Parte 5

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Había un hedor a podredumbre insoportable, la materia en descomposición de dónde provenía el olor era intolerable para cualquier olfato humano, posiblemente ni los carroñeros comerían del cuerpo que estaba a unos metros de Sven y Emma.

-¿Qué rayos es este olor? -Pregunta Emma con un paño en la nariz.

-No sé, definitivamente huele muy mal -responde Sven– Y no quiero acercarme en lo absoluto.

-Saca las máscaras, Sven, dudo que este olor sea bueno para nuestros pulmones.
Sven se arrodillo en el suelo, dejo su rifle a un lado y abrió la mochila donde estaban sus cosas, de ahí saco dos máscaras antigases de doble conducto con una protección adicional, con cartuchos de serie 6000 para partículas de polvo, vapores y gases tóxicos. Las máscaras las utilizaban especialmente para defensa contra los mortíferos, con ellas, se podría decir que eran inmunes a los vapores tóxicos que salen de su piel.

-Parece que estamos escapando de una invasión zombie de esas que nos mostraban las películas y aun así no entiendo para que utilizaban las máscaras si se supone que te infectaban con su mordedura. -Dice Sven sonriente, mientras se ajusta la máscara al tamaño de su cabeza.

-Que surrealista -dice Emma frunciendo el cejo.

-¿La película?

-La realidad suele ser más aterradora.

-Yo guardo esperanzas- dice Sven con moral.

-Bien, sigamos caminando, esto no esperará.

Solo a unos metros más adelante, Sven logra identificar huellas frescas, de lo que parecía, un siervo o quizás más, estaban cerca, posiblemente a menos de un kilómetro, no iban a perder esa oportunidad. Los dos cargaron sus armas y empezaron a buscar sigilosamente a la posible presa.
-Ven por acá, los rastros indican que van en esta dirección. -Dice Sven caminando con cuidado de causar cualquier ruido que pudiera asustar su objetivo.

-Te sigo, no hagas el más mínimo sonido, cualquier movimiento en falso y pueden salir huyendo como la ardilla de hace unas horas. Y eso no sería bueno para nadie, sinceramente el hambre ya me está azotando.

Lastimosamente, el clima y la niebla no estaban a su favor, el cielo parecía no tener esperanzas de luz, pero bueno, había más necesidades alimentarias que niebla, así que lo iban a dar todo.
Lograron ver al animal a unos veinte metros de ellos, era un siervo, era hembra y lo mejor de todo es que estaba totalmente tranquila, situación que ayudaba excepcionalmente a la pareja. Era solo un tiro, fijo y certero. No iba a ser del todo fácil, ya que la espesa nube no dejaba ver con claridad al animal, así que caminaron a él lo más cerca posible, con delicadeza y en silencio, era su única oportunidad y no la iban a desperdiciar.
Sven buscó el mejor ángulo para el disparo, arrodilló su pierna derecha y flexionó la izquierda sobre el suelo, sujeto la culata por debajo del hombro y empuñó el fusil con el codo sobre la rodilla, era el momento justo, el ciervo comía del césped tranquilamente. Sven apuntó hacia su cabeza, tomo una bocanada de aire y la contuvo para un movimiento reducido en la mira, lo tenía fijo, su índice derecho sudaba, o quizás toda su mano, era ahora o nunca, estaba a menos de un segundo del disparo y de repente suena un golpe seco y contundente, el animal había sido derribado por una bestia, fue tan rápida la envestida que el siervo quedo paralizado en suelo y aquello que lo envistió no era para nada un depredador de la naturaleza, era un mortífero y no solo uno, al instante llegó otro y después muchos más, como hienas hambrientas por el animal yaciente en el suelo, posiblemente no habían comido en días. Luchaban entre ellos por saber quién se iba a llevar el mayor trozo de carne, se rugían entre sí con gritos terroríficos mientras que de sus poros salía gases como de una olla a presión y se propinaban golpes fuertes sobre sus duros cráneos y sus costillas, eran sonidos que producían miedo al instante.

-¡Oh, no Emma, tenemos que salir de acá! -Sven pasó saliva

-¡De inmediato! -Dijo Emma mientras miraba aterrada la imagen que tenía a unos cuantos metros de ella.

Se dieron cuenta que estaban en peligro y corrieron como si la muerte les estuviese pisando los talones, podían atacar, pero ellos eran dos y las bestias un montón, así que no tenían intenciones de arriesgar su pellejo, tal vez más adelante cuando estuvieran más preparados, valía la pena llenar a tiro sus asquerosos cuerpos, pero ahora no era el momento, la única opción posible de salir de allí con vida era huir, huir lejos.

Tenían sus máscaras puestas y gracias a ellas no percibieron el hedor que salía que salía del cuerpo muerto en el suelo que por poco pisan, estaba devorado hasta los huesos, solo quedaba su cabeza, su cornamenta y algunas partes de sus vertebras, el resto eran pequeñas partes de carne putrefacta en proceso de descomposición por los gusanos y moscas. Mirarlo provocaba nauseas, Emma sentía que el estómago se le iba a salir, era asqueroso, pero lo que más los dejo extrañados fue un mortífero muerto a tan solo dos metros, su cuerpo lucia más desagradable de lo habitual, tenía traumas, moretones en la cabeza y en la espalda, sangre coagulada producida posiblemente por un combate entre ellos mismos por alimento, al parecer en su naturaleza no había compasión por nada ni nadie.

Sven y Emma siguieron corriendo en dirección opuesta al norte, se dieron cuenta que había un número elevado de mortíferos en el lugar donde estaban parados.

-¡Ten cuidado Sven, nos han visto!- Grito Emma.

Las bestias los veían fijamente, las pupilas en sus ojos se agrandaron por la excitación de saber que tenían algo más por devorar.

Alistaron sus armas, Emma empuño y cargó pasando el proyectil a la recamara de su pistola, Sven se puso en posición de tiro colocando en la mira a uno de los mortíferos, era un fusil de mira con baja cadencia de disparo, así que tenía cierta desventaja en el momento en el que las bestias se acercaran.

-¡Que vengan, hostia! ¡Ya estoy harta de ellos!- dice Emma, decidida a matar al primero que se acercara.

Rugieron fuertemente al unísono y corrieron bruscamente en dirección a la pareja.

Sven se relaja, apunta, toma aire y dispara. Cae el primero, justo en la frente, cada segundo se aproximan más y ya vienen a una mediana distancia. Sven carga, apunta y dispara. Cayó el segundo, con un tiro certero en el pecho y después cae el tercero. Es todo, ya están cerca, y vienen a la velocidad de un depredador, salta uno de ellos y se le tira a Sven con la mandíbula tan abierta que pareciera que se lo fuese a comer de un solo bocado, rápidamente Sven le da vuelta al fusil y le propina un culatazo en la garganta, tan fuerte que lo deja en el suelo al instante.
Emma dispara de a dos proyectiles por cada mortífero, su Prieto Baretta no era de mayor calibre como el fusil de Sven, pero se aseguraba de darles en partes donde la muerte iba a ser instantánea. La munición para Emma se acaba, y con agilidad vota el proveedor vacío y encaja uno nuevo, carga el proyectil a la recamara y dispara sin fallar un solo blanco. Para hacer rendir las balas, de vez en cuando Emma propinaba golpes con el borde trasero de la pistola sobre sus cabezas, pero ya había varios, los mortíferos superaban diez veces más en número a la pareja y no iban a acabar con ellos a golpes y culatazos, estaban rodeados. Emma sabía que había llegado su momento, pero iba a dar hasta el último de sus esfuerzos por no morir rendida y a sus pies, no, iba a matar tantos como fuera posible, así sea a mordiscos y rasguños.
Ya tenían un montón de bestias en frente, estaban asustados, pero no rendidos, tenían coraje, iban a morir con honor y no entregados a merced de su maldad, de repente uno se le tira a Sven tan fuerte y rápido que no le da tiempo de reaccionar y lo deja en suelo, el golpe fue tan brusco que le expulsa de inmediato el aire dejando a Sven débil y sin respiración, la bestia lo mira a los ojos y le ruge, mientras que de su piel brotaba tanto humo que la imagen de Sven en el suelo se iba opacando.
Emma apunta a lo que se alcanza ver  y dispara dos tiros directo en sus costillas, da un grito ahogado y cae al suelo a un lado de Sven quien se levanta rápidamente.

-¡Quietos todos! -Les grita Emma con tanta furia que por un momento se le olvidó que eran criaturas irracionales.- ¡Acabare con ustedes! ¡Están todos muertos!

Los mortíferos observan y rugen, esperando el más mínimo movimiento en contra para atacar, Emma tenía bien empuñada su mano sobre la pistola, dispuesta a todo. Grita y aprieta fuertemente el gatillo, pero para su sorpresa, la munición ya se había acabado. Mira su arma y la introduce en la funda táctica de la pierna. Estaban perdidos. Las bestias escuchan el grito y corren a atacar, cuando de repente suena a lo lejos el fuerte sonido de un motor vehicular que se aproximaba cada vez más en dirección a ellos.

MortiferosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora