Capitulo 1 - Parte 1

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No es difícil darse cuenta de un rostro demacrado por su conciencia destruida, por su pasado inolvidable, y se nota en su voz ahogada, en cada destello de tristeza que muestran sus ojos por una derrota emocional e implacable.
Emma conocía muy bien esa tristeza, pues era la suya y era todo el desarrollo que quedo de su pasado a causa de una invasión mortífera.

El sol se ocultaba, y no hacía falta tener los ojos bien abiertos, el frio que abarca la noche es hipotérmico. Si la temperatura es muy baja, la temperatura del cuerpo humano desciende bruscamente, con tan solo una caída de 2 a 3 °C puede entorpecer el habla o el movimiento de las articulaciones en los dedos de la mano.
Sonaron dos golpes en la puerta, dos seguidos de otros dos. Dentro cruzan miradas, ¿Quién podrá ser?

-¡Abran la puerta por favor! –se escucha mientras sollozan- ¡Ayúdennos, sálvenos de ellos!

-Voy a abrir –dice Sven con un tono decisivo- puede ser cualquiera de nosotros.

-¿Si es una trampa? –añade Emma

-¿Si no lo es? –contesta Sven con la mano en la cerradura de la puerta.
Abre tan suave la puerta que rechina un poco, asoma sus ojos por el borde brevemente abierto de la puerta y desde afuera empujan tan fuerte que las dos mujeres caen al suelo de adentro.

-¡Ayúdennos! No hemos comido en días –exclamó una de las dos, aun en el suelo.

El lugar donde estaban situados era una vieja cabaña abandonada, habían parado allí esa noche para descansar. Y para ellos era muy extraño que tocaran la puerta pues era poco probable encontrar a una persona viva, ya que los mortíferos arrebataron con lo que se cree, un ochenta por ciento de la población. Cada uno de ellos es una bomba química pasiva, ya que a 4.5 metros a la redonda puede acabar con un ser vivo sano por medio de sus sentidos, alterando su sistema nervioso e intoxicando sus órganos digestivos.
Sven estrecha su mano para levantar a una de las mujeres pero rápidamente ella toma una forma abominable en su piel y bruscamente lo ataca mordiéndole su mano. Fue tan doloroso el ataque que por un momento dejo de sentir su extremidad. Con un grito ahogado se la quita  de sí. Tenía los dientes tan firmes y afilados que le destroza la carne de su mano izquierda.
Ágilmente Emma toma su prieto baretta de color gris envejecida y en menos de 5 segundos las bestias yacían en el suelo con un espeso liquido oscuro fluyendo de sí. Eran bestias de espantosa apariencia, su color corporal no era similar al de un humano, tenían un aspecto descolorido, totalmente cadavérico, y ni hablar de su contextura física, el tejido de la piel era áspero, de temperatura fría y apariencia altamente porosa en comparación a la de cualquier animal terrestre.

-Definitivamente no eran de los nuestros –Dijo Emma mientras le tira una venda- ¡ten! Voy por el botiquín.
Con dificultad, Sven, trato de vendarse la mano para evitar la escandalosa sangre que brotaba de su piel. Era un tipo grande, de aspecto rudo, así que su rostro no expresaba mucho dolor.

-Déjame ver -dijo Emma, mientras colocaba el botiquín en la mesa que estaba en frente– ¡vaya! esa herida va a necesitar puntos, el tiempo de saturación de una herida es de seis a ocho horas después de la lesión, desafortunadamente es de noche y no podemos correr el riesgo de ir hasta el resguardo, haré una sutura o tu mano se infectara.

-¿A qué te refieres con “una sutura”?- Pregunta Sven frunciendo el cejo.
-Puntos quirúrgicos, amigo, no te preocupes –responde Emma antes de que Sven protestara- algo se aprende en la base.

Con un paño remojado en etanol, Emma limpio serenamente la enorme mano de Sven, secó, y empezó el procedimiento, eran tres heridas abiertas, comenzó por la más grande. Introdujo la aguja curva por un lado, la sacó por el centro de la herida y volvió a perforar por el otro lado, el comienzo y el extremo del hilo tienen que quedar en forma de U, demuestra que es una sutura bien colocada. Era tan solo un punto, quedaron seis en la herida más grande, cinco en la mediana y cuatro en la pequeña, en total quince, Sven no sabía que le causaba más dolor, su mano quedo hinchada y cocida, le hizo recordar a un viejo muñeco de terror que vio en una película a finales de los 80, terror que no le causaba más miedo que la realidad en que vivían. 

-Es todo, dormiré dos horas, después de ello, yo vigilare, madrugamos mañana a hacer lo mandado -Dijo Emma– Espero no despertar y tener que saturarte la otra mano.

-Espero que no -dijo Sven mientras tocaba la empuñadora de su pistola en la pechera táctica. Era una noche fría, la respiración era visible, salía de tu cuerpo como un chorro de aire húmedo en el vacío del espacio.

A Sven y Emma se les había ordenado ir al norte en busca de suministros para la base, cada día que pasaba era más complicado el tema alimentario, ya que los recursos presentes se iban agotando. Cada 12 horas mandaban tres parejas, la primera iba al norte, la segunda al sur y la tercera al noreste de la base, todos en busca de suministros, la pareja más cercana al norte eran los hermanos Ford ubicados geográficamente a cuarenta y cinco grados de Sven y Emma. Todos dotados con una brújula, comida para dos días, un fusil de precisión con calibre moderado por pareja, y de vez en cuando uno que otro arma.

Algunos no volvían, en el momento en que pisas el espacio exterior dejas de vivir y empiezas a sobrevivir, era un presente condenado al miedo, del cual todos deseaban salir, siempre estás pensando cual puede ser tu último destino, tu última palabra y hasta tu ultimo respiro, es realmente difícil vivir así, a veces te acostumbras y otras veces simplemente vives y mueres con miedo, es definitivamente agonizante, profundo y agobiante, ¿quién podría soportarlo?

MortiferosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora