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-¡Vamos Gguk! No te quedes ahí.- gritó Jimin desde el otro lado.

Con una sonrisa en el rostro y sin titubear, Jeongguk saltó la valla y corrió. Una vez del otro lado, Jimin entrelazó sus dedos para volver a correr mientras admiraba el paisaje campestre que los rodeaba. Todo era más brillante, hasta el aire se sentía distinto.

No podían ir demasiado lejos, Jimin había olvidado las llaves de su auto.
Solo se escuchaba el sonido de los grillos y el roce de las hojas de los árboles; y la luz de la luna iluminando a los dos jóvenes mientras se recostaban en el césped.

- Gguk..- susurró Jimin colocando sus pequeñas manos en la camisa del pelinegro.

- ¿Mhm?

Jimin soltó un profundo suspiro y se acurrucó más cerca del menor. Llenándose con el aroma al que se había vuelto adicto, respirando ese tan peculiar olor que lo hacía sentir seguro; aferrándose a ese fornido cuerpo que era su lugar en el mundo.

-¿En qué piensas bebé?- murmuró Jeongguk envolviendole con sus brazos.

-¿Recuerdas cuándo nos conocimos?-sonrió el castaño tiñiendo sus mejillas de un rosa más fuerte.

Jeongguk buscó los ojos del contrario, y lo miro fijamente.

- Por supuesto que lo recuerdo.- susurró aferrándose al cuerpo más pequeño, besando el hueco de su cuello para luego esconder su rostro en el.

- Quería que encendieras mi cigarrillo.- rió por lo bajo.

- Tus ojos azules y tus jeans negros.. -murmuró separándose para poder observar su rostro.- Realmente eran cautivadores.- confesó entregándole una amplia sonrisa.

-¿Ah, sí?- ladeó la cabeza curioso.

- Si, completamente. Creo que ya sabes que estoy perdidamente enamorado de tus ojos, como también estoy perdidamente enamorado de ti.- estiró su mano, acunando una de sus mejillas. Acercándose, cerró el poco espacio que quedaba con un suave beso.

Jeongguk comenzó a mover sus labios y suspiró dichoso cuando Jimin correspondió efusivo. Le tomó la nuca para aproximarle más, necesitado y obsesionado por la lengua provocando la suya. El menor se posicionó sobre Jimin, recargandose en sus brazos. El castaño se abrió ante él, invitandole a adentrarse entre sus piernas. Sus cuerpos cada vez más cerca, no estaban en un lugar privado pero eso no importaba, la necesidad de sentirse el uno al otro era más fuerte. No existía nada más que ellos dos, y donde empezaba el cuerpo de uno terminaba el del otro. Eso era todo lo que les importaba.

Poco a poco las manos de Jeongguk comenzaron a delinear el delicado cuerpo de Jimin. El embriagador aroma a caramelo y los ahogados gemidos y sonidos de placer que se escapaban de la voz del mayor estaban volviendolo loco. Ansiaba tanto poder demostrarle al pequeño castaño cuanto lo amaba, cuanto necesitaba su toque delicado pero a la vez tan intenso y lleno de emociones, quería todo de él, anhelaba que su corazón fuera suyo porque el corazón de Jeongguk ya tenía grabado a fuego el nombre de él.

***

Aquella noche había sido mágica, perfecta en todos y cada uno de los sentidos. Fueron mimos y roces constantes que sellaron una promesa, una confesión, un amor. "Un estoy enamorado de ti", que a Jeongguk le había costado tanto decir por miedo al rechazo, y que Jimin en su interior era lo que más anhelaba escuchar.

Esa noche marcó un antes y un después en el corazón del castaño.
A Jimin le costaba tanto poder comprender que era normal sentirse de la manera en la que se sentía, que era normal amar sin importar el sexo. No entendía que el amor no tiene género, ni tiene límites y tampoco podemos controlarlo.

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⏰ Última actualización: Mar 24, 2020 ⏰

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