Estaba caminando por las calles de mi hermoso y enorme país, decoradas con cientos de luces y adornos navideños. Estábamos esperando la víspera de Navidad, a solo dos días, y, como siempre en esta celebración, me encantaba dar una gran fiesta e invitar a los demás países para que vieran lo increíble que soy. Todos los años eran invitados y cada uno asistía con algún postre o vino para compartir procedente de su nación. Por mi parte, les ofrecía un gran festín, obsequios, shows y todo cuanto puedas imaginar en la mejor fiesta del año.
Yo, Alfred F. Jones, el héroe del mundo, haría la mejor fiesta de todas como cada año y sin dudarlo habría mil hamburguesas para todo el que quisiera. Tenía que esmerarme por lo que decidí ir a la tienda de dulces, seguro eso haría falta para poner a más de uno contento.
- ¡Eso es! ¡Una mesa de dulces! Soy un genio hahahaha – pensé totalmente emocionado con la idea por lo que apresuré el paso en dirección a donde creí haber visto una tienda.
Era una época de regalos y convivencia, llevaría un obsequio para cada uno adornado con cintas de color verde, rojo y dorado. El último año, Francia bebió tanto que se quitó la ropa y Japón decidió irse temprano. Reí con solo recordarlo mientras cargaba las bolsas de regalos y de compras que hacía unos momentos había hecho. Era muy divertido convivir con ellos.
Fue entonces que un recuerdo me hizo disminuir la sonrisa que tanto me caracterizaba. El rostro de Inglaterra en mi mente estaba últimamente de forma ocasional recordándome que llevaba 5 años sin saber nada de él. Suspiré pesadamente, lo último que supe fue que mi irresponsable hermano lo había dejado por ir a viajar a otros sitios y por interesarse más en su trabajo. Tonterías.
En serio lo detestaba, ¿cómo podía hacerle algo así a Arthur? Claro, era un testarudo, tsundere, arrogante, presumido y loco pero... era realmente dulce y de buen corazón.
Mi corazón dolió un poco. Recordé ese tiempo en que tuve que separarme, ese momento en que decidí independizarme para ser libre y dejar de vivir mi vida bajo el techo de alguien, conociendo, experimentando, siendo el héroe de todos, pero... no solo eso: muy en el fondo también quería separarme de Arthur para poder estar con él de otra manera. Desde hacía ya un tiempo no lo veía solo como un hermano mayor.
Sin embargo, el parecía amar a otra persona y no voy a recriminarlo. Tal vez tardé demasiado, tal vez ahora me odia... Tal vez...
En eso sentí un choque al costado de mi pierna derecha que me provocó olvidar aquellos pensamientos momentáneamente. Era un niño. Un niño pequeño de ojos azulados y cabello rubio algo alborotado. ¡Vaya parecido! Sonreí pues este estaba en el piso al caer con el choque. Luego de unos segundos, me miró fijamente, seguro también curioso por el parecido entre ambos.
- Perdone, señor. No me fijé – dijo algo apenado poniéndose de pie.
- Hahahaha no te preocupes, pero ¿estás bien? – pregunté divertido y el niño me devolvió la sonrisa.
- Sí, estoy esperando a mamá – dijo tomando vuelo para saltar a un círculo dibujado en el piso y luego otro y luego otro. Ese pequeño en serio era hiperactivo.
Mi mirada se elevó y pude ver el enorme letrero en la tienda frente a mí "Candyland". Una dulcería nueva, seguro encontraría muchas cosas deliciosas y novedosas para mis invitados.
Fue entonces que el niño me siguió y miró curioso. Pude notar que estaba imitando mi andar y sonreí divertido dando pasos más grandes y firmes mientras inflaba las mejillas para ver si era mi imaginación. Lo miré expectante y como lo pensé: el pequeño me imitó inflando esas rojas mejillas y dando enormes pasos que le hicieron caer. Pero fuera de lastimarse el niño rio divertido y se levantó de inmediato.
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~°° De espinas a rosas °°~
Storie d'amoreDespués de la independencia de América hacia Reino Unido, Arthur decidió guardar sus sentimientos por Alfred en un intento de olvidarlo. Es por ello que cuando el hermano mayor de este, Alphonse, se le declaró, no dudó ni un momento en aceptar su p...