Capítulo 2: Esa es Rapunzel.

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Mi mamá dice que me encontró dormida a las 3 de la mañana, en la mesa babeando el curriculum de Lizzy Anders. Bueno, ¿qué esperaban de mí? Me había quedado despierta leyendo. Tenía más de doscientas hojas de papel con información para valorar. Y después tenía que elegir quince de éstas e idear las pruebas más complicadas una vez existentes. Además de todo esto, también tenía que preocuparme por mi aspecto, mi popularidad, planificar la ropa que usaría toda la semana, ir de compras y gastarme todo el salario que ganaba trabajando de canguro... tenía una semana algo ajetreada y lo de la prueba sólo la complicaba más.

Pero no podía esperar a que empezara.

—Sophie, ¡Sophie! ¿Qué hacés despierta a las 3 de la mañana? —me gritó mi madre. Bueno, ella tampoco estaba muy lúcida a mi parecer, ya que yo no estaba precisamente despierta.

—¿Eh? — le contesté, achinando los ojos y arrugando la nariz. Bueno, no fue la contestación más inteligente que pude haber dado, pero ¡vamos! ¡Yo quisiera saber si todos se levantan con perfectas contestaciones para sus madres trasnochadoras después de haber sidos despertados a la madrugada!

Mi madre frunció el ceño. Probablemente pensaba que me había saltado mi horario de dormir (si, tenía horario de dormir a los 17 años, penoso, ¿verdad?) o también podía ser la baba en mi cara, las marcas de las hojas en mi mejilla, mi pelo revuelto o  las comisuras de mi boca todas sucias. Bueno, ¿quién puede culparme? Una semana estresante solo puede tener una solución y a esa solución yo la llamo helado.

—¿Qué hacés despierta a las tres de la mañana? — me repitió, como si yo fuera alguna loca que había que hablarle bien lento y claro. Eso me enfureció mucho y mi mente funciona mejor cuando estoy enfadada, así que inventé una excusa bastante creíble.

—¡Te estaba esperando, mamá! Hace una semana que estás llegando a la madrugada, evadís mis preguntas y salís temprano de casa. ¡Decime lo que está pasando!

Un aplauso para mí, por favor. Había sacado un verso de lo más profundo de la galera y lo mejor fue el poema de la cara furiosa de mi mamá: había dado en el blanco. Pero yo olvidaba que mi mamá era casi o más reservada que yo, así que iba a ser difícil sonsacarle información.

—Quién te pensás que sos, ¡quién te pensás que sos para andar controlándome y andar pidiéndome explicaciones! Hasta lo que yo sabía yo era la adulta acá, y vos mi hija, ¡tengo derecho a hacer lo que se me cante!

—¿Qué quién soy? ¡Vos lo dijiste, soy tu hija!

Salí corriendo hacia mi cuarto y cerré la puerta de un portazo. Estaba muy enojada con mi mamá, así que hice lo que  siempre hacía cuando me peleaba con ella: corrí el escritorio y mi cama hacia la puerta, así no la dejaba entrar.

Me senté en el borde de mi cama, escuchando a mi mamá pedirme disculpas y rogándome que la deje entrar. Enterré mi cabeza en mis rodillas y me cubrí la cara con mis manos. Las lágrimas amenazaban con abrirse paso hasta mis mejillas, pero no puse resistencia porque sabía que o necesitaba. Necesitaba llorar. En realidad, lo que necesitaba era a mi papá. Pero el señor perfecto nos había abandonado hace ocho meses para irse con su secretaria, y yo sabía que no volvería. Llamaba de vez en cuando, pero él vivía en España ahora, y no podía pretender que yo me cruzara un océano para ir a visitarlo. Aunque lo extrañara horrores. Me sumí en el sueño, y en él estaban mi mamá y mi papá, juntos, llevando una vida feliz conmigo.

Una hora después, el insomnio seguía en pie. Sí, me había despertado de ese sueño de familia feliz hacía media hora y no había vuelto a poder pegar un ojo. Así que ahí estaba yo, hecha bolita en mi cama, viendo la primer temporada de Gossip Girl. Hasta que un ruido proveniente de la ventana me asustó.

Me levanté, temerosa, de la cama y paseé mi mirada por la habitación. ¿Qué podía defenderme de un ladrón? Al no encontrar nada útil, me resigné y agarré mi zapato Ricky Sarkany de 15 cm de tacón. Bien, no podría matarlo, pero podría enterrarle el tacón en el ojo, ¿no?

Me acerqué a la ventana, con la luz de mi velador alumbrando mi habitación. Las hojas del árbol que tenía enfrente de la ventana se movían, pero eso era por el viento. Sintiéndome una tonta, estaba por volver a mi cama, y a los brazos de Nate Archibald cuando oí el ruido de nuevo. ME volví hacia la ventana, la abrí y miré hacia abajo. Había un chico abajo tirando piedritas a mi ventana, al mejor estilo Romeo y Julieta. Al descubrir de quién se trataba, bufé. Claro, ¿quién podría ser sino él? Me miró y las comisuras de sus labios tiraron para arriba. Sus ojos oscuros me miraron con diversión y el cabello rubio ceniza se le fue a los ojos. Con un movimiento de cabeza, lo apartó y me gritó.

—¡Oh, Julieta, Julieta! ¡Deja caer tu cabello!

Rodé los ojos, aunque sonreí. Ese chico siempre lograba ponerme los nervios de punta, aunque también era el único capaz de sacarme una sonrisa en este momento.

—Esa es Rapunzel, Carter. ¿Qué quieres a estas horas de la madrugada? Estaba durmiendo — mentí. No quería que él supiera que estaba mal.

—Oh, vamos Sophie. Vivo al lado, ¿lo olvidas? Los gritos tuyos y de tu madre podrían haberse escuchado hasta la escuela, y además olvidas que desde mi sala se ve tu habitación. Así que, ¿puedo subir y apreciar la belleza de Nate contigo? —dijo con una sonrisa burlona en su rostro.

Y sí, ese era mi vecino.

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¡Hola!

Perdón, sé que hace millones de años no actualizo, es que tuve un horrible bloqueo y no podía salir, además que me fui de vaciones, pero a nadie le importan mis razones  así que no se las daré.

¡Bueno! Personaje nuevo, atenti... Próximo capítulo, Sophie y Carter, en su cuarto... no lo sé jajaja.

Capaz haga maratón para compensar el retraso. Sé que el cap estuvo medio... sdsadsda no sé, ero se necesitaba para que se desarrolle el inicio.

Si les gusto, me harían un enooooooooooooooooorme favor votando (no hace falta que cometen, aunque no me voy a negar si lo hacen jajaj). ¡Me motivan a seguir!

Eso es todo.

¡Que tengan un buen domingo!

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