8 - AL DÍA SIGUIENTE

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Christen

Apenas he dormido en toda la noche. Estaba demasiado confundida. Todo lo que está pasando es demasiado complicado para mi cabeza.

Decido darme una ducha y bajar a desayunar. Hoy es día de clase y no quiero llegar tarde. Más sabiendo que Lorie no nos va a poder llevar. Eso me crea una duda. ¿Quién lo hará?

Cuando llego al comedor, me encuentro con que sólo está Draco y no lleva el uniforme. Eso me intriga.

—¿Es que no vas a ir a clase? —pregunto intrigada.

—¿Es que tú sí pensabas ir? —inquiere sorprendido —. Por si no lo recuerdas, nuestra madre murió anoche, hermanita.

Me dejo caer sobre una silla completamente abrumada. Es cierto, mamá ya no está. Sin apenas darme cuenta, empiezo a llorar. Draco corre a abrazarme.

—Tranquila, Christen. Yo estoy aquí contigo —me dice con ternura.

Le dedico una sonrisa. Agradezco tanto tenerle a mi lado. No sé cómo habría sido mi vida sin mi hermano. Bueno, sí que lo sé y no me gustó nada.

En ese momento aparecen tía Tiff y su madre por la puerta de la cocina con el desayuno y se me quedan mirando de forma extraña.

—¿Así guardas el luto, Christen?

Esa pregunta hace que agache la cabeza avergonzada.

—Yo... Lo siento... —respondo tímidamente —. Es que nunca se me ha muerto nadie y no sabía cómo actuar. Sólo he hecho lo que todos los días.

Tía Tiff se acerca a mí y me dedica una tierna sonrisa.

—Entiendo como te sientes, Christen. No es fácil para ninguno de nosotros, pero ahora ya no hay nada que podamos hacer. Tan sólo ocuparnos de darle la despedida que se merece.

Asiento agradecida de que demuestre esa comprensión. La verdad es que la tía Tiff siempre ha sido mi favorita. Nos llevamos muy bien y siempre tiene consejos para mí. En ausencia de mi madre, me ha venido muy bien tenerle a mi lado.

—¿Qué se supone que vamos a hacer? —pregunta Draco intrigado.

—Bueno... —responde Beatríz pensativa —. Vamos a colocar su cuerpo en el jardín para que todo el que quiera pueda despedirse de ella. Será mucha gente y vendrán de todas partes del mundo por lo que hemos calculado que, hasta el sábado, no podremos enterrarle.

De repente, Draco abre los ojos como platos. Yo le observo intrigada.

—¿Qué sucede? —pregunto curiosa.

—Sucede que el sábado no puede celebrarse el entierro —responde serio.

—¿Pero por qué?

—Porque el sábado es nuestro cumpleaños.

Escuchar eso nos sorprende. Después de lo que Draco nos contó, acabamos de darnos cuenta de que han escogido el día peor. ¿Pueden complicarse aún más las cosas?

Ángela

Llego a mi taquilla a dejar los libros y, cuando miro a la de al lado, no puedo evitar sentir una gran tristeza. Pobre Draco. Su madre acaba de morir y ni siquiera puedo estar a su lado, consolándole.

Me doy la vuelta para acudir a clase cuando me encuentro con quien menos me esperaba.

—Vaya, vaya. ¿Pensabas marcharte sin saludar?

Cojo aire antes de responder.

—No tengo porqué saludarte, Linda —respondo tratando de rodearle.

DC XII:LA REINA DEL MUNDO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora