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HyungGu era un niño como cualquier otro, tenía una familia, una casa, quienes lo alimentaran, sus padres tenían mucho dinero para sus necesidades, lo cuidaban demasiado, se mantenían con él y no trabajaban todos los días, ambos habían nacido prácticamente en una cuna de oro y eran jefes importantes en empresas exitosas, por eso mismo era más fácil.

HyungGu desde el momento en el que nació tuvo algo diferente, ni los ojos café claro de su padre ni los verde olivo de su madre, en cambio, obtuvo los ojos de la luna y las nubes, un blanco combinado con grisáceo, su padre al ver sus ojos lloro, su madre todavía estaba débil gracias al parto, lloro desgarradoramente al ver que su pequeño hijo estaría condenado a la visión negra toda su vida, el pequeño no merecía eso, claro que no, el pequeño merecía poder ver los colores de la vida, sentir la exquisitez de ver aquellos tonos claros, fuertes, deslumbrantes y preciosos, claro que el destino es cruel y despiadado, por ello le dio esa vista a el pequeño, claro que el destino al ser cruel y ver que aguantaba lo recompensaria de una manera maravillosa, le daría aquello que algunas personas no podían obtener, no le daría superpoderes, no le daría la vista de las almas ni nada de otro mundo, le daría algo que el destino había sido incapaz de otorgar a quienes no lo merecían, le daría el amor verdadero.

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Hongseok no era alguien a quien pudiéramos describir como "Cariñoso y cálido", era todo lo contrario, frío, hostil y cortante, pero, eso no quitaba que él fuera amable, era amable y buena persona cuando se lo proponía o bien, cuando él quería, gracias a ello era amigo de un chico, Shinwon, él único que lo soportaría.

No era de malos ingresos pero tampoco era rico o millonario, sus padres no se habían preocupado por él y había aprendido a ser alguien solitario, se hacía de comer solo, lavaba su ropa solo, pagaba sus gustos y necesidades solo, nunca se había interesado por alguien, hasta que conoció a Shinwon, Hongseok había sido, como sus padres decían, bendecido al ser inteligente, pues, según ellos no servía de nada, Shinwon desde que lo conoció fue bueno con él y gracias a que no había hecho una tarea se habían vuelto mejores amigos, no era una molestia como las demás personas, era tierno y buena persona, hasta su novio, ChangGu, le caía bien, no esperaba lo que pasaría, no esperaba las emociones que sentiría y no esperaba que se haría tan cálido.

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HyungGu sonrio cuando sintió la cálida brisa pegarle en la cara, amaba caminar de mañana, a pesar de no poder salir de su casa amaba su jardín, tenía un banquito y una mesa para desayunar, había diversas plantas que amaba por sus olores y tenía algunas mascotas, un pequeño gatito llamado Minho, un pequeño conejo llamado Seoho y un pequeño hámster llamado Hoshi, claro que amaba a todos, eran de diferentes especies pero se querían y habían aprendido a convivir entre ellos.

-¿Qué haces aquí, hijo?-. La voz de su madre lo saco de sus pensamientos.

-Buenos días madre, estoy tomando aire libre y pensando sobre mis pequeñas mascotas-. Su madre sonrio y se sento junto a él.

-Seoho ya casi cumple un año-. HyungGu asintió con un pequeño puchero.

-Que mal, se lo tengo que regalar a KeonHee-. Su madre lo miro extrañada.

-¿Qué?-. HyungGu sonrio.

-Le prometí a KeonHee que cuando Seoho cumpliera un año se lo daría-. Su madre soltó una risita.

Deshaciendo el pasado.   HongNo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora