Ya no llores

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-Papi, papi ya no llores- decía la pequeña sentada junto a su padre, no lo entendía llevaba horas hablándole pero su padre parecía no escucharla, es más ni siquiera le dirigía la mirada.

- perdóname,por favor Azúcar perdóname, debí haberte protegido-
 
- ¿pero qué dices? Si estoy bien, ¡¡PAPÁ!!-intento golpearlo, pero su padre parecía no reaccionar,seguía sollozando frente aquella piedra con forma rara, rodeada de flores.

- No deberías hablarle así a tu padre- escucho una voz tras ella; volteó a ver quien era y se encontró con un hombre alto, de armadura negra y ojos verdes como las esmeraldas.

-¿quién eres?-preguntó inocente

- Puedes llamarme Staxx-

-un gusto señor Staxx,yo soy Azúcar -

-que bonito nombre, Azúcar, y ¿que estas haciendo pequeña?

- estaba hablando con mi papi, pero no me escucha-

- tal vez...- no sabía cómo explícame a la niña que ya nadie podía oirlos - tal vez, quiera estar sólo, un rato-

-¿estar sólo?, ¿a quién le gustaría estar sólo?-
- aaam, pues... aveces, los adultos necesitan estar solos. Para pensar y esas cosas-

-los adultos son raros-

-jeje,sí, lo son-hizo una pequeña pausa-conozco un lugar cerca de aquí, está lleno de flores, creo que te gustará, ¿quieres ir?- preguntó ofreciéndole que tomará su mano.

-esta bien pero... ¿ mi papi estará bien?- dijo tomando la mano del mayor.

-no te preocupes, lo estará- "el es mucho más fuerte de lo que parece" dijo para sus adentros
Ambos comenzaron a caminar.

- ¡¡ ESPERA, ESPERA!!- Azúcar soltó la mano de su acompañante y fue corriendo hasta su padre
 -Cuidate papi- dijo,tras depositar un beso en una de las mejillas húmedasde su progenitor.
























Alex sintió algo posarse en su mejilla,pero al levantar la vista no pudo observar nada; en todo el tiempo que llevaba lamentándose afrente a esa tumba sintió la presencia de su pequeña,pero ya hiba siendo hora de dejarla descansar.

A pesar de todo,sentía que su pequeña estaba bien, en algún lugar, donde quiera que sea.

-por favor cuida la por mi- dijo mirando al cielo, a su menete llegó el recuerdo de unos ojos esmeraldas.
Sonrió amargamente, una sonrisa cargada de melancolía,con ese sentimiento y pesar en su corazón se dispuso a volver a hogar









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