Capítulo 12

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Cuando acabaron de degustar el desayuno, comenzaron a hablar de lo que harían a continuación, con más seriedad.

— Debemos irnos de aquí. Tenemos que seguir andando.

— No podemos alejarnos mucho de la ciudad del Examen, Killua— objeto Gon, preocupado por la fecha limite— Nos quedan cuatro días para regresar. Me quedaría a ayudarte, en serio, pero también es arriesgado perder el Examen por ausencia.

— Es cierto. Illumi debe saber que te volverás a la ciudad— intervino Kurapika— Estará por los alrededores del instituto, esperándote. Quizás ni siquiera nos esté buscando ahora, porque sabe dónde ubicarte, dado el caso que Hisoka le haya contado el límite de tiempo que tenemos.

— Me espero cualquier cosa de ese payaso— murmuro, resentido— Si bajamos la guardia o nos ponemos nerviosos, será su ventaja.

— ¿Dejaras el Examen del Cazador?— Kurapika se atrevió a preguntar. Había visto el trato incondicional de los hermanos y había supuesto que Killua dejaría todo por su hermana, quien necesitaba su guardia como nunca.

— Gon me convenció de continuar— admitió, con media sonrisa— Illumi estaría controlándome nuevamente si abandono el Examen del Cazador. Sería muy obvio abandonar porque tengo a Alluka conmigo, no pienso ponerme a la par de sus planes. Seguiré y acabare el Examen. Además, según me dijiste, Kurapika, puedo usar la Licencia de Cazador para obtener muchas ventajas. Así, podría proteger mejor a Alluka.

— Tienes tu punto— alabo el rubio. Killua había sacado provecho de la mala posición en la que se encontraba.

— ¡Los tres seremos Cazadores!— festejo Gon, feliz con la perspectiva.

— ¿Qué es un Cazador, hermano?

— Te lo contare en el camino, Alluka.

— Uh— Ella quería saberlo pronto, si emocionaba tanto a todos debía ser importante— ¿Kurapika?

— ¿Quieres que yo te lo explique?

— No— Ella sonrió, extendiendo sus manos hacia el— Dame un hueso de escorpión.

El momento había llegado.

Gon miro alternativamente a sus amigos, sin concebir como la cálida mirada de Killua cambio a una de rabia homicida y la de Kurapika a una expresión culpable.

— Tú...— rugió el ojiazul, como toro provocado— ¡¿Qué diablos?!

— Lo siento.

Killua echo la silla de una patada, con los ojos oscurecidos por la ira.

— ¿Y el hueso de halcón? ¿Ya se lo has dado?— acuso, asustando a una Alluka que pareciera olvidar lo que había pedido— ¡Esta es su tercera petición! ¡Maldito bastardo!

— En mi defensa...— Kurapika lo encaro, procurando mostrarse calmado ante su agresividad— Debía hacerlo. Ella no dejaría de pedírmelo y tú también necesitas que esté libre de pedir peticiones.

— ¡No me vengas con eso!— Killua lo cogió de la ropa, con dientes de perro— Ya te lo dije, no me importa que le pase a mi familia o a mí, pero si conduces a Alluka a su propia destrucción, ¡Me las pagaras, infeliz!

Estaba realmente indignado porque Kurapika usara a su hermana, además de furioso por saber que estaba a solo un paso de que Nanika le concediera un deseo. Si continuaban así, con Alluka en medio, no cabía duda que Kurapika saldría malparado y lo más terrible: Killua desconfiaría de el por siempre y jamás avanzarían en su ya entorpecida y problemática relación.

Romance de VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora