LA MARQUEZA

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LA MARQUESA

Por Cathe Greiff

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MOMPOX 1816

Cientos de personas corren a la plaza del pueblo, unos gritan, otros discuten, las mujeres caminan y saltan enojadas zarandeando a los niños que llevan en sus brazos y todos ellos buscan con ansias encontrar el mejor lugar para ver el espectaculo.

Intento caminar, pero el fuerte temblor de mis piernas hace que hasta esta simple accion sea casi imposible de realizar, luego y sin casi darme cuenta soy arrastrada por la muchedumbre dando tumbos de un lado al otro golpeando violentamente a las personas que estan a mi alrededor, pero eso parece no importarles, quiero preguntar que esta pasando, quiero saber porque todos se estan reuniendo ahí, porque la algarabia, pero apenas puedo pronunciar palabra, tengo tanto miedo que mi corazon late desenfrenadamente, es como si tuviera esa extraña sensacion de que algo muy malo va a pasar.

Cada vez que puedo saco la cabeza a cualquier lugar que encuntre libre entre la gente, en mi afan de respirar, me estoy quedando sin aire, no se cuanto mas voy a poder estar así antes de desmayarme, pero ahora y sin importar cuantas personas tengo a mi alrededor mi mirada se cruza con la suya, puedo percibir el terror en sus ojos, se que quiere decirme algo pero apenas puedo percibir el movimiento de sus labios en medio del ruido de los cañones, las campanas y las entusiastas aclamaciones de las personas ahí reunidas pidiendo justicia.

Y de repente el silencio total; los clamores pararon, los cañones no dispararon mas y las campanas dejaron de sonar, mire de nuevo en su direccion pero sus ojos ya no me miran, ahora estan enfocados en otra direccion, mirando fijamente algo que no puedo ver, logro abrime paso entre la gente para poderme acercarme mas, haciendo acopio de una fuerza que creia inexistente, ahora desde mi nueva posicion, puedo ver porque toda la algarabia paro momentaneamente.

2

Un hombre alto y acuerpado, con su cuerpo de color negro quemado por el sol, vestido con un pantalon color caqui y una camisa blanca casi trasparente como resultado de su excesivo uso, acapara la antencion de todos los alli presentes mientras camina decididamente hacia la tarima, ubicada al lado de la fuente produciendo un estrepitoso crujido de madera como resultado de los pasos dados con sus pesadas botas.

Una vez ubicado sobre la plataforma no pronuncio palabra, solo miro sus brazos para doblar y subir aun mas sus mangas, la histeria de la gente exploto nuevamente.

Fue solo cuestion de segundos para darme cuenta de lo que realmente estaba pasando, la tarima, la gente, la desesperacion en sus ojos; es mas no entiendo como es posible que no me hubiese percatado antes de la soga que tiene alrededor de su cuello y que ese hombre de caminar pesado, ahora con sus brazos en alto no era otra cosa mas que un verdugo.

A su señal los pisos de madera cayeron brutalmente al suelo, dandole paso a unos cuerpos supendidos en el aire, sucaudiendose violentamente como intententando escapar de la muerte, sus ojos sin importar los terribles espamos de su cuerpo nunca se alejaron de los mios, quiero dejar de mirar pero no puedo, se qe todo duro alrededor de tres minutos pero para mi este tiempo parecio una eternidad

Horrorizada caigo de rodillas y grito, grito tan fuerte que siento que mis cuerdas vocales van a estallar, me duele el alma, me duele el corazón. La gente por fin empieza a regresar a sus casas, muchos de ellos rien, otros tanto celebran, pero yo sigo tirada en el suelo llorando y gritando desconsolada, de pronto siento que alguien se acerca a mi y me toma de los hombros.

- Trate de calmarse señorita, puede estar tranquila ya todo malo termino.

LA MARQUESAWhere stories live. Discover now