25 de Enero

1.3K 56 17
                                    

Aún me acuerdo que te busqué cerca de las 12. Buscaba tus manos, cualquier cosa que se acercara remotamente a tu ser por debajo de las sábanas. Me temblaba la voz mientras suplicaba que no te marcharas. Creo que ni siquiera era consciente de que ya no estabas, o por lo menos, yo no quería serlo.

Porque hacía años que no me acordaba de lo bonito que era estar con alguien en silencio sin sentir ganas de huir donde nadie nunca pudiera encontrarme. Supongo que hasta ese momento no valoraba lo que es ver como los rayos de sol pintan de colores tus pecas mientras con tu risa borrabas las pesadillas de la noche anterior. No lo valoraba porque ya me había acostumbrado. Y porque no entraba en mis planes que te marcharas de la noche a la mañana.

Busco confort en otras personas, pero nadie lo entiende. Nadie entiende que yo lo único que quiero es volver a convertirme en el fan número uno de tu anatomía, y que me muero por volver a decirte que 'La noche estrellada' de Van Gogh se muere de envidia al ver como tus ojos brillan cuando cantas. Nadie entiende que cuando pasas por mi lado, intento buscar la postura menos dolorosa posible para aceptar que no te vas a sentar a mi lado.

Te volví a buscar la madrugada del 25 de Enero, cuando la noche aún era fría, y los sueños no se habían marchado. Tu también me buscabas, me lo susurró el mosquito de al lado de la ventana y yo sabía que había demasiadas cosas que me moría por poder susurrarte para que nadie más que nuestros dos metros de cama supieran: Quería hablarte de la perfección de tu nariz, y de lo rápido que cicatrizan mis grietas si te tengo a mi lado.

No estaba seguro de lo que estaba haciendo contigo, o más bien, de que era lo que estabas haciendo conmigo. Porque tu me gustabas mas que mi vida, y te daba la risa cada vez que te lo decía.

"Tenemos los días y las horas contadas aquí dentro" te susurré con miedo. Parecía un niño pequeño a tu lado, asustado del mundo real. Y tú parecías tan confiada de ti misma. No tenías miedo a querer con toda la intensidad del mundo, cuando a mi eso me parecía terrorífico.

"¿Y qué?" me contestaste antes de inclinarte y darme un beso que me hizo querer olvidar de todos los últimos. En ese momento empezó el despliegue de mi amor, tan impaciente por querer compartir vida contigo.

Algunos me dirían que nunca, jamás, debí dejarme conquistar por esa mirada que apuntaba hacia mí como un soldado a la guerra, y yo les contestaría que me dejaran ser libre y querer como si fuera un niño de quince años. Porque una parte de mí aún lo es, y sueña con que esta ilusión no se acabe jamás.

Aún me acuerdo que te volví a buscar un mes después, la madrugada del 24 de Febrero. Algo en mí se removió por dentro, porque sabía que esta vez no podías volver aunque yo quisiera. Porque ya no estabas. Me palpé los labios mientras me aguantaba los sollozos. Porque ahí encima estaban los tuyos horas antes.

Todo ha sido como un cometa de esos que pasan cerca nuestro y nos rompen todos los pronósticos y esquemas que habíamos formado. 

Y aunque ahora mismo ya haya pasado de largo, y solo quede yo mirando al cielo, sé que me toca seguir hasta que vuelvas tu para iluminarlo todo, y yo pueda volver a ser fanático de tus estrellas, volviendo a resolver la ecuación de tus ojos.

"Un mes y medio pasa muy rápido" me susurra Noemí mientras intenta hacerse de madre al fundirse en un abrazo cálido conmigo. Quiero creerla. Y lo hago.

Infinitos años de estar enamorado de tí no son nada en comparación a un mes y medio.

Pronoia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora