Enseguida pude reconocer la voz al otro lado de la línea. Era Justin. No pude evitar que mi corazón comenzase a latir más rápidamente y todavía menos el sonreír de manera boba.
—Hola. —contesté.
—Se escucha jaleo. ¿Estás en una fiesta? —me preguntó curioso.
—Sí. Hemos venido a la casa de un amigo de Ali. Ha venido Astrid, ¿recuerdas que te la mencioné? —le dije.
—Sí, claro. La que se mudó —sonreí aún sabiendo que no me estaba viendo, pero me alegraba saber que todavía se acordaba de lo que le decía. Eso era señal de que me prestaba atención cuando le hablaba. Lo escuché suspirar. —. Te echo de menos.
—Yo también te echo mucho de menos —le correspondí. —¿Qué has hecho hoy?
—Mi padre me pidió que le ayudase a administrar unos papeles, por lo que me pasé toda la mañana en su despacho y esta tarde he llevado a Laila al parque. —enumeró.
—Wow. Suena guay. Podríamos haber ido juntos cuando le dieron el alta. —le dije.
—Lo sé. Lo siento. —se lamentó.
—No pasa nada. Solo que no quiero que nuestra relación cambie. Parece que todo va de mal en peor. —le mencioné.
—Todo va a ir bien, Eden. ¿Cuándo vas a venir? —me preguntó.
—Quizá nos quedemos aquí durante una semana. Supongo que el viernes estaremos allí. ¿Por? —le pregunté.
—Porque tengo tantas ganas de que vengas para poder hacer que grites mi nombre hasta quedarte afónica. —espetó.
—Justin, calla, por favor. —le rogué con voz temblorosa.
Instantáneamente mis mejillas fueron adoptando un color rojo pimiento, me estaba ruborizando en mitad de un porche trasero de un casa ajena y para colmo demasiado concurrida. Me mordí el labio inferior y me llevé la mano a la boca para ocultar mi nerviosismo en la medida de lo posible.
—¿Qué pasa? ¡Ah, ya sé! Tú tienes tantas ganas como yo. —adivinó.
—Pero ahora no podemos. —le dije moviéndome inquieta. Si no me lo hubiera dicho, ahora no estaría deseando algo de lo que no me voy a poder saciar.
—Ve a un baño o aléjate de la gente. Vete a un lugar donde no te vean. —me dijo.
Creí saber por donde andaban los tiros, pero estaba confusa y no lo entendía.
—¿Qué?
—Solo hazme caso. No me cuelgues. Busca un sitio, Eden. —me insistió.
Comencé a caminar, y poco después supe que en el jardín me podían ver y Justin me había pedido un lugar en el que no se me viera. Entré en la casa y la música me impedía escuchar a Justin, subí al piso de arriba. Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, no debería de hurgar en una casa que no es mía, pero todo el mundo estaba subiendo las escaleras para el segundo piso, lo que hizo que mi sentimiento de culpabilidad se fuera esfumando poco a poco.
En el segundo piso continuaba habiendo gente rondando y estaba muy concurrido, dudaba si alguna habitación quedaba libre, por lo que no me demoré más y subí hasta el tercero, que tan solo habían tres personas hablando junto a la barandilla blanca. Hice como que esperaba a alguien y comencé a mirar por encima de mi hombro y a mirar la hora en mi reloj y poco después, las dos chicas y el chico que habían, se fueron y yo pude entrar en una de las habitaciones libremente, pero no sin antes cercionarme de que nadie me veía entrar.
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ÉL - Un Verano En California [US #1#]
Teen FictionLos polos opuestos se atraen, pero... ¿quién elimina la opción de que los polos iguales también lo hagan? Completamente diferentes, pero; jodidamente iguales. Así eran ellos. Su alma era negra y su vida demasiado atormentada como para saber a ci...