Capítulo 19

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Luis entró a la casa de Cristóbal, era tarde, había salido hacía poco del instituto donde estudiaba.

―¿Qué pasó?

―Es su exsuegro.

―¿Ya? ¿Sigue rondando?

―No. Y no lo hará más.

―¿Cómo? ¿Qué pasó?

―Lo mataron. Ahora, cuando salí del instituto, me avisó Gerardo. Un automóvil lo arrolló. Fue asesinato, el vehículo no llevaba patente y se dio a la fuga. El fiscal todavía no llegaba al lugar, por lo que el cuerpo continúa allí.

―¿Alguna idea de quién pudo hacerlo?

―Ninguna.

―¿Su esposa?

―En Viña, no se ha movido de allí.

―¿Algún enemigo, alguien a quien le deba algo?

―No lo sé. Estamos averiguando.

―Bueno, gracias. Me avisas cualquier cosa.

―Sí, don Cristóbal, estamos al habla. Buenas noches.

―Buenas noches.

El joven se fue y Cristóbal se quedó pensativo. ¿Quién querría matar a su suegro? Fue la pregunta recurrente durante más de media hora en la que se quedó pensando en todo lo que estaba ocurriendo en su vida.

Verónica seguía en el hospital psiquiátrico, de todos modos, dudaba mucho que, de haber salido, hubiese querido matar a su padre y, aunque hubiese querido, no tenían cómo conseguir un automóvil para atropellarlo, a no ser que Klaus la ayudara; cosa que dudaba mucho.

Algún enemigo de la empresa que tan mal llevó... Tenía muchos acreedores molestos, sin embargo, ninguno del mundo de la mafia o a quien atribuirle el crimen.

¿Quién más? En drogas no estaba involucrado, no que él supiera, ni tampoco en ningún negocio turbio como para pensar en un ajuste de cuentas, de todas formas, ese no era el actuar de ese tipo de gente.

No se le ocurría a nadie más que quisiera ver muerto a Gustavo Suárez.

Un mensaje entrante le vibró en su celular. Número desconocido, secreto.

‹‹No le des vueltas al caso de tu suegro. Él buscaba matar a tu hija y a tu mujer para vengar el homicidio de Verónica. Su esposa ha fallecido, se encuentra en su casa en Reñaca, él la asesinó. Su fin último consistía en matar a su esposa, asesinar a tu hija, a tu esposa y suicidarse. Anhelaba que sintieras el dolor que él experimentó cuando su hija se fue. No profeses culpa, él perdió la razón, su conciencia lo acabó, pues, por su esposa, no asistió al funeral ni se ocupó de ella nunca.

Él solo buscaba lastimar a tus seres amados, razón por la cual, lo envíe asesinar. Quedamos a mano››.

Cristóbal lo leyó dos veces. Ese mensaje correspondía a Klaus, definitivamente, incluso lo podía imaginar con su típica parsimonia pronunciando esas palabras. Sonrió ante la imagen mental.

‹‹Si es como dices en el mensaje, te quedo muy agradecido por salvar a mi familia. A mano››.

Cristóbal respondió al mensaje casi por inercia y lo envió. Se quedó pensativo. A mano. No estaba muy seguro de qué significaban esas palabras, pero supuso que todo lo que había ocurrido antes había quedado atrás; que hubiera salvado a su familia pagaba cualquier otro daño que pudiera haberles causado.

Seguirás siendo mía (Posesión parte 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora