Niñera, Madre y Ángel

Pesadillas

Han pasado un par de semanas, ya la pequeña familia de dos se había acostumbrado a la presencia del muñeco, aunque la casa no paraba de darles malos sustos por los ruidos, siendo que nisiquiera era lo más pesado. Las noches eran las más problemáticas, teniendo pesadillas y memorias pasadas que provocaban los gritos de Thomas a mitad de la noche.

-¡Mamá!- se despierta exaltado y con la respiración agitada.

-Thomas...- entra, enciende la luz y se acerca a su hijo -¿Estas bien?

-No volvera ¿Verdad?... él no regresará para lastimarnos.

-¿Otra vez soñaste eso?- acaricia su espalda tratando de calmarlo.

-Cada vez me cuesta más cerrar los ojos... ya no quiero verlo...

-Ven...- él la abraza.

-Sé que Brahms nos quiere cuidar pero... no sé si quiero que se arriesgue con alguien como Michael... solo por nosotros.

-Tranquilo... yo también le tengo miedo a ese loco... pero tengo más miedo a perderte...

-¿No volverá?

-No lo hará, para eso tiene que encontrarme primero... y no le daré la oportunidad.

-¿Qué pasa si lo hace? ¿Si Brahms no puede protegernos? ¿Nos iremos de aquí?

-Brahms es un buen chico, no sé si sería bueno dejarlo...- dice algo pensativa.

-... Debería tratar de dormir...

-¿Quieres que te acompañé?

-No, ve tranquila, sé que también has dormido mal y no quiero molestarte.

-No puedes...- le da un beso en la frente -solo si no haces caso.

-Lo sé, buenas noches.

Eliza se fue a su habitación y cerró la puerta, el niño se levantó de la cama con cuidado, se acerco a una pared y la golpea suave para luego esperar respuesta. Un compartimiento se abre en la pared, solo se podía notar una silueta, Thomas se sienta en el piso al saber que lo iban a escuchar.

-Hola Brahms.

-¿Qué paso esta vez? Gritaste muy fuerte...

-Michael... lastimando a mamá... yo no me podía mover... no podía ayudarla...- dice entre lágrimas.

-Oye, no te pongas así...

-No puedo evitarlo, tengo miedo que si nos encuentra le haga daño a mamá... tengo miedo de no poder protegerla como la última vez.

-Acercate...- el niño se corre hacía delante, del espacio sale una mano -escucha con atención...

-Esta bien...- toma la mano.

-Si él viene, no dejaré que los lastime... no dejaré que nos separé... ustedes están a salvo conmigo...

-Gracias...- dice el niño, abraza la mano del oyente, causando algo de alegría en él.

-Ve a dormir... necesitas descansar...- suelta su mano y se oculta por completo, cerrando la compuerta.

-Esta bien, buenas noches Brahms.

El niño se va a la cama y se acuesta a dormir, el oyente camina entre las paredes hasta llegar al pasaje del armario, escucha a Eliza algo molesta, se acerca un poco para ver que esta hablando por el celular. Guarda el mayor silencio posible, notando el problema en la conversación y que el tono alto era por la mala señal.

-No le voy a decir donde vivo...- dice enojada.

-Querida, tu madre solo quiere verte, te extraña.

-Tía, si de verdad quisiera verme, no tardaría tanto para encontrarme.

-¿Pero no quieres verla?

-Son las dos de la madrugada, tía, quiero dormir...- se notaba el cansancio.

-No te atrevas a cerrarme. ¿Porque no quieres que sepa?

-Porque sé que vendrá con el mismo psicópata que casi mata a mi hijo.

-¿Porqué tan segura?

-Porque la conozco lo suficiente como para saber que quiere que me casé con él por dinero, así como yo sé que no debo decirte porque se le dirás.

-Al menos una pista, quiero saber si estas cerca.

-No y deja de llamar a estas horas.

-Pero es mi hora válida, sabes que te quiero ¿Cierto?

-A tu manera de ser, buenas noches- cuelga la llamada.

Eliza se recuesta en la pared, deslizándose hasta el piso, el único que sabía la dirección de esa casa era el doctor de Thomas en caso de alguna emergencia; ella rompió en llanto, cubriendo su rostro con sus brazos. El oyente estaba observando con algo de pena, un sentimiento que rara vez tenía por causa de alguien, este comenzó a llamarla con voz de niño.

-Eli...

-Brahms... no deberías estar despierto a esta hora.

-Escuché a Thomas... ¿Estas bien?

-Sí, solo que... no quiero que los lastimen... casi pierdo a mi hijo una vez porque él quería protegerme ante mi error...- dice con la voz temblorosa

-Yo los protegere... es mi casa y...

-No, no quiero perder a los que más me importan...- alza un poco la mirada, sin notar de donde viene la voz.

-Pero...

-Si de alguna manera Michael llega aquí... prometeme que salvaras a Thomas...

-No, yo puedo protegerlos a ambos, no te podría dejar atrás.

-Por favor... prometeme que sin importar que pase, esconderas a Thomas y evitarás que lo lastimen...

-... lo... lo prometo...- dice

-Es increíble que sepa tan poco de ti y confíe su vida en tus manos- se levanta del suelo y se acuesta en su cama.

-Es mejor así...

-Pero en serio... gracias por hacerlo... significa mucho de un extraño.

-Ya no puedes decir eso.

-¿Porqué no?- dice algo confundida por esa respuesta.

-Ya paso un tiempo, no vale que me llames extraño.

-En eso tienes razón.

-Buenas noches, Eli.

-Descansa, Brahms, donde sea que estés.

Él se quedo mirándola un rato para asegurar que durmiera, estando seguro que ella se había dejado ganar por el sueño, se fue a su escondite, se acostó en su desgastada cama, abrazando su muñeca de Eliza. La miraba con ternura y acariciaba su pelo corto, olfateandolo y reposando su cabeza sobre esta como si estuviera acostado en las piernas de la chica.

-Eres tan linda, cuidando de ambos sin ser tu sangre...- toma la mano de la muñeca.

-Tan amable que dejaste de temerme...

-Me entristece ver que llores por alguien que te lastimo... que lastimo a nuestro pequeño Thomas.

-Los quiero demasiado... incluso con todos mis secretos...

-Seremos una gran familia, no dejaré que nadie los lastime, ni los utilicé de nuevo...

-Ojalá esos desgraciados que conoces como padres lleguen...

-Así podré ponerle fin a tu sufrimiento...- apretó la mano de la muñeca y volteó para mirarla.

-No tendrán razón para huir... no se tendrán que ir... no tendrán que dejarme solo...