La vida en cierto modo siempre se parecía no importa cuanto iba creciendo, quizas yo siempre seré muy pequeña y el mundo muy grande, quería tomar las decisiones correctas en el momento correcto, tener una vida que me mantenga segura y tranquila, tener un gato que me acompañe cuando vuelva de trabajar; que junto a mi escritorio haya una ventana para buscar que es aquello más lejano que consigo ver y perderme en ello hasta sentirme en calma.
Cuando tenía cinco años me dormía viendo la vieja chimenea arder, ahora tengo dieciséis y busco ahí mismo la respuesta que necesito. He fallado y tengo miedo, fingir nunca había sido sencillo, pero fingir que no le quería había sido un infierno.
Ahora Rin Matsuoka me odiaba, y nunca lo podría reparar.