10. Hombre en la Luna

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Pasó tan rápido,
como una estrella fugaz en el cielo,
tocando tan suavemente el océano,
con la arena entre nuestros pies,
la marea arrastrándonos una y otra vez,
un nuevo evangelio en tiempos de perdición,
así que decidí lanzarme al mar aún teniendo miedo de él,
como una historia de amor que no debía envejecer.

Así como fácil llegó, fácil se fue,
enrojeciendo la aurora boreal,
ocultando la luz de un nuevo día,
me arrojaste desde el piso más alto,
pensando: eso tal vez le sanará,
y empecé a tocar el espacio,
primero la falta de comunicación,
luego me faltaba la respiración.

Me hiciste sentir como un hombre en la Luna,
tan elevado en la gravedad que no destruye,
tocando astros imaginarios y afelios insanos,
calles huecas y cometas convertidos en faros,
me hiciste sentir como un hombre en la Luna:
que solo toca la gravedad y jamás la tierra que desea.

Así pasaron las horas del 31,
enloqueciendo las manecillas del reloj,
seres desenfranados a las cuatro de la mañana,
en el cuarto de tu hermana,
nos encantaba nuestra atracción mecánica,
tantos voltios en nuestras manos,
descargándose sin control,
hasta que te marchaste por la puerta,
así como siempre lo haces.

Soñé contigo:
viajando a México y la antigua Roma,
fuiste mi testigo de mi nuevo sacrilegio,
guardaste mi nombre como una sagrada escritura,
hasta que ambos despertamos,
y el país de las maravillas se vino abajo.

Me hiciste sentir como un hombre en la Luna,
amando todo lo que hacíamos,
la forma en que nos cegabamos,
tocando la superficie del espacio,
imaginando que cada paso en falso
era una Luna de sangre que no existía,
me hiciste sentir como un hombre en la Luna:
que sólo flota alrededor de un astro hasta morir.

Las malas decisiones,
se convirtieron en el vino de cada noche:
lágrimas de plata en bandejas de cobre,
gritos debajo de una almohada sideral,
así que me sentí tan fuera de lugar,
cuando llegaste como un dios para salvarme,
y solo fuiste la llave para abrir la puerta a mi infierno.

Sí, es lo que quiero.

La verdad, no me apena querer sentirme bien.

Yo no siento que somos desconocidos, pero bueno.

Yo no quiero alejarme de vos.

Lo siento mucho.

Me hiciste sentir como un hombre en la Luna,
tu y todo tu maldito ser divino,
elevando la santa copa en medio de mi funeral,
mientras todo el espacio se desbordaba,
agujeros negros aniquilando el espacio ancestral,
mientras yo moría, me dejaste morir.

Me hiciste sentir como un hombre en la Luna,
mientras me hacías reír viendo las estrellas,
mientras escuchaba tu respiración tan cerca de mí,
el mayor error de todos mis tiempos:
amarte como lo había hecho.

Me hiciste sentir como un hombre en la Luna,
soñando que podría tocar las estrellas,
en medio de un Universo lleno de mentiras,
de falsas promesas, de promesas tan rotas,
tan quebradas como cada fotografía de nosotros.

Me hiciste sentir como un hombre en la Luna,
que sólo flota en un astro hasta morir.

El algoritmo de la mente: el efecto ansiolítico de la poesía. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora