Dos.

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—Estaba a punto de llamarte, Peps —sonrío al ver a su hermana en la puerta.

Todas las mañanas al despertar luego de leer el libro, llamaba a su hermana.

—Quise pasar a verte, antes de trabajar —los hermanos se colocaron en el sillón uno frente al otro—. ¿Tienes alguna duda?

—¿Yo me mudé de New Yor por esto? —no hacía falta decir a que se refería, ambos lo sabían.

—Sí, para ayudarte por si necesitas algo y para estar más cerca de la familia, de mí, de Rhodey —le tomó las manos.

—Gracias, por ayudarme —sonrió.

—Para eso están las hermanas.

[•••]

Se paseaba por la oficina de su amigo, se paró frente a él y reprodujo la grabación de ayer.

"... Em, mi nombre es James"

—No puedo creerlo, siempre tuviste conquista con las chicas todas te amaban, las volvías locas y ninguna sabía que eras gay, yo soy heterosexual y ninguna chica me miraba, tenía un sensual abdomen y nunca conseguí una cita. Y a tí te basta con respirar para tener a hombres y mujeres a tus pies.

—¡Rhodey! —le dio una bofetada— ¿Quién es James?

—Auch, eso dolió —tocó el área afectada—. ¿James? Suena como alguien lindo, amigable, un psicópata que deja mensajes a extraños, no sé date la oportunidad, necesitas amor. El amor es bueno, como lo que yo tuve con Carol —suspiro.

—¿Carol y tú se divorciaron? —dijo sorprendido.

—Sí, hace un año —dijo entre dientes—, pero no hablamos de mí. Vuelve a esa cafetería e invítalo a salir.

—No lo sé, Rhodey.

[•••]

Otro día en ese trabajo que no disfrutaba mucho, Tony no era la persona ideal para estar sentada detrás de un escritorio reparando joyería o en este caso acomodando anillos y relojes.
Era algo que realmente odiaba, pero ahora esa era su vida por decisión propia.

La puerta del establecimiento fue abierta haciendo que el moreno levantara la vista, un chico pelinegro de ojos azules era quien había entrado.

—Buenas tardes —saludó sin levantar la vista lucía entretenido buscando algo en su mochila—. Hola, oh hola, no sabía que trabajabas aquí —Tony parecía no entender—. Soy yo recuerdas, fui tu camarero, eres Tony, ¿cierto?

Una sonrisa se dibujó en el rostro del castaño, ahora sabía quién era el dueño de la voz en su grabadora.

—Eres James —dejó de lado lo que traía en las manos para admirar al dueño de la voz, no quería olvidar ese rostro.

—Sí, veo que ya recordaste —sonrió—. Bueno, vine porque tengo que vender esto, es muy costoso, fue un obsequio, pero necesito dinero así que acepto la mitad de lo que vale —colocó sobre la mesa un reloj.

—Lo lamento, no puedo ayudarte con esto —tenía en sus manos el reloj.

—¿Mañana? —de verdad necesitaba dinero.

—No me estás entendiendo, no puedo ayudarte porque es falso —Tony rasco su nuca.

—¿Bromeas? —el rostro de James mostraba confusión y un poco de decepción.

—No, se nota por la correa, el peso, y la marca que tu reloj no tiene —Tony le prestó uno original para que pueda compararlos.

—Estúpido, Barton, es un mentiroso —aventó el accesorio al piso y lo aplastó—. Siento que hayas visto eso.

Remember meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora