Enamórandote [Raura] #2

Capítulo Uno

-¿Quieres hacer algo productivo hoy?-

-Bella... -le advertí.

-Perdona, pero has estado muy...Ahm...muy oculto estos días, ¿por qué no salimos un rato y damos una vuelta en moto?, vamos, sé que te encanta ir en moto, es divertido.

-Bella, ya sabes la excusa, no tengo que repetirla, ¿verdad?.

-Ross, debes dejar ya que esa duda de que posiblemente Laura aparezca arrepentida en tu puerta se vaya, por favor. Reacciona-me pidió.

No puedo dormir bien, no puedo descansar, mis párpados me piden que ya tome una siesta, pero no la quiero, y no la necesito. Debo estar despierto, ante todo despierto. Además, escucho su nombre en todas partes, ¿qué podría hacer para detenerlo?, escucho su nombre en Paraderos, Avenidas, Cajas de cereal, Televisión, a donde sea que vaya escucho repetir su nombre una, y otra, y otra vez incesantemente.

Algo me dice que ella en serio va a volver y que la veré.

-Sí.
-¿Saldrás?-preguntó.
-No " sí " a eso, si no que " sí " a que esperaré día y noche si es necesario. Tengo que volver a ver su carita de nuevo. Nada me impedirá poder volver a ver.

Caminé directamente hasta la puerta de la salida, donde me esperaba Erick Longuest. Me ha ayudado lo suficiente este hombre, nunca podré agradecerle por las cosas en las que me ha ayudado. Le debo. Cuidó de alguien muy especial para mí, la grabó cuando yo no podía estar con ella, le sacó fotos desde el primer momento en que me di cuenta de que fui un imbécil en no notar que la amaba.

-Longuest. -dije dejando el maletín en sus manos y sentándome en el asiento de atrás, él me dio una sonrisa y cerré la puerta. Él se fue al volante, dejó el maletín en el asiento del copiloto y nos fuimos.

Llegamos hasta la casa de Rydel debía hacer una parada ahí para que ella me refregara cada día más que pasaba de mi miserable vida de la belleza de Laura la cual ya no estaba conmigo. Ya no podía sentirla, no podía tenerla..., y ahora lo que más necesitaba en todo el mundo era una dosis de "Besos Laura". La necesitaba, y demasiado. Mientras menos la sentía cerca de mi...más me atemorizaba de que jamás podría volver a verla.

Pero lo presiento, quizá un sexto sentido, de que sé que ella está cerca de mí. En algún lugar, en alguna parte: hay una chica castaña, de hermoso cabello, ojos marrones hermosos, bella sonrisa que delataba su seriedad y que siempre me ponía a mil. Su boca asesina, era...extraordinaria.

-¡Rydel!-grité en un intento de mejorar mi ánimo, pero no pasó, en absoluto. Ella nota a los farsantes a millas de distancia, y sonrisas falsas a millones de kilómetros.

-Deja de mostrar ese interés tan mínimo, hermanito... -tocó mi nuca con su mano y me llevó dentro, me dio una sonrisa-¿Qué ha sido de tu día pequeño hermanito? -Ya no soy un niño, mucho menos un bebé, mi cumpleaños 40 está por llegar y no quiero que mis hermanos me hagan una fiesta enorme que ni me merezco. Además no tendrían que hacer para mi algún presente...porque Laura ya no está al alcance de mis manos, no tengo su número de teléfono, no sé nada de ella, no sé en donde está ahora.

No sé con quién está ahora. Soltera o con Novio. Pero pensar en eso me pone nervioso.

-Nada que pueda ser interesante, todo va bien en el camino empresario, pero todavía me falta algo.

Sí, esos labios carnosos, esos que me hacían volar, esos hermosos ojos marrones que me llevaban a otra galaxia con tan sólo mirarlos, ella, me falta ella.

-Y yo sé exactamente que es ese "algo". Pero recuerda lo que te he dicho, siempre me tendrás a mí para lo que sea, ¿de acuerdo, hermanito?

-Rydel, detente ahí con ese término encajable en mí, tengo casi 40 años, y aún sigues comportándote cómo si fuera uno de 20.