VII

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Días después de que haya llegado al pueblo fui a dar un paseo por aquel lugar, solo, a escondidas de mis padres, a ellos después de la última vez que me ¨casi extravié¨ obtuvieron un sensor patológico que anunciaba la llegada de alguna tragedia, obviamente supe cómo usar aquel sensor a mi favor. Los caminos del barrio eran todos similares, solitarios, llenos de árboles, flores, balcones vacíos, y olor a parsimonia.

Llegue a un parque que con el paso del tiempo se volvería mi lugar favorito, allí dejaría de ser yo, me volvería uno solo con el ambiente, con el césped, bancas y columpios que se movían sin una fuerza constante, solo seguían el aire que direccionaba su destino, a veces pensaba que era un columpio, y me dejaba llevar, pero los golpes de la realidad me detenían y mantenían como un sube y baja, en estado nulo o medio, jamás alto, el alto era el poder de la realidad sobre mi columna, sometiéndome pero poco a poco dejaría de ser una butaca y pasaría a ser un espectador. Anthony estaba en una cancha de básquet, ese día había llovido y en mi ignorancia de responsabilidad di un salto sobre cada charco que se cruzaba en mi camino, yo mismo cree un estado de felicidad para mí mismo, nadie ni nada me podía sacar de ahí, eso es lo que genera la inconciencia, la ignorancia y la apatía, Anthony dio un grito ensordecedor, se había resbalado y había caído de pompas sobre la fría pista de danzantes, desde lo lejos lo vi y no pude evitar la risa instantánea que me producía, pero trate de evitarlo, me acerque hacia el a tratar de ayudarlo, es increíble como un niño puede ocultar la verdad de sus sentimientos y sensaciones pero nunca las de alguien más, le extendí mi mano y enseguida lo levante, el con un sonoro canturreo de su subconsciente producía una queja incesante que salía desde sus entrañas y era escupida por sus ojos entrecerrados y sus manos sobándose el poto.

J.- Estas bien?

A.- Eso creo, aunque me dio mucho miedo y foro

J.- Eres de por aquí?

A.- Si, juego todos los días aquí, me encanta liberarme y correr sin parar, hablando de ello jamás te había visto por acta

J.- Si, soy nuevo y no conozco a nadie.

A.- Bueno pues cualquiera que me haya salvado el trasero de una neumonía es mi amigo.

Desde ese día no recuerdo un solo instante en el que no me estuviera riendo de algo que nos haya sucedido o de su misma existencia, es una persona alegre, amigable, protectora, y sobre todo consiente. Pasaban los años, pero nuestra nostalgia solo se limpiaba los hombros al llegar a nuestras cabezas. Hubo una ocasión en la que nos peleamos, pero fue la primera y la única vez, ambos éramos dos jovencitos a plena luz de la adolescencia, alumbrados por prejuicios e ideas locas, pensando que éramos solo nosotros y nadie más. Un día llego a mi casa, yo y mi hermano nos habíamos quedado solos y pues el llego a hacernos compañía, veíamos cierto contenido según en el titulo ¨esotérico y ocultista¨ información que nos alteraba la cabeza e incluso nos cobijaba el temor tras nuestras espaldas, pues a mi hermano no le gustaba eso, a él le atormentaba un miedo de sobremanera y producida duras discusiones mías con mis padres, además de zarandeos intermitentes en la cama de mi hermano a altas horas de la noche, cosa que no me dejaba soñar en paz, puesto que ambos habitábamos en una litera como casa de árbol, lo que uno soñaba se lo compartía al otro y viceversa, y como sus sueños de niño ingenuo e incrédulo eran más fuertes que la necedad y escepticismo mío siempre era agobiado por esos pensamientos que sabía que no existían, pero también había un pepe grillo que me zumbaba todas las noches: ¨y si existen?¨ . Anthony con su sordera total, evitando mis regaños abrió ese contenido, y ahí aprecié el problema de todos los niños, hacer algo que se les dice y sabemos todos que está mal hacerlo, hasta ellos mismo lo saben, pero toman el riesgo sin medir las consecuencias, dije un problema de los niños?, perdón quise decir un problema de la humanidad entera. Mi hermano con un entusiasmo que pocas veces había visto abrió sus cunas de información y espere a que no sucediera nada, entre griteríos y difamaciones mías. En medio video él se acurruco en mi seno, sabía que todo empeoraría, ese día íbamos a salir a jugar como todas las tardes, prefería que mi hermano se quedara en casa, que viva la vida de un niño normal, con ignorancia y placer, pronto lo guiaría por la realidad agobiante y absurda, en busca de una salida, o al menos una ventana. No hizo más que quedarse junto a mí y repetir una y otra vez la misma oración, como un vendedor de algodones de azúcar de la plaza grande.
S.- No quiero que te vayas. No quiero que te vayas. No quiero que te vayas. No quiero que te vayas. No quiero que te vayas.

Anthony intento despegarlo de mí, para que me fuera con él pero de repente se desenterró una hermandad que la creía inexistente o al menos perdida, siempre tuve ese dilema de saber si es que la hermandad nace o se hace. Solo recuerdo que le grite a Anthony por primera y única vez en mi vida, al menos preocupándome por mí mismo, el solo me miró fijamente, no recuerdo el todo de sus ojos ni de sus cejas solo veo esa boca áspera y seca, esos labios tristes y con sed de aventura, Anthony salió y por ese día y el próximo mes no quería saber nada mas de él.
Los recuerdos vagaban fríamente por mi cuerpo y mi cabeza, veía escenas en las que él, mi hermano y yo nos desvelábamos jugando Mario Bros, después en la noche con mas años con nuestra primera botella de licor barato y así hasta llegar al uso de sustancias más complejas para el control sensorial, no podía ver que era solo lo ingeríamos, era como un pasadizo secreto debajo de su cama, lleno de humo, luces y risotadas.
Los años transcurrían y nuestro lugar favorito, el mismo parque donde nos conocimos jamás envejecida, le teníamos envidia, a veces nos recostábamos en ese lugar, bajo un árbol distinto a pensar sobre nosotros, sobre el problema común, sobre el que hacer mañana, sobre el porqué de nuestra existencia, y de lo único que no hablábamos era del futuro, del que hacer después, me arrepiento tanto de no haberlo hecho.
Para mí el futuro era como una irrealidad, con mis años encima aunque para un anciano estaría en un 2% de mi vida era muy consciente de lo que significaba crecer y pertenecer, temía que no nos volviéramos a ver jamás, de que nuestras aventuras se queden en el olvido, de que nuestros proyectos a corto plazo se vean obstaculizados por el hambre y la necesidad que nos genera esta sociedad, jamás le pregunte que haría después, solo pensé en mí, en mis preocupaciones y cuando quise hablar de ello ya era tarde.
No compaginaba con muchas personas de mi alrededor, todas eran… no lo sé, extrañas, guiadas por un ente, por una imagen, pero Anthony me comprendía y yo a él, incluso intente entablar una conversación con una de esas personas, habíamos ido a comprar licor y pues yo siempre he tenido la tez de un señor que apenas entro en la zona de complejidad, preocupado y cascarrabias en algún punto, uno de esos chicos se me acerco y me pregunto qué me sucedía a lo que yo respondí

J.- Nada

?.- Tu sabes que puedes contar conmigo, verdad?

J.- (Sonrisa sarcástica).- Me siento mal, tengo 16 años y pues solo soy lo que muestro, no tengo nada ni algo que me respalde.

?.- Pero tienes 16 años no deberías preocuparte, solo vas en un 2% de tu vida, debes relajarte mas
Que idiota que fui al prestarle mis oídos.
Su personalidad afectiva y tranquila me impartía sabiduría, pensé que sabría lo que decía. Cuando llegue a casa deje de lado las preocupaciones y hable con mi padre, le comenté lo que me dijeron esos chicos

M.- No debes escuchar a esas personas, ¿eres más inteligente que ellos porque lo hiciste?

J.- No lo sé, solo lo hice

M.- Escúchame bien lo que te voy a decir, la vida es un segundo, no puedes medir el tiempo que has estado en este lugar por porcentajes, se mide por hechos, por sabiduría por aprendizajes. Aun así es idiota el hecho de querer medir el porcentaje de tu vida, la muerte nos asecha y no importa cuanto vivimos lo que importa es lo que dejes, tu legado basado ene experiencias inolvidables y hechos que te formaran como ser humano.

Siempre tuve ese miedo de que mi vida no significara nada, y no porque mi padre me lo haya dicho, es más esas no fueron sus palabras, fueron las que yo escuche, sabía que con su dulzura agresiva jamás me diría algo así, solo fue lo que yo capte, crecí en un mundos e necesidad en donde si no te movías te pisaban, en donde si nos subías los escalones estos desaparecían, en donde si no controlabas te controlaban, una visión que más después encontraría egoísta y autoritaria.

Le comenté a Anthony en una de nuestras aventuras sedentarias en busca de entender porque el sol nos da energía, y para él fue algo convincente lo que le dije, incluso motivador, me llene de tanta alegría al saber que mis pesares nocturnos, mis pesadillas, temores, angustias y sufrimientos eran el mensaje que necesitaban escuchar alguien más para levantarse y seguir adelante.
Los años jamás se detuvieron, me vi adulto, a ambos en una de nuestras reuniones casuales, pero algo no andaba bien.

A.- Me uniré al ejercito

J.- ¿Que dices!!?

A.- Si, no pude aprobar en ninguna universidad y no tengo otra opción

J.- Pero y la música, los libros, lo que tanto amo, si sigues aprendiendo puedes crear algo

A.- Es demasiado tarde, no tuve ojos para elegir un camino propio, ahora debo escoger un camino del catálogo.

Solo pude ver como Anthony salía del lugar, con su mochila de  colores y mis ojos llenos de cristales volubles, de pronto sentía como algo se posaba en mi hombro, una fuerza diminuta pero mayor, era aquel diente de león, sabía que saldría pronto.

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