VIII

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Al recobrar la conciencia me vi sobre la misma nube, asustado y confuso, miraba al suelo y todas esas partículas seguían ahí, no quería verlas más en mi vida. De pronto sentí detrás mío un aleteo, fuerte y agresivo, era una dentista, sabía que todas esas partículas volarían y no me movía, pero de pronto algo despertó en mí, fije en mi mira dos partículas que había en el fondo, me avance hacia aquellas y las protegí con mi vida, para evitar la ventisca, las atrape y las abrace como si fuesen los últimos recuerdos que me quedaban, una de aquellas partículas la escondía dentro de mi media y me hundí en la siguiente.

Se supone que al término de un año escolar lo único que hace es solo respirar, renacer, esperar lo peor o lo mejor, yo no hice nada, me mantuve tan inactivo como un koala. Los días parecían normales, mi clase era de lo más normal, tipos siendo tipos idiotas del siglo XX y niñas creyéndose ser un anacronismo, pero ocultando ser la misma incoherencia maquillada del siglo XX, pero había alguien que resaltaba, o al menos alguien que no se mostraba completamente, fue ahí cuando algo despertó en mí, un interés innato, pasional y hasta utópico. Aquella niña de sonrisa implacable, cabello como tallarín al estilo de un ¨lonchys¨ recién preparado, ojos de semillas, de donde germinaba un iris que crecía de acuerdo al sentimiento que se encontraba en el lugar, su silueta era tan fina como grotesca, una finura de modelo, y su tosca forma de actuar frente a los demás, se parecía a mi si tan solo me atreviera a escupirle a la cara a quienes son idiotas.

Pasaron los días, ambos nos conocimos, nos llevamos muy bien, aprendíamos el uno del otro y el tiempo no existía, así como una definición para nuestro clima que producíamos con una mirada entre lo candente y la ternura gélida de un bebe criogenizado esperando para su destino.

Ambos éramos un par de inconscientes, no sabíamos el poder que teníamos sobre el otro, uno pensaba en lo que seria y el otro en por qué no ser, solo sentíamos, pero nos decíamos anda. Ambos saboreábamos el néctar de nuestros encuentros visuales, miradas que decían muchas cosas, a veces odio, pasión, curiosidad, pásame la tarea o simplemente deseo, deseo de saber que había oculto, que podríamos producir si nuestros cuerpo se encontraban de una vez, dejaríamos de abrir los ojos para dejar de imaginar y empezar a sentir, a beber, a morir, y nacer continuamente, todo eso mientras solo salíamos de todo, ambos con decisiones de las cuales nos arrepentimos toda la vida, y besos que nos pertenecían pero eran labios diferentes, otros juegos resultado de la falta de comunicación y de la verdad.
Una noche en la que todo parecía normal, todos debíamos ir a casa puesto nuestra jornada escolar había concluido con un éxito casi intachable, pero algo rompió esa burbuja de estabilidad, era una amiga de Angelica, sentí su mano tocar mi hombro, con una fuerza que parecía de película, la importancia que se tomo fue inimaginable pero la realidad era otra.

K.- Necesito que vengas, es urgente

J.- Pero es de noche y mi madre me matara si no llego a tiempo

K.- Es Angelica.

J.- ¿Que sucede con ella?

K.- Solo sígueme

Sus últimas palabras fueron suaves, me hacía saber sin querer que todo estaba bien, no me importara que fuera, sin duda no prestaría atención, pero usar su nombre, fue la ultima gota que bebi del vaso antes de que la lluvia cayera sobre mi. Y ahí estaba yo, entre un laberinto de autobuses, controlados por molestos conductores con unas ganas inmensas de llegar a casa y recostase en su sillón para ver la novela que estuviera pasando por el canal 8 y yo perdido buscaba y buscaba, hasta que la encontré.

K.- Aquí esta.

J.- Díganme que sucede, por favor

K.- Se lo dices tu o se lo digo yo
Un frio silencio me atormento hasta que la cachetada de una palabra llego de repente.

K.- Tengo un reto para ti! lo dijo entusiasmada

K.- Debes besar a Angelica

Fue ahí cuando todo se nublo, nada tuvo sentido, de pronto llego a mi la primera experiencia de desvanecimiento, mi cuerpo dejaba de existir, solo era yo, mis ideales, mis pensamientos, mis sueños, mis ganas de besarla.

J.- ¿Y porque lo haría?

K.- Apura sé que lo quieres
Angelica en ningún momento dijo nada, es mas solo se escabullía detrás de estos buses.

J.- Lo hare, pero para mí no será ningún reto

Camine hasta encontrarla en su madriguera, con sus ojos abiertos reflejaban la noche preocupante pero tranquila, con peligro, pero sin importancia para mí.
Aquel beso fue el pasaporte que siempre usaría para no volver, para escapar, para desvanecerme junto a ella.
Los días pasaban, nunca se detuvieron, solo caminaban como trotadores profesionales en una competencia de las olimpiadas, y yo era un chico en una silla de ruedas, impotente por no poder detener nada, ver como se escapaba de mis manos. Hubo momentos, situaciones, millones de excusas para estas juntos, pero jamás tuvimos el valor de tomarlas y de adueñarnos de ellas.
Las semanas se alargaban mientras nuestro sueño de tener algo nominado, con estereotipo y sin romper estigmas se desvanecía cada vez más y mas
Sin embargo, los meses no fueron crudos, hubo escapadas tormentosas que podrían terminar en un descuido intravenoso o en un atraco a sus finas ropas que llevaba justo ese día, corriendo el riesgo de salir de las bocas de todos como los chicos que hicieron el amor en un aula de clase durante un programa deportivo maquillaba la atención te todos sus habitantes.
Aquel día no me imagine como pude controlarme, toda una dama salida de los antiguos escritos romancistas, con el plus de pertenecerme, pertenecernos, según lo creía yo. Era un vestido rojo carmín, de pies a cabeza como una diosa, cabello planchado, resultado de una noche tormentosa por que quedara bien uno de sus dos estilos únicos e inimitables, un cuello suave con una collar de plata, resaltaba su cuello con sed, sus pechos, despiertos, avivados de placer, sus caderas candentes por dentro pero temerosas por fuera, sus tobillos junto a unos tacones que se adhirieron a sus pies como la serpiente a la manzana, y así salió entre la multitud.
Mil chicos, niños, embobados por una mujer que en su vida les haría caso, hacía falta carisma y misterio para obtener su atención, tal vez algo más, pero eso lo descubriría en otro momento, pero fue algo excéntrico y egocentrista saber que en ese momento nos pertenecíamos, ambos podíamos coquetear, guiñar el ojo a algún chico o chica que diera muestras de deseos, pero sabíamos que no iría a más.
Después de tal espectáculo, solo pensaba en lo dulce que sería abrazarla y sentir la conexión tan especial que existía, en ese momento donde se supone que reina la pasión y los deseos netamente carnales, apareció la gran semilla de nuestro disque ¨amor¨, solo un abrazo que duro minutos, mientras sus amigas cuchicheaban en las afueras del lugar, su piel entre mis manos se estremecía, sus ojos cantaban ¨Perfect¨ de Ed Sheeran y su cuerpo gritaba, tan fuerte que el mío lo escuchaba, pero los callamos un segundo y dejamos que nuestros ojos hablen por sí solos.
Días turbios llegaron, como un balde de agua fría, después de meses de incertidumbre, la cabeza complicada de su narrador tuvo la grandiosa idea de romper con lo inexplicable, los humanos tenemos siempre la necesidad de saber que sucede, no podemos solo sentir, le necesitamos dar un nombre a todo, tenemos tanto miedo de ser controlados o controlar de una forma errónea, tenemos miedo de no ser los únicos en la vida de alguien, solo nos preocupamos por el yo y el yo, yo estaré bien?, se siente bien conmigo?, me engaña?, me ama?. Jamás nos preocupamos por la otra persona, sinceramente solo vemos por nuestro orgullo o estabilidad, pronto aprendería que todo eso estaba mal.

J.- Te tengo una pregunta

A:_ Ah sí?, y cuál es?

J.- Ehh….

El silencio gélido nos congelo, a mi más que todo, mi lengua de lobo se convirtió en una frágil lengua de sapo, que deseaba atrapar rápido una respuesta, esperando el momento preciso, pero este sapo en el que me había transmutado era sordo y ciego, no sabía cuando saltar, mientras que ella, con su lengua viperina se convirtió en aquella lengua de un turista en medio del polo sur, con la gran idea de meter su lengua en algo congelado, para comprobar si el mito es cierto, necesita del dolor para saber que es cierto, y yo no era la excepción en ese momento.

J.- Pues que, tu y yo hemos estado relativamente juntos, no como pareja, pero si como dos individuos que se interrelacionan, y quería saber si es que quisieras que ambos… ¿pasemos a algo más oficial?
(Juro por dios que eso es lo que hubiera querido decir)

A.- Pues es que no se

J.- Pero como qué no?

A.- Solo es eso no lo sé y ya.

En ese momento pensaba como todo chico con miedo e inseguridad, alimentado por mis supuestos amigos, dictadores de un machismo frecuente, y un oportunismo con el que me controlaban que avanzaba paulatinamente, según ellos un no se era conformado por el 60% de un NO contundente y de un 40% de Si suavizante. Vaya estupidez.
Desde ese día en adelante no volví a tocar el tema, era sensible y frágil, como la copa de cristal que con una graduación de voz perfecta se destrozaría, y yo dominaba todas esas tonadas y estuve a punto de joderlo todo.

La distancia llego a nuestros corazones, problemas de decisiones e inconcluyentes casos de celos inexplicables y otros inevitables de tanta verdad que se apreciaba, meses de intensa rabia donde ella aprovecho para despejar sus dudas en los brazos de otro orangután que supuestamente la amaba, y yo pues me refugiaba en la noche, en actividades nocturnas, en letras que formaban un rio de sentimientos, cálidos y fríos, amplios y estrechos, tomaban formas diferentes según el recuerdo.

Pero todo volvió a la normalidad, o eso pensé yo, llego una alusión a mí, después de lo vivido obviamente, el final del todo llega cuando menos te lo esperas, eso es una ley, es raro que haya aprendido tantas cosas que aún no vivía de una simple partícula con un rostro impregnado en ella, que ni siquiera conocía, pero la familiaridad cruzaba más de lo que debía.
La felicidad de momentos inoportunos se convierte en un viaje VIP en un avión con las turbinas oxidadas, pronto se vendrá abajo, no sabes cuándo ni cómo, ni siquiera si sucederá, estas tan ocupado viviendo el hoy que no piensas en el mañana.

Las decisiones de los humanos son tan interesantes como todo un enigma, el querer despejarse en los brazos que no son las de costumbre, querer desaparecer, o querer apelar a una conexión supuestamente especial que según la biblia resolverá todos los problemas.

Las vacaciones se hicieron presentes, momentos de conexión, de introspección y de salir de toda cotidianidad, olvidar todo y concentrarse en uno mismo.
Un día desperté con una inseguridad total, había quedado en verme con alguien más, una persona que me recordaba lo que fui y lo que jamás volver a ser, pero el deseo no tiene nombre ni fecha, solo existe y yo iría a cumplir con mi parte, pronto descubrir que por azares del destino nuestro plan fracaso por la vaga decisión de sus padres, una suerte que solo ella la tendría. Así, una vez más me hallaría al borde de la decepción e inactividad, pero un llamado llego a mí, no sé de quién, pero decidí escribirle a Angelica

J.- ¿Crees que hoy podremos vernos?

N.- Si claro, ven a mi casa

De pronto una incertidumbre me rodeo todo el cuerpo, jamás me había invitado a su zona de confort, lo sentí, pero jamás lo vi

J.- Claro estaré ahí a las 3

Y así fue, aunque el camino fue de lo mas tormentoso, sintiendo como el camino de la serpiente se hacia cada vez mas y mas largo, los 30 minutos de viaje en autobús se convirtieron en horas, horas de pensar y reflexionar, que actitudes tomar y la necesidad de hacer lo que hicimos
Llegue hasta su morada, algo reconfortante y tenebrosa, lugar prohibido para cualquier ser con uso de su razón, debías tener una ubicuidad en esa persona para poder entrar ahí, atravesando una puerta metálica llegue hasta un zaguán muy extraño, esta descubierto, más bien un pequeño patio adornado por los intentos fallidos de una jardinería de aficionados, allí habitaban estos seres peludos tan característicos por sus serenidad pasiva, un par de felinos que se recostaban entre el sol que poco a poco caía en una desolación sin remedio, mi anfitriona me permitió entrar, cruzando aquel dintel, donde sentí que dejaba de ser yo, dejaba de ser el sapo y volvía a ser el lobo, un lobo domado por mi anfitriona o un drago y su maestra, pero con discreción y corazón para jugar con una loba, eso si ella deseaba transformarse, nos adaptamos a lo que somos, esa era nuestra característica, habían instantes en donde reconocíamos la mutación del otro y nos mimetizábamos para competir entre quien se dejaba doblegar o incluso para complementarnos, pero solo en situaciones de extrema faena, debo reconocer que me llevaba la delantera, pero no por mucho tiempo. Su sala inferior era bastante agradable, digna de una tertulia o un cenáculo con Ginebra o un poco de aguardiente, no dijimos una palabra, ambos sabíamos que íbamos a terminar, de la manera deseada pero jamás supimos cómo manejar con esa responsabilidad. Los dibujos animados pasaban de uno a uno, sin sonido, mi cabeza se encontraba rondando el lugar, descubriendo su cueva, su zona de confort y como buen competidor tenía que reconocer el lugar de batalla, donde se liberaría la escaramuza menos sangrienta de la historia. Pronto moví mi primera ficha en este tablero de ajedrez, me recosté sobre sus piernas, fue algo cálido y por un momento perdí el hilo de la batalla, pero ella no se quedaría atrás, pronto dejo de ser mi tapete para formar una dicotomía junto a mí, para ser mi manto, o incluso yo ser su sillon, después  solo nos recostamos en un sofá seminuevo, cabeza a cabeza, casi que podía escuchar sus pensamientos, escapar, sentir, amar..
El tiempo pasaba hasta sentía que me iba a dormir, obviamente avanzo dos casillas más que yo, luego me siente y pensé en mi próximo movimiento, pero ella se adelantó, se levantó un momento con ademanes de provocación y como un escéptico no pude creer lo que iba a hacer, rechazar la idea estaba bien pero fui en contra de toda doctrina y le segui en su juego, pronto me tuvo detenido, entre sus piernas y sus caderas, aparentemente me deje dominar, para que ella tuviera el control total. En seguida movería a mi torre, fuerte y firme, sin cabeza, pero si con dirección exacta, sin pensar solo la levante, con mis brazos transgredí toda ley que me impidiera adueñarme del lugar, que mejor que llegar a una tierra desconocida y adueñarme de ella sin que se entere la matriarca que envolverme con ella, pero obviamente no quería sus tierras, la quería a ella.
Llegamos a su Tugurio, lóbrego, pandemonio social que pronto seria llenado con un aire de grandeza, con el ego producido por dos personas sin sentido de empatía al juntarse, ávido de juntarme entre sus edredones comenzó mi faena del despojo, desgajar mis prendas y las suyas hasta entrar en una cámara de gas, un gas producido por nosotros mismos que nos llevara a la locura, y nosotros tenemos la llave de la única ventana, con un grito decidimos si abrirlo o no. Suavemente baje por las cumbres montañosas de la madre tierra, hasta llegar a las faldas del volcán que pronto estaría activo, con cada soplo y resoplo encendía la leña, cuello, pecho, estomago, caderas, no había un solo lugar sin dejar un rastro criminal, pero era un principiante, dejaba huellas en todo lugar, no peinaba la zona, la arrasaba como un huracán, pronto los besos innecesarios pero reconfortantes nos harían la noche más cálida, los labios se hinchaban y dolían, pero la cabeza estaba en nuestros corazones y en nuestro centro motor, gritando por ser apagado, pero se recalentaban más y más, poco a poco empezó la intromisión, como un astronauta, llegando a tierras desconocidas, suaves y delicadas, mientras las canciones no dejaban de sonar, su voz de opera maquillaba a las canciones de turno, solo escuchaba un nombre, el mío, hasta me lo memorice más de lo que podría llegar a imaginar, no sabía quién era pero con ella lo descubrí, descubrí quien era con ella, mas no mi ser en su totalidad, solo fue una conexión que cada vez parecía más irreal, inexistente, inefable, no quería salir. El alba se dejaba notar y entre risitas nos dimos un respiro, vi el celular, exactamente 15 llamadas perdidas de mi madre, lamento tanto el temor que le cause mi reina esa noche, pero la duquesa no dejo que su bufón saliera de ahí sin terminar su trabajo, ya que no podía hacerla reír, la hacía jadear, una decisión que fue fuerte aceptar, pero termino por suceder. La noche se hizo dueña, las prendas seguían perdidas, mi percepción de la realidad se desvanecía con mis ganas de volver a la realidad, solo sentía bombear la sangre y los latidos intermitentes del corazón con aparente taquicardia, no sabía quién era, fue tanta la espera que la realidad era solo una opción, mi imaginación voló junto a su espalda, la diferencia es que esta última volvía al origen, y la primera no había quien la detenga, bueno si había algo, ella.
Termino la jornada de ese día, el regreso a la conciencia era tan fuerte y doloroso que me desgarraba el corazón, solo quería vivir siempre sintiendo eso, sentir que nadie existe más que ella y yo, sentir que no necesitamos nada más que no sea estar abrazados y besarnos mientras afuera el mundo se destruye, pero termino, las 20h asecharon mi calma, bueno lo que quedaba de ella, solo debía salir de ahí, no volver, no mirar atrás. Fui hasta el baño, trate de mirarme al espejo y reconocerme más que por el nombre, apreciar mi fisonomía y saber que soy cuerpo y ya no solo alma y mente. Sali de ahí y la mire, con un camisón que sepa quien de donde lo saco, solo me importaba ella, su sonrisa y su parsimonia, la tome de las manos, la mire a los ojos y por una única vez, él te amo más profundo de mi historia se hizo presente, hasta ese momento no había conocido calma más grande, y quería que durara para siempre, le conté sobre mis epifanías, sobre mi desvanecimiento de la realidad, y rio, yo también lo hice, después del primer te amo, solo la abrace, y llore, no por haber logrado algo, más bien por el sufrimiento, por las noches de angustia, por la desconfianza, por la incertidumbre del mañana, y ella también lo hizo, después de su dialogo solo lagrimeo un poco, lo note por su ultimo abrazo.
Como todo un caballero de historias Quiteñas, me puse mi ropa, mi chaleco, gorra y sali del paraíso, volviendo a mi infierno correspondiente, y ella al suyo, es increíble como dos sujetos incompatibles socialmente al unirse crean un espacio irreal, solo se lo siente.
21h a 1.30h de mi morada, solo, sin una sola posibilidad aparente de movilización, 2 dólares de los cuales 1 seria gastado en chucherías y en vicios. Camine por los frondosos pasadizos del lugar, llenos de tierra y un aparente bosque a mis alrededores, como resultado de una producción bien elaborada, listo para recibir al atracador o al asesino de turno, pero la diferencia es que yo no tenía seguridad, ninguna comprobación que me verifique que esto es algo planeado por alguien, solo era yo, entre recuperar mi percepción y saber que puedo morir y mi visión de paz y armonía en el cuerpo, alma y mente.

Todo  un camino recordando la historia que vivimos, mientras mi mano hacia el gestito de pedir un aventón, pero a quién diablos se le ocurre parar el auto a un tipo con chaqueta y gorra en pleno extremo norte de la ciudad, pronto encontraría a personas como yo, resultado de un encuentro amoroso largo, una excusa para llenar un vacío con una sustancia liquida que a corto o largo plazo terminaría por llenar ese pozo propio según cada uno sin fondo y otros solo ¨pasaban¨ no se me ocurren más barbaridades que puede hacer el ser humano en altas horas de la noche, y eso decía mi padre, solo cuando cae la noche sabes quién es quién, que es lo que hace y si miente o no, yo ya los descubrí, después de subirme a un auto recorrido que transitaba el lugar, como un ángel guardián de los desahuciados como yo, alguien que aprovecha las malas decisiones, el placer y los fetiches de las personas para cobrar un precio razonable por salvarle la vida, por suerte yo tenía mi pasaporte, 1 dólar, el dólar mejor invertido de mi vida, hasta ese momento.
Al llegar a mi casa, solo pensaba en ella, en sus jadeos, en sus sentimientos, en volverla a ver, pero todo eso se esfumaría, aquella partícula solo se fue, siendo la señal de un final no favorable, en mis últimos segundos de vida con aquella partícula podía ver que nada terminaba bien, solo decidí quedarme con los mejores supuestos recuerdos, aunque más que eso parecían premoniciones.

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