Giró nuevamente hasta quedar boca abajo, se acomodó por quinta vez su almohada favorita y las cobijas estaban hechas un lío. Maldito insomnio.
Se pregunta qué es lo que más le preocupa, si son las deudas, si es la salud de su madre, si es la actitud de su padre, si son los problemáticos de sus hermanos, si es el hecho de no terminar sus deberes escolares. ¿Será la pandemia actual? ¿Las consecuencias de ésta o el miedo a contagiarse?
Hay tantas cosas en su cabeza, tantas situaciones importantes que requieren su atención, y patéticamente, lo que llevaba un par de noches quitándole el sueño, en realidad, era aquél muchacho cuyo rostro no tenía el placer de conocer personalmente, aunque no tenía las agallas para reconocerlo.
Ridículo, estúpido que se sienta acongojada por tremenda cosa.Cada mañana luce prometedora, se presume un nuevo comienzo, otra oportunidad, siente que esta vez hará las cosas bien, que cambiará de hábitos y será un día productivo.
No tiene idea de qué la detiene, su voluntad es débil, como ella.
Insomnio.
No es algo nuevo en su vida, pero tampoco común. Se aparece en pocas ocasiones y le cuesta tanto lidiar con él.Siente desesperación, angustia, las cobijas le causan calor, pero quitárselas es tan desagradable como tenerlas encima.
Dormir le resulta incómodo, pero sus ojos delatan su cansancio.Es una noche increíblemente larga.