que el afectado hacía lo suyo y sus manos se rozaron haciendo caer el objeto suavemente, tal como si hubiese sido empujado por la ligera briza, como si en vez de dos personas no la hubiese tocado nadie, pero lo que si se removió fue el cabello color espiga madura dejando al descubierto las razones del porque aquel joven había optado por escapar de su escuela al medio día saltando por la cerca.

- Gracias. – susurró con su voz profunda y aún serena.

- Tu frente, ¿qué te ha pasado? – preguntó Graham

- No es nada - dijo intentando ocultar el marcador permanente que había escrito "demon" acompañado por la impresión del número de la bestia.

- Puedo, puedo quitarlo. – dijo Graham luego de ponerse de rodillas, sujetar el rostro del otro con ambas manos y remover su cabello con gentileza, casi como acariciando su frente. – Acompáñame. – dijo, y le guio hasta su improvisada estación de trabajo, allí se limpió las manos con vaselina líquida, las repasó con un paño y luego otro lo humedeció con un poquito de alcohol. - ¿quién te ha hecho esto? – consultó.

- Siempre lo hacen, me golpean entre varios, me sujetan en la pared y escriben eso en mi rostro.

- Vaya. – reflexionó en tono y mirada compasiva - ¿y por qué?

- Supongo que es porque me llamo Damon y les hace gracia. No sé. – dijo con tono neutro.

- Ha de ser simplemente envidia. – dijo simple Graham.

- ¿Envidia?, ¿por qué Alguien habría de tenerle envidia a alguien así? – cuestionó observando los zapatos del castaño de lentes que le asistía.

- Porque eres realmente lindo y tienes los ojos... - contestó primero a un volumen muy fuerte que fue bajando a medida que sus oído percibieron que se estaba acusando. "del más hermoso de los azules que podría habernos obsequiado el cielo", habría completado.

- Gracias. – respondió Damon a modo de punto final para las palabras inconclusas del chico de ojos castaño enmarcados, merecidamente enmarcado por ser tan impresionantes como impresionables. – Tal vez solo sea un regalo de cumpleaños, dijo medio riendo con algo de melancolía.

- Te han de estar esperando con torta. Felicidades. – congratuló sonriente, mostrando los dientes, quién diría que alguien con esa expresión tan lastimera en el rostro pudiese esconder una sonrisa tan bella. – Supongo que... supongo que ya debes ir a casa, deben están ansiosos por celebrarte.

- La verdad es que no quiero ir.

- ¿Por qué no?, hoy es tu gran día, por seguro y habrá regalos, dulces, y un montón cositas ricas para comer.

- Mamá siempre me dice que lleve a alguien y la verdad, como veras, no tengo a nadie, ya ves que a la gente le desagrado y mamá, siempre que no traigo a nadie me mira con esa expresión... y la detesto, parece apenarse por mí y esa no es la idea .- dijo con pesar.

- Si quieres yo podría estar allí para ti, digo, eres agradable y no puedes hacerle un desaire a quienes por seguro irán a saludarte.

- Tú también me agradas, podríamos irnos ahora si quieres.

- Sí, pero... dijo Graham mirando al suelo.

- Si no quieres no tienes por qué forzarte...

- Pasa que no tengo un regalo para ti. – Dijo avergonzado,

- ¿Y eso qué importa?, qué tal ese cuadro que estabas pintando - dijo intruseando en su contenido – Gra-ham .- Dijo descubriendo por primera vez su nombre.

- Eso, eso no te lo puedo dar. – se excusó.

- ¿Por qué no?

- Porque no está terminado.

- Ah, vale, pero, ¿por qué firmas antes de terminar?

- No lo sé simplemente hoy se me ocurrió, pero ya sé qué podría obsequiarte. – Dijo rebuscando en su bolso, sacando su polaroid, entonces le fotografió una vez, esperó el revelado y le encantó la forma en que se apreciaban sus iris, pero fingió que había salido borrosa y la conservó en su bolso fingiendo que era para descartar. Luego tomó otra imagen y se la dio. - Déjala boca abajo y espera. – luego la dejó en el tronco e hizo señales a Damon para que se sentara a modo de quedar encuadrado en la imagen puso el temporizador y corrió a sentarse junto a Damon quien sonrió al instante al sentir la torpeza con que lo había hecho, se aseguraron de quedar realmente juntos y se disparó el flash. Graham corrió a recoger la imagen, ponla sobre tu pecho y espera, dijo mientras ordenaba sus cosas.

Al terminar la imagen se veía realmente nítida, dos jovencitos sonrientes, pegados uno al lado del otro, la primera de muchas fotos y la que marcaría el principio de su amistad.

- Obsérvala, es tuya – dijo Graham una vez había terminado. – Feliz cumpleaños dijo haciendo el atisbo de abrazarlo, Damon emocionado no pudo hacer otra cosa que devolverle el abrazo y reposar su tristeza y sus alegrías en sus hombros, en medio de sus acogedores brazos.  

Fin.

Compilado One Shots BlurWhere stories live. Discover now