Capítulo 3: Por un amarillo brillante.

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Estuve a punto de llamarle a Eduardo pero decidí mejor evitar una pelea que tal vez solo hubiera acabo en un disgusto muy insignificante. No me gusta hacer dramas, solo quería preguntar la duda que traigo en mi cabeza cuando leí los mensajes en el celular de mi prima. Me relajo y recuerdo el verdadero motivo de este gran día.
-Nena, ¿estás bien?- mi madre se acerca sigilosamente - Te encuentro algo seria.
Es increíble que no sepa dismular lo relajada que trato de aparentar, pero sé que al final; nuestras emociones no podemos ocultarlas al cien porciento.
-Sí mamá, han de ser los nervios.- sacudo un poco mis manos y pienso en algo que desvíe todo este momento incómodo. Y al fin algo se me ocurre.
-Oye, no había querido decírtelo, pero Memo tuvo muchas ganas de ser él quien me llevara a la iglesia, y me acaba de marcar para saber si siempre sí le consederé su deseo. - espero que esto sirva para algo que tengo en mente- Si quieres en cuanto llegue mi tía Elena se van con Don Santiago para que las lleve y sirve que le preguntes a Isa sí todo está bien en la Iglesia. Guillermo no tardará mucho en llegar y venir por mí.
Mi madre me observa detalladamente, tal vez haya detectado algo extraño pero no logra decírmelo y termina por aceptar:
-Sí, no hay ningún problema hija.- me da un abrazo y un beso en la mejilla- Al final, él es tu mejor amigo.
Enseguida le llega un mensaje de mi tía, al parecer ya va llegando. Le digo a mi mamá que no pierda el tiempo y mejor salga a recibirla allá afuera para que después se vayan y lleguen a tiempo, aunque bueno, la que debe llegar a la hora soy yo.
Se apresura en tomar sus cosas e irse con mi tía. Mi padrastro y hermanos ya deben de encontrarse en el lugar donde se llevarán a cabo las nupcias.
Me deja sola en la habitación, no logro entender porque esa espinita en mí no deja de dar vueltas en mi cabeza.
Solo voy a corroborar, nada más eso y en tan solo horas estaré casada, disfrutando la fiesta con la gente especial para mí.
Pido un Uber, espero llegar antes que mi mamá y alcanzar a Isabel. De todas formas la misa no puede empezar sin la novia.
Después de unos minutos la aplicación me notifica que el conductor ha llegado y salgo rápidamente de casa.
Luis- como se llama el joven del servicio- me ve un poco sorprendido, al parecer nunca le había tocado llevar a una novia a su boda.
Toma una ruta corta, afortunadamente no hay tanto tráfico en la ciudad. Durante el trayecto Luis no se queda con la duda y me pregunta porque no llevo un chofer propio, tiene buena plática. Faltan 10 minutos para las 6 de la tarde y pueda empezar la ceremonia.
Checo mi celular para ver si Eduardo me ha mandado un mensaje pero no es así.
Estamos llegando por atrás de Iglesia, donde se encuentra el claustro y mi mirada se centra en dos personas. Mi vista no se aparta de ellos dos, al parecer están discutiendo, ¿qué está pasando?
El Uber se estaciona y le pido que espere un momento, quiero ver que puede llegar a suceder.
Gentilmente acepta mi petición, y se lo agradezco.
Veo que mi futuro esposo se da la vuelta, creo que no quiere seguir escuchando los supuestos reclamos de mi prima pero ella se acerca y le dice algo al oído.
Mis manos comienzan a sudar y creo que Luis se da cuenta que mi respiración va en aumento.
-¿Se encuentra bien?
-Sí, todo bien- contesto rápido sin dejar de mirar por la ventana.
Isabela entra rápido por la puerta del claustro y Lalo la persigue, con tanta apuración que no cierra bien la puerta.
Decido que es el momento de saber lo que está pasando.
-Muchas gracias por esperar. Ya he pagado el viaje con tarjeta.
-Muchas felicidades por este día. Que lo disfrute. - me dedica una sonrisa.
Me bajo del auto agradeciéndole nuevamente. Subo dos escalones y camino hacia la puerta, hay un patio entrando con pilares alrededor. Se encuentran dos cuartos abiertos, en alguno deben de estar; camino rápido por el pasillo pero no escucho ninguna voz.
La puerta del primer cuarto está entre abierta, miro discretamente pero no hay nada.
Veo en el segundo también con mucha discreción y mis piernas comienzas a temblar, aprieto los ojos para que todo esto se borre pero la imagen sigue ahí.
Justamente a minutos de que uniría nuestros lazos lo estoy viendo, junta con otra persona diferente.
La está tomando de la cintura, aprieta su cuerpo junto al de ella, la llama incrementa con los besos desenfrenados que le da. La lujuria se apodera de ellos, se tocan, se frotan, se desean.
-¿Recordamos una última vez? Una voz se agrega a todo este engaño. Una voz que yo reconozco, que ha estado en mi casa, en el hogar y ha traído felicidad a mi mamá.
Pongo los ojos como plato al ver que esa voz pertenece a mi padrastro.
Sale de otro cuarto y no tengo la menor idea de cómo ha accedido a entrar por ese lado de la parroquia.
Humberto arrebata a Isabel y la besa con mucha candela, Eduardo se quita el saco y lo pone sobre una silla.
Lo correcto sería entrar y reclamar todo el dolor que tengo pero no siempre lo correcto es lo que debes hacer, prefiero irme de este lugar, alejarme, estar aquí solo causa más daño de lo que siento.
No veo el desenlace de esta escena y salgo del claustro.
Quiero ir a un lugar donde no haya nadie, donde pueda desahogarme con mi soledad.
Mi cuerpo comienza a tambalearse, estoy alterada. Me han apuñalado de la peor manera, tres seres que no pensé que pudieran dañarme.
Afuera del claustro, veo que nadie de los invitados pueda verme así, sería lo peor que pudiera suceder, bueno, lo segundo.
Un taxi pasa por el lugar y le hago una señal para que se detenga.
Ve lo afectada que estoy pero consigo decirle que estoy bien y que siga las indicaciones para mi destino: La cabaña.
Voy en un transporte hacia el sendero del dolor, donde se encuentran las personas vacías, rotas, traicionadas, sumergidas en un hoyo profundo, donde a partir de ahora nada volverá a ser igual y solo espero que la cabaña de mi padre tenga la llave abajo de la maceta para poder estar sola.

Para: Ti ¿Podemos conocernos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora