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Capítulo 10.

Blake me agarró de la cintura y me subió a sus caderas, apretó mi trasero y entró a una habitación desconocida. No dejó de besarme. Y yo tampoco quería que me dejase de besar.

Besó y chupó mi cuello, mientras me encargaba de despeinar su cabello, sentí su amigo apretarse contra sus pantalones, casi apunto de explotar. Gemí en sus labios.
Me dejó en una cama mientras se quitaba la camiseta, me quite la blusa corta. Me miró.

—No haremos esto si lo sientes incorrecto y si no estás preparada— Dijo.

—Pero si lo quiero, Blake— le dije, dejando un beso en su mejilla— si es contigo, será mejor.

Asintió.

Deje que me quitase el sostén, dejando mis pechos al aire, por un minuto sentí vergüenza así que me tapé con las manos, bajando mi mirada. ¿Y si no era yo tan perfecta como todas las chicas con las cuales él ha estado?

—No te avergüences, no delante de mi, eres perfecta tal y como eres— susurró, besándome una vez más y quitándome las manos de los pechos— eres hermosa y mereces ser admirada.

Se acercó a la puerta y le puso cerrojo, volvió acercase a mi y bajo sus pantalones, me bajo la falda, preguntándome nuevamente si quería esto.

Fue la misma repuesta, si. Yo quería esto, quería esto con él por algún motivo así lo sentía. ¿Por que? No me pregunten la repuesta que no la sabía.

Bajó mis bragas y se posicionó entre mis piernas una vez estaba sin bóxer.

—Blake— llamé su atención— nunca antes Hebe se así con nadie— me sonroje.

Sonrió.

—Si te duele dímelo y pararé— dejó un beso en mi gente— yo estaré para ti, Sammy. Siempre.

—¿Estarás siempre?

— lo prometo.

Y volvimos a nuestra sesión de besuqueo mientras Blake entraba en mi.

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Me levante sobresaltada al sentir un brazo enroscado en mi cintura, ¿donde estaba? Miré a mi lado y allí estaba Blake.

Nos hemos acostado. Me he acostado con mi mejor amigo. Con mi hermano de acogida. Santa madre.

¿Me arrepiento? De alguna manera no, ha sido maravilloso. Ha sido genial, fue tan gentil y tan cuidadoso.

—¿Estás bien?— oí su voz. Me volteé para verle y sonreí al verle en su faceta adormilado. Se veía tierno.

—Si— susurré levantándome de la cama con las sábanas enroscadas en mi cuerpo. Agarré mi celular y vi la hora.

5:30 AM.

¿Nos daba tiempo de llegar a casa? Tal vez si salíamos ahora, corriendo tal vez, nuestras madres llegaban a las 6:00. Yei.

—Blake, hay que correr, ahora— dije, vistiéndome.

—¿Que? ¿Por que?— preguntó, poniéndose de pie y besando mis hombros.

—Nuestras madres llegan a las seis y son las cinco y media, hay que correr— dije, riendo cuando intento hacerme cosquillas— para de una vez— dije sonriendo como una boba.

Una vez cambiados, bajamos las escaleras, todo un mundo de personas estaban avistados en el suelo y tirados por ahí com un vaso o una botella en la mano.

Llegamos a casa a tiempo récord, aún quedaban quince minutos para que ambas llegasen, nos quedamos sentados en el porche aún sin entrar.

—¿Que pasara con nosotros después de esto?— preguntó, pasándose las manos por el cabello.

—¿Te arrepientes?— le pregunté.

Agarró mi mano y entrelazó nuestros dedos, me miró y negó.

—¿Como crees? Me has dejado ser el primero, has confiado tu cuerpo a mi y juro que te quiero mucho Sammy– besa mi cabeza— ¿Como es que acaso me preguntas eso?

—Ya, yo también te quiero— dije, golpeé su abdomen y él rió— ha sido especial para mi, gracias por hacerlo así— volví a golpearlo cundo me molestó al verme sonrojada.

—No lo intentes que no tienes suficiente fuerza para hacer que un golpe tuyo me duela— bromeó.

Ya ya comenzado.

—¿Que tratas de decir, capullo?— dije, entrecerrando los ojos.

—Que eres una...

—Que ni sé te ocurra decirlo, Blake— le reté con los ojos y él sonrió con malicia.

—Debilucha, una debilucha— lo miré con indignación.

—Hieres mis sentimientos, Foster.

—Disculpa, ¿Corazón roto en casa?— rió— admite que eres una debilucha, no tienes nada que perder, bueno, solo tú orgullo— se carcajeó en mi cara.

—Jódete— le saque el dedo de en medio— Jódete cinco veces.

Me miró, con una sonrisa en la cara y las mejillas sonrosadas. Relamió sus labios.

—Solo si tú te jodes conmigo, Sam— susurró, besando mis nudillos. Sonreí.

Lo agarré de la mano y ambos entramos a casa, entre risas y bromas. Así éramos nosotros y eso nadie nos lo iba arrebatar.

Y espero que nunca cambie.

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MI PRIMERA VEZ CON MI HERMANO DE ACOGIDA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora