14 - LATIDOS

84 13 8
                                    

Ana

Aprovechando que todos están reunidos en el salón, voy hasta la habitación que solíamos usar de clínica. Necesito recoger algo del instrumental que necesito. De ahí me acerco a la alacena y recojo unas cuantas bolsas de sangre. Una vez hecho esto, subo las escaleras y voy directa a la habitación de Cris. En cuanto entro, una asustada Christen se lanza sobre mí.

—¿Qué sucede, pequeña? ¿Por qué estás así?

—Ana... —dice entre sollozos —. Por favor, ayúdame. Creo que me estoy volviendo loca.

Le observo intrigada. No sé que es lo que le ocurre, pero debo solucionarlo cuanto antes. Apenas tengo tiempo para lo que debo hacer antes de que vengan a arreglar el cuerpo de Cris y esto me va a retrasar aún más. Si no tengo cuidado, van a acabar pillándome.

—¿Por qué no te sientas y me explicas qué es lo que sucede? —sugiero cogiéndole por los hombros y acercándole al sillón. Está realmente muy alterada.

—Vas a pensar que estoy loca —dice secándose las lágrimas con la manga.

—Por supuesto que no, cariño. Dime. ¿Por que piensas eso?

—Es que... verás... He escuchado unos latidos y venían de mi madre. De su tripa para ser más exactos.

Todo mi cuerpo se tensa en ese momento. ¡Mierda! Se ha dado cuenta.

—¿Estás segura de lo que dices?

Ella asiente convencida.

—¿Qué está pasando, Ana? ¿Por qué la tripa de mi madre late? Y, por cierto, ¿qué haces tú aquí?

Empiezo a ponerme muy nerviosa. Apenas tengo tiempo de nada y tratar de convencer a Christen de lo contrario sería largo y complicado. No me queda más remedio que confiar en ella.

—¿Puedes guardar un secreto? —le pido seria.

—S... Sí. Pero...

—Sin peros —le exijo —. Tienes que prometerme que no contarás nada. Ni siquiera a tu hermano.

—De acuerdo —responde un poco asustada —. Pero dime, ¿qué está pasando?

—Ayúdame mientras te lo explico. Apenas cuento con tiempo.

Christen me mira alucinada mientras yo comienzo a sacar el equipo y me acerco a la cama. En un instante le coloco los aparatos y dejo que tomen las medidas mientras voy colocando un tubo en una bolsa de sangre.

—¿Qué haces, Ana? ¿Qué significa todo esto? ¿Es que mi madre no está muerta?

Le miro con tristeza. Sé que eso el algo que a ella le encantaría, pero no puedo mentirle. Ahora no.

—Tu madre está muerta, Christen.

—Entonces, ¿por qué todos esos aparatos? ¿Y la sangre?

Suspiro mientras introduzco el tubo por la boca de Cris para que se alimente. Sé que le va a costar creérselo. Hasta a mí me cuesta. Y eso que me he acostumbrado a lidiar con lo sobrenatural.

—Tu madre está embarazada —suelto de golpe.

Ella se lleva las manos a la boca completamente asustada e impactada por la noticia.

—Pero... ¿Cómo? ¿Cómo es posible? ¿Y cómo es que sigue vivo?

—¿Cómo? —contesto divertida —. Eso es obvio. Tu padre debe tener un rifle de precisión entre las piernas porque cada vez que coge a tu madre hace diana.

DC XII:LA REINA DEL MUNDO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora