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CHAPTER SIX
Por varias lunas los pensamientos de Helaena habían sido incoherentes.
Su cabeza no estaba en el mismo plano que su cuerpo, no oía a nadie y no prestaba atención en lo mínimo durante las lecciones. Sus tíos tenían sus ojos en ella e incluso Arianne había empezado a seguirla en secreto para asegurarse de que nada le sucediera. Sus hermanos sabían que algo extraño estaba sucediendo, sin embargo, no lograban concordar qué era el causante de aquél raro malestar en ella.
Era demasiado tarde, su dragón sin nombre ya había cenado su carne y estaba descansando plácidamente en una improvisada almohada para él.
Observó la luna mientras el viento chocaba contra su cuerpo. Su cabeza, por primera vez, permaneció en silencio; no había dudas, no sentía miedo, no había nada, era un enorme vacío negro que no la atormentaba. Por fin, pensó, un poco de paz.
La puerta de sus aposentos se abrió y ella alzó la mirada para darse cuenta de que se trataba de su tío Oberyn, él estaba cubierto por una capa amarilla que dejaba ver su rostro medio somnoliento, al ver una vela en la ventana de su sobrina, decidió averiguar qué era lo que la mantenía despierta, ahora, viéndola con los ojos tan activos y sin un rastro de cansancio, empezó a dudar del bienestar de la joven. Le había dado su espacio, la dejó permanecer en soledad y ausentarse en los momentos de comida familiar, pero ya había pasado suficiente tiempo lejos de ellos, era momento de que le dijera la verdad.
─Hela ─la saludó, acercándose a ella─, ¿No puedes dormir?
─No siento deseos de dormir.
Oberyn se sentó en la silla que se encontraba en el balcón de su sobrina, era mucho más cómoda de lo que parecía.
─¿Quieres hablarme del por qué?
Helaena lo observó y se encogió de hombros, no había muchas razones.
─La noche me parecía hermosa ─dijo─, quise contemplar la luna y la oscuridad del cielo, antes de que el sol aparezca.
Oberyn asintió, la manera en que hablaba y la forma en que su rostro había dejado de ser fácil de interpretar, le causaba conflicto. Sabía que hablaba con su primera sobrina, pero no sentía que estuviera del todo ahí.
─¿Qué sucedió cuando ingresaste en la pira de fuego, Hela?
La niña dejó de verlo para mirar hacia la luna, mantuvo un semblante sereno pero neutro, no daba información extra sobre lo que pasaba por esa cabeza suya, sus ojos estaban relajados, completamente absortos en la belleza de una piedra redonda que reflejaba una tenue luz blanca; mientras más la miraba, más encantada se sentía.
