VI

4 0 0
                                    

Llegue a un estado en el que no podía pegar un ojo, en mi cama después de aquella aventura de rutina solo pensaba en aquella manzana que nos hiso ser conscientes de algo que sucedía y aun nuestros ojos no eran aptos para vero, maldito e insignificante futuro, triste pero motivador, intermitente como las luces del pasaje A6, en sus puntos ciegos se escondían los deseos más asquerosos de lo pacífico de los puntos claros, no quería hacer nada, no sé qué me movió pero decidí ir hacia mi escritorio, tal vez fue uno de esos momentos de los que mi padre me describía en la carta, momentos inexplicables pero con una finalidad, la que le dé yo.

Tome mi lápiz y una hoja grande, empezó por describir mi día, las sensaciones de aquel árbol, su majestuosidad centenaria junto a la reciprocidad de pureza que habitaba en nosotros, como el bien y el mal juntados por ramas forzado el lazo con la aparición repentina de musgo, proseguí hacia aquella niña sus facciones, su cuerpo, su torzo, todo de ella era magnifico, hasta para un joven como yo ,aquella jovencita aparentemente contemporánea a mi edad compartía cierto secreto del que yo sería protagonista en algún momento, detalle cada minuto que pasaba en el mundo de los recuerdos, aquella nube de rugoso aspecto, lleno de problemas con una sensación o ademan de querer explotar, tanto así que no quise subirme encima, sentía que si la tocaba todos mis recuerdos se echarían a perder, solo vi caer un pequeño diente de león, preocupado trate de moverme pero solo conseguí apresurar su descenso inevitable, al caer encima solo vi como exploto en mil partículas, todas distintas, cada una con una imagen, sentía como se iban perdiendo por el ambiente, propulsados por un viento maligno que le hacía opacidad a los rayitos de sol amortiguadores de la caída, rápidamente tome una de estas partículas enanas y la mire fijamente, como un visor de joyas, con tal minuciosidad que casi hacia llorar a aquella partícula, logre ver algo, una escena a blanco y negro, no veía bien, me acercaba cada vez más y más con tal duda que me hacía desesperar.

Era Anthony, si aquel chico que recordé anteriormente, era el, con su cabello alborotado, lleno de caspa y rizos alborotados, con su rostro fino y mentón definido, ojos saltones, mejillas grotescas y cuello firme. Sentía una extraña curiosidad al ver a una persona que acababa de conocer en un recuerdo, así apode a aquellas partículas, sentía que ya lo viví, ¿pero y si no?. Sin duda la curiosidad me mataba, pero tenía miedo, Anthony con sus ojos de misterio me atrapo y me llevo hacia el centro de la partícula.

PremonicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora