¡Buenas! Como verán...esta historia parece que no se acaba más. Tengo más escrito acerca de estos dos amores, así que espero me acompañen en esta aventura del primer hijo xD Gracias por todo su apoyo, como siempre!
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"¿Se ha calmado?"
Akaashi contestó aquel mensaje rápidamente mientras intentaba sostener el teléfono fijo del departamento entre la oreja y el hombro. Asomó la cabeza por el rellano de la puerta mientras pulsaba "enviar" para contestarle el mensaje a Shirofuku. La voz de Bokuto le llegaba amortiguada, lo que indicaba que estaba bastante lejos de su posición en esos momentos.
"Empeoró."
"Pero, ¿nada de nada?"
"Te he dicho que está peor. Ya no sé cómo explicarle las cosas sin utilizar analogías de voley."
— Akaashi-san, ¿estás ahí?
— Ah, Hinata. Lo siento, me distraje. ¿Me decías?
— ¿Estás bien?¿Quieres hablar de algo? Desde que comenzamos a hablar no has dicho casi nada. ¿Bokuto-san está bien?
— Si, Hinata. Él está bien. No te preocupes, sólo estoy...un poco cansado. El embarazo es agotador.
— ¡Y que lo digas! Bokuto-san nos envió una foto, ¡estás por reventar!¿Cómo puedes caminar así? ¿No te caes para adelante, o algo de eso?
— Para nada. Pero sí, cansa un poco.
Akaashi suspiró intentando controlar sus nervios. El "nos" que Hinata acababa de implementar no lo tranquilizaba en lo absoluto. Desgraciadamente para él, su Alfa había adquirido la insistente necesidad que tomarle una fotografía en cuanto tuviese una oportunidad, aunque ésta fuera incluso en el baño. Akaashi ya se había resignado a aquello, actividad que había comenzado ni bien su vientre había empezado a abultarse. Chasqueó la lengua imperceptiblemente al sentir un movimiento, acariciando al bebé que ahora ya cursaba el noveno mes de gestación. Todos los cambios de posición que antes había sentido como suaves o sordos, ahora eran todos notorios, fuertes y molestos; se despertaba frecuentemente en la madrugada por alguna patada o porque sencillamente su vejiga ya no podía con la situación, y el niño tampoco parecía darle tregua cuando estaba de pie. Toda actividad lo agotaba y sofocaba mucho más que antes al punto de que se la pasaba la mayor parte del tiempo sentado o acostado, leyendo o estudiando.
Tarea que no le había incomodado demasiado. Akaashi había tenido tiempo durante aquellos meses para adaptarse a los cambios progresivos del embarazo y a tomarlos como propios e inevitables, acostumbrándose y resignándose.
Sin embargo, otra cosa había sido Bokuto.
El Alfa había tenido que intentar adaptarse a la situación y a Akaashi, y éste a la falta de control que Bokuto estaba demostrando. Con cada semana que se acercaba a la fecha probable de nacimiento, con cada día que su vientre se abultaba un poco más y las molestias se hacían menos llevaderas para Akaashi, Bokuto parecía estar manejando menos su ansiedad.
Akaashi podía llegar a entenderlo, había hecho una análisis retrospectivo de todo lo que Bokuto había ido experimentando a lo largo de los meses, de lo que habían oído por parte del obstetra y, por sobre todo, había intentado enfocar todo aquello desde el punto de vista del Alfa para comprender por qué las cosas se habían salido de las manos. En primer lugar, Bokuto no podía sentir lo que sentía Akaashi, no podía diferenciar un gesto de dolor por una patada del bebé de otro provocado por el dolor de cintura que no le daba tregua al Omega. No podía diferenciar cuando Akaashi parecía estallar de frustración o llanto por los nervios que le provocaba pensar en el día D, o porque sencillamente la ropa ya no le entraba como antes.
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Vainilla
RomanceKeiji Akaashi se vio sorprendido por sus ciclos hormonales irregulares; decidió seguir con su vida cotidiana, después de todo, la persona con la que más se frecuentaba no solía percatarse de ese tipo de detalles...¿o tal vez ahora si? BokuAka, Omeg...